La aún revolucionaria proclama Liberté, égalité, fraternité se tornó, en la segunda jornada del BIG Festival de Biarritz, en una variante que bien podría rezar Liberté, juvénilité, hétérogeneité. Porque, efectivamente, el escenario del Halle d'Iraty se erigió la noche del jueves en una reivindicación de la libertad creativa, del empuje de jóvenes artistas y de la heterogeneidad de estilos.
Así pareció entenderlo la multitud que se acercó hasta el recinto de la ciudad labortana, que disfrutó sin complejos desde el optimismo hippy de Brigitte hasta el trepidante rock de Two Door Cinema Club, pasando por la frescura de Selah Sue, el show electrónico de Stromae y el electropop de Metronomy. Semejante mescolanza sirvió para atraer a un gran número de espectadores, en su mayoría jóvenes. El aforo registrado fue superior que un día antes, aunque la presencia de público llegado del otro lado de la muga resultó menos llamativa.
Los conciertos arrancaron a las 21.00 horas. Pese al retraso inicial de media hora, a las continuas colas que había en el baño y a la notable mejoría en la elaboración de los bocadillos servidos, la gente se agolpó frente al tablado ya desde la primera actuación. El mérito fue de Sylvie y Aurélie, así como de las dos cabras de cerámica a tamaño real que les acompañaron en escena. Morena y rubia, respectivamente, suman Brigitte; juntas irrumpieron en el Iraty, ataviadas con sendas capas élficas que ocultaban sus rostros. Y juntas se deshicieron de ellas para divertir al personal con canciones como La vengeance d'une Louve, Battez-vous y la pegadiza Oh, la la.
La siguiente en derrochar energía fue Selah Sue. Si alguien se esperaba a una vocalista de pose frágil y romántica, la jovencísima cantante (tiene solamente 22 años) demostró que aúna fuerza y sensibilidad. Su corta edad y su pequeña estatura no supusieron ningún handicap sobre el escenario. Más bien al contrario. Su voz engatusó al público con una docena de temas interpretadas en inglés que transitaron entre distintos estilos y que sacaron a relucir el desparpajo de la cantautora belga. Muestra de ello fueron Raggamuffin y Peace of mind, que arrancaron sonoros aplausos.
Aquellos que a esa hora seguían pecando ajenos a los conciertos, cerveza y cigarro en mano en el patio exterior del Iraty, no pudieron hacer oídos sordos a la llamada de Stromae. El belga de origen ruandés Paul Van Haver, otro joven de 26 años, se subió al púlpito de la electrónica junto con dos acólitos. Desde allí dirigió un oficio de luz y sonido en el que pregonó que la música es su religión (Houselullah) y su droga (Ma drogue). El larguirucho maestro de ceremonias incluso involucró a todo el recinto en la canción que le ha abierto las puertas del cielo, Alors on dance, al cantar los cuatro mandamientos que uno debe seguir para poder interpretarlo. Sus fans, al final, vieron la luz en el único bis de toda la noche: Stromae predicó de nuevo con Alors on dance, esta vez rodeado de una orquesta sinfónica que interpretaba la canción desde las pantallas que habían colocado al fondo del escenario.
El belga arrancó la mayor ovación de la velada, solamente comparable a la bienvenida que recibió Metronomy, pasada la medianoche. El cuarteto de Devon (Inglaterra) convenció con su marchoso electropop y las respectivas dosis de decibelios. Liderados por Joseph Mount, los británicos se encuentran de gira con su tercer disco, The English Riviera, y de esa última hornada tocaron, entre otros, The Bay y She wants, para terminar con un aplaudido Radio Ladio.
La noche culminó con el trepidante rock de Two Door Cinema Club, que no ofreció tregua alguna durante sus 45 minutos de actuación. Los temas de su único álbum -escasamente sobrepasan los 20 años-, entre los que se escucharon This is the life y Do you want it all, reactivaron a quienes todavía se resistían a abandonar el recinto. Todos ellos se ganaron un premio especial en forma de dos nuevas canciones que Alex Trimble y los suyos incluirán en su segundo disco, que saldrá a la luz en primavera del año que viene.
Con la actuación sin tregua de los norirlandeses se cerró la velada, aunque algunos alargaron la fiesta en la sala Atabal. Hoy, la jornada de clausura promete más liberté y hétérogeneité en el Halle d'Iraty aunque sin tanto juvenilité, ya que encabeza el cartel el veterano e incombustible Alpha Blondy.