En el mundo digital todo vale para llamar la atención, ganar likes y seguidores. Las redes sociales reflejan el lado más salvaje del capitalismo, donde la fama y el dinero justifican cualquier cosa, incluso las humillaciones y las vejaciones. Prueba de ello es la muerte en directo del streamer francés Raphaël Graven, también conocido como Jean Pormanove. Era ex militar y tenía 600.000 seguidores. En las plataformas digitales se grababa sufriendo humillaciones por parte de otros hombres influencers y en ocasiones las humillaciones las realizaba su propio hermano.
Falleció en directo mientras dormía con 10.000 usuarios mirando, después de que dos streamers le humillasen, golpeasen y vejasen en directo durante más de 300 horas.
¿Quién es responsable de su muerte? ¿El propio streamer que realizaba este tipo de contenido llamado trash o basura de forma voluntaria? ¿Los streamers que le humillaron y golpearon durante tanto tiempo? ¿Las decenas de miles de personas que vieron el espectáculo? Durante las 300 horas de golpes y humillaciones, ni un solo espectador denunció el canal, a los streamers o llamó a la policía. Entre todos lo mataron y él solito se murió.
Los streamers que le golpearon, su hermano que también participaba en este tipo de actividades y las personas que ven este tipo de contenido se escudan en que todo era consentido, que Raphaël Graven había dado su consentimiento. ¿Pero el consentimiento siempre es válido? ¿Si una persona tiene problemas mentales, su consentimiento es válido? ¿Si una persona tiene problemas económicos y necesita urgentemente dinero su consentimiento es válido? ¿Si una persona tiene miedo, es amenazada o coaccionada su consentimiento es válido? ¿Y si algo no está bien importa que sea consentido?
Responsabilidad
El debate que se ha generado se está centrando en cómo la plataforma Kick ha permitido ese tipo de contenido, pero también hay que enfocarlo en la responsabilidad individual de todas las personas que ven ese tipo de contenido y a las que el morbo y la falta de empatía les lleva a apoyarlo, a difundirlo e incluso a monetizarlo.
Si no hubiese nadie mirando no se harían este tipo de cosas. Las redes sociales amplifican mucho nuestro lado más oscuro. Al exponernos constantemente a la toxicidad y a la violencia que circula por ellas, nos va volviendo inmunes a ella y poco a poco muchas personas dejan de dar importancia a las humillaciones y a las vejaciones; lo que al principio les parecía intolerable pasa a ser otra forma de entretenimiento. La violencia está muy normalizada en nuestra sociedad, es lo que nos atrae para ver algo. Cuando dos personas debaten, ya se espera que griten y que alguien humille a la otra persona, si no, tiene muy poca audiencia. Los títulos de muchos vídeos en Youtube incorporan lenguaje violento porque es lo que más clics atrae y contribuye a su viralidad.
Un modelo de negocio dudoso
Las redes sociales no eligen el contenido que los streamers generan o publican, pero recomiendan ese contenido y se lucran con él. Mientras su modelo de negocio no cambie seguirán apoyando y promocionando principalmente contenido violento, contenido sexualizado, desinformación y contenido que genera emociones negativas intensas porque es lo que más retiene nuestra atención.
Son responsables de todas las consecuencias negativas que su modelo de negocio está generando y lo saben, pero les da lo mismo porque tienen beneficios millonarios. En 2024 TikTok ganó 33.000 millones de dólares, un 6% más que en 2023. Meta ganó 62.360 millones de dólares, un 22% más que en 2023 y Alphabet ganó 100.118 millones de dólares, un 35,7% que en 2023. Todo apoyando y fomentando ese tipo de cosas y con nuestra complicidad y colaboración directa. Sin nosotros no ganarían ni un céntimo.
Impacto negativo
La realidad siempre supera a la ficción. Lo que veíamos horrorizados en la serie distópica Black Mirror hace un par de años se ha convertido en una realidad y a nadie parece importarle.
Una persona ha muerto, el modelo de negocio de las redes sociales está teniendo un impacto muy negativo en la salud física y mental y en el desarrollo cognitivo de sus usuarios, es un factor importante en el aumento de suicidios de personas jóvenes, está desgastando aún más las democracias, está instaurando valores en la sociedad que dejan mucho que desear, está volviendo adicta a una parte cada vez mayor de la sociedad y los usuarios de las redes sociales siguen como si nada de eso fuese con ellos, siguen sin exigir cuentas a las plataformas y sin cambiar ni un poquito sus hábitos digitales de consumo. No son conscientes del desastroso impacto que las redes están teniendo en ellos.
Es muy fácil indignarse cuando pasan cosas así y escribir en las redes sociales que estas cosas no se pueden tolerar mientras las seguimos apoyando directamente con el dinero que generamos al usarlas. Esto es el inicio de lo que se nos viene encima, es la crónica de la muerte anunciada de la sociedad. Y los usuarios de las redes sociales en su conjunto van a seguir viendo el espectáculo desde sus teléfonos, impasibles. Es lo que tiene la adicción.