Donostia. La más fantástica de las obras de William Shakespeare, un enredo fabuloso de personajes, mundos y sentimientos, colocó a Ur Teatroa en el mapa del teatro internacional. La versión de Helena Pimenta de Sueño de una noche de verano se estrenó un 11 de junio de 1992 en el (antiguo) Niessen de Errenteria; y el 11 de junio de 2009 regresó a los escenarios en Alcalá de Henares, en una gira que les traerá a Donostia dentro de diez días. Entre una y otra cita han transcurrido 18 años, un Premio Nacional de Teatro y elogios inauditos como el que Tom Matesson, subdirector del Festival Shakespeare, dedicó a la versión de la compañía guipuzcoana tras asistir en 1993 a una representación: "Es la más creativa desde la de (el maestro) Peter Brook".

Esa mirada joven y bulliciosa, una intuición convertida en riesgo y después en acierto, no contiene ya tanta "impulsividad" pero ha ganado "serenidad". Las dos conducen a la "belleza", apreció Pimenta ayer, durante la presentación de esta relectura que se escenificará los días 26 y 27 en el Victoria Eugenia.

En esta obra, Shakespeare "rompe los límites habituales del teatro", explicó. "Fue concebida, como el teatro, para ser fugaz"; sin embargo, han transcurrido 18 años y "se ha mantenido igual de viva", después de más de 400 representaciones y 400.000 espectadores.

La directora defiende una contemporaneidad que no sólo se aferre a la estética; de hecho, "aunque no parezca por la forma, nos hemos despegado muy poco de Shakespeare, creo que cada vez es más él".

De las virtudes del texto, Pimenta subraya que muestra (también) las partes oscuras -no trágicas, pero oscuras- del amor. "Para mí fue un descubrimiento saber que todo tiene sus claroscuros, aunque parezca obvio; fue el paso de pérdida de inocencia hacia la madurez y en eso me ayudó Shakespeare".

Otro hallazgo es la indeterminación, el manejo de los equívocos. Pimenta viene a decir: el autor es ambiguo porque el amor lo es. La comicidad de Sueño de una noche de verano, en la que detecta un Shakespeare "descarado", procede de "la identificación del espectador", que reconoce "la torpeza, los celos, todos los mecanismos del amor".

Mudanza Lo que permanece: Helena Pimenta, José Tomé -actor en el montaje de hace 18 años y en el de ahora- y el amor, cuya naturaleza no ha mutado en cinco siglos y tampoco lo ha hecho en dos décadas. Lo que cambia: se incorporan al reparto Cecilia Solaguren, Celia Pérez, Jorge Muñoz, Jorge Basanta y Ione Irazábal (aunque ésta última participó en la segunda vida de la obra, en la gira internacional de finales de los 90). Los seis actores se hacen cargo de 24 personajes, lo que provocará frenéticos cambios de ropa y personalidad en bambalinas.

Las modificaciones, apuntó la directora, afectan sobre todo al vestuario y la iluminación ("ahora contamos con más medios"). Quienes lo contemplaron la primera vez, a principios de los 90, experimentarán su propio viaje en el tiempo.

Ur también ha cambiado en estas dos décadas. "Por motivos profesionales y personales tuvimos que trasladarnos a Madrid, pero Sueño siempre ha sido nuestra referencia".