Durante muchos años, la persistencia de la acción armada de ETA ha alimentado un antiterrorismo teñido, las más de las veces, de la propaganda y el absurdo. ETA lo justificaba todo. Así, miembros de la clase política y de los medios de comunicación se han permitido sostener mensajes planos a los que nadie podía dar respuesta.
Los cambios políticos que se están sucediendo (un día sí y otro también) en Euskal Herria han pillado con el pie cambiado a muchos de estos facilones alimentadores de condenas y persecuciones. Cada vez se aprecia más la diferencia entre los que marchan en tren hacia el futuro y los que se han quedado en la estación y se empeñan en que, estando quietos ellos, no se ha movido nada. La polémica que se ha creado en torno al premio otorgado a Joseba Sarrionandia pone en evidencia a este tipo de personajes.
Lo primero que destaca es el hecho de que todo lo han organizado desde el Gobierno de Lakua. Se puede adivinar por qué. Alguien ha pensado que, cuando se hiciese público el premio, los del botijo party iban a organizar otra campaña de ofendidos y furiosos porque el PSOE se humilla ante ETA. En un empeño de ponerse la venda sin haber herida, se la han puesto delante de los ojos... y se han dado el tortazo una vez más.
En segundo lugar, sorprende que hablen de retener un dinero a cuenta de una posible responsabilidad económica de Sarrionandia. Cualquier asesor que hayan tenido para tomar su decisión les habrá indicado que de un proceso penal se pueden derivar responsabilidades penales y civiles. Y que si no existen responsabilidades civiles, no hay justificación para realizar retención alguna. Les habrá dicho también que las responsabilidades civiles se extinguen a los quince años desde que la sentencia sea firme, si no se interrumpe esa prescripción. Y que en el presente caso, esos quince años están más que superados. Pero les deberían haber dicho también que Joseba, en su sentencia condenatoria, no tenía una responsabilidad económica que llegase a 18.000 euros. Y si no se lo han dicho, allá ellos.
Antes de actuar también hubieran debido haber comprobado las penas a las que fue condenado Sarrionandia. Y habrían podido constatar que la prescripción de la más alta era de quince años, lo mismo que la responsabilidad civil. Por ello suena tan absurdo lo que han dicho, y cómo lo han dicho, cuando el premiado se fugó de la prisión hace 26 años.
Pero si sus manifestaciones públicas obedecen solamente a una estrategia de propaganda política, que es lo que parece, tampoco son de recibo. Ellos, que dicen ser cumplidores de la ley, deberían defender que todo condenado que haya cumplido su sentencia, aunque sea por prescripción, no puede ser perseguido eternamente. Deberían también defender que solo se puede exigir a una persona aquello que la ley exige. Y no hay norma alguna que obligue a nadie a condenar hechos en los que podría haber intervenido. Es una exigencia absolutamente ilegítima.
Durante años desde esas instancias políticas y periodísticas, se han organizado persecuciones no sólo contra quienes cometían delitos, sino contra quienes tenían determinada ideología. Se ha podido insultar, marginar, acosar, sólo alegando que eran de ETA. Y ETA lo era todo. Los ejemplos van desde grupos de música a payasos, escritores o simples ciudadanos que defendían posturas sociales, sindicales? La veda ha estado abierta y así se ha venido actuando. Ahora cada vez son menos los que siguen en esa línea, pero todavía son muchos y significados.
Entre estos últimos están aquellos que, a lo largo de sus actuaciones públicas, han puesto de manifiesto un resquemor, incluso un odio, que va mucho más lejos de los márgenes que han estado fijados por un conflicto armado. Aquellos que así han actuado y actúan enseñan la patita, como el lobo del cuento, en todo lo que suena a euskera, cultura, pueblo y patria, siempre que esta sea vasca. Así les va.
Bajo su capote tienen mesa y mantel todos aquellos que, habiendo sido miembros de ETA, habiendo cometido muy graves delitos, se han caído del caballo y han descubierto España. Para ellos no hay historia ni pasado, pero no pueden soportar que otros que no se han plegado a estas dinámicas vivan sus vidas. a las que tienen pleno derecho.
Por ello, estas persecuciones además de ser ilegales son ilegítimas. De ello, los ridículos que hacen.