Entre los cambios en las pautas climáticas que se están dando en el mundo acaba de descubrirse una que puede hacer cambiar el urbanismo y la gestión de las ciudades: las tormentas de verano son cada vez más frecuentes, intensas y concentradas en las grandes urbes que en la áreas rurales.

Los resultados de un profundo estudio de la Universidad de Lausana revelan que se forman más tormentas en las áreas urbanas y sus límites que en las áreas circundantes. Además, las ciudades más grandes intensifican las lluvias más que las ciudades más pequeñas. La investigación fue publicada en la revista Earth’s Future.

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Estas observaciones podrían cambiar la forma en que los urbanistas y administraciones se preparan para posibles inundaciones en sus ciudades, especialmente en la medida que las áreas urbanas se expanden y el cambio climático altera los patrones globales.

Trombas urbanas

“Se espera que las ciudades se vuelvan más pobladas y aumenten de tamaño en las próximas décadas”, dijo en un comunicado Herminia Torelló-Sentelles, científica atmosférica de la Universidad de Lausana y autora principal del estudio Intensificación y cambio de la extensión espacial de las lluvias intensas en las zonas urbanas. “Ser capaz de cuantificar el riesgo de inundaciones urbanas es importante para la planificación urbana y el diseño del drenaje urbano”.

Algunas tormentas producen lluvia de forma uniforme, como un aspersor, mientras que otras dejan caer trombas concentradas, como una manguera. Este estudio concluye que las ciudades pueden convertir los aspersores en mangueras que caigan solo en pequeñas áreas urbanas en lugar de distribuir el agua en un área mayor, aumentando mucho el riesgo de inundación si las infraestructuras no absorben ese diluvio.

“No es solo la intensidad de las precipitaciones lo que importa cuando se analiza el riesgo de inundación. También cómo se distribuyen en el espacio”, afirmó Torelló-Sentelles. “Si se produce una gran cantidad de lluvia puede colapsar el sistema de drenaje urbano”.

Aire recalentado

Varios factores podrían estar provocando la creación e intensificación de tormentas urbanas, dijo Torelló-Sentelles. Las ciudades son generalmente más cálidas que sus alrededores fríos, húmedos y con vegetación densa, lo que podría hacer que el aire sea atraído hacia las ciudades y se eleve. Ese aire cálido se condensa en nubes de lluvia sobre los centros urbanos. Las ciudades podrían hacer el efecto de minicadenas montañosas. “Puedes pensar en una ciudad como un obstáculo”, dijo Torelló-Sentelles. “Cuando una tormenta se mueve hacia ella, el aire puede ser elevado por encima y alrededor de ella”.

La contaminación por aerosoles suspendidos en la atmósfera sobre las ciudades también puede aumentar o suprimir las precipitaciones.

Las trombas cada vez son más violentas y concentradas sobre áreas muy pequeñas.s Freepik

Estos resultados resaltan la necesidad de estrategias de planificación urbana individual y estudios que incluyan más ciudades, dijo Torelló-Sentelles. A medida que el clima cambia y el mundo se urbaniza, las ciudades individuales necesitarán desarrollar sus propias estrategias de adaptación y mitigación.

Un estudio global

El efecto de la lluvia ya se ha estudiado en ciudades individuales, pero la nueva investigación buscó tendencias y diferencias entre múltiples ciudades.

Se analizaron siete años de datos meteorológicos de alta resolución de ocho ciudades, las europeas Milán, Berlín, Londres y Birmingham, y las estadounidenses Phoenix, Charlotte, Atlanta e Indianápolis. Las ciudades variaban en tamaño, clima y forma urbana, pero todas están en regiones relativamente planas y lejos de grandes masas de agua, factores que podrían influir en los patrones de lluvia locales.

Los investigadores estudiaron la formación y evolución de las tormentas fuera y sobre las ciudades y sus límites, identificando la dirección promedio, la intensidad promedio, la intensidad máxima y el área de cada tormenta.

Además de ver que se formaron más tormentas sobre las ciudades y sus límites que en las áreas rurales cercanas, comprobaron que fueron más intensas sobre los centros de las ciudades.

Así, las áreas urbanas cada vez más grandes podrían generar y amplificar más tormentas, fenómeno que hay que sumar a que el cambio climático continúa intensificándolas en todo el mundo.