MAdrid. Su objetivo final era aterrorizar al personal e intentar inspirar odio entre los espectadores cada vez que se ponía delante de una cámara, pero con el tiempo Boris Karloff, "el monstruo de Frankestein", se ha convertido en uno de los actores más queridos de la gran pantalla. Bajo esta premisa, escribe el periodista Javier Cortijo Boris Karloff, el aristócrata del terror (T&B. Editores), la biografía que retrata toda la vida del actor británico William Henry Pratt, más tarde convertido en Boris Karloff.
Hijo de Edward John Pratt Jr y su tercera mujer Eliza Sarah Millard, nació en Londres aunque pasó su infancia en Enfield en el seno de una familia "cuasiaristócrata" como la define Cortijo, emigró a Canadá en busca de una oportunidad en el mundo de la interpretación.
El libro relata las aventuras (y desventuras) en las que se vio envuelto mientras llegaba su ocasión, que llegó, y cómo sobrevivió gracias a trabajos temporales y mal pagados como estibador y camionero, entre otros, hasta que gracias a estar en el momento y lugar adecuado se convirtió en el actor que encarnaría al monstruo del Doctor Frankestein, el moderno Prometo.
experiencias de rodaje Cortijo descubre las experiencias del rodaje, las largas sesiones de maquillaje a las que el Karloff se tenía que someter, sus "desacuerdos" con el director y el por qué no asistió al estreno de la obra en Estados Unidos. Tras El doctor Frankestein su popularidad subió como la espuma, y participó durante su "época dorada" en producciones cinematográficas como El caserón de las sombras, La novia de Frankestein, La momia, La máscara de Fu Manchú, El cuervo y El ladrón de cadáveres, entre otros títulos del género. Karloff no sólo se limitó al cine, donde realmente alcanzó la popularidad, también se subió a los escenarios interpretando obras teatrales como Arsénico por compasión, Peter Pan o La alondra, a través de las ondas radiofónicas interpretó Inner Sanctum Mysteries, y también se dejo ver en televisión con Suspense!, Thriller.
En el terreno personal, Javier Cortijo, nos descubre los detalles de sus cinco mujeres, "cinco comprobadas, mas una fantasma", y de su única hija, que colabora con el periodista para la redacción de la biografía, Sara Jane Karloff.
"Mi padre fue la antítesis de los papeles que interpretaba en la pantalla, el hombre más bondadoso que he conocido" y añade que "todos los que le conocieron le adoraban y todos los que trabajaron con él, le admiraron" reconoce Sara Karloff.
En la biografía, además del lado profesional y sentimental, hay espacio para lo anecdótico, como cuando el actor con una de sus esposas, Doroth Shine, bibliotecaria de oficio, sortearon la ley seca de Estados Unidos, vigente entre 1920 y 1933, con una destilería clandestina, que a base de tinajas y bañeras, producían cerveza.
"Nos podíamos haber envenenado pero, ¿qué mas daba? Éramos jóvenes y pobres y lo pasábamos condenadamente bien, eso era lo importante", recuerda la que fue señora de Karloff.
El libro también cuenta con más de 50 páginas donde se recogen, a modo de apéndice, detalles técnicos y artísticos de su filmografía y apariciones en radio y televisión.