El Centro de Investigación Cooperativa en Nanociencia, CIC nanoGUNE, de Donostia ha abierto una línea de trabajo, junto a la organización europea Eurofins Genomics, dirigida a descubrir nuevos procesos y materiales que permitan almacenar datos digitales en ADN.

Según informa este centro en una nota, su objetivo es "que el proceso de almacenamiento de los datos digitales en ADN sea seguro, estable y sostenible y tenga una alta densidad de información".

Esta "prometedora" línea de investigación, liderada por el equipo de Autoensamblaje de nanoGUNE, se enmarca en la iniciativa TextaDNA, un proyecto EIC PathFinder de la Unión Europea coordinado por nanoGUNE, en el que participa también la organización alemana Eurofins Genomics, una de las grandes instituciones europeas en el ámbito de la síntesis y secuenciación de ADN.

Está previsto que el proyecto reciba una subvención de 2,5 millones de euros, que se destinará a la adquisición de equipamiento y a la constitución de un equipo de trabajo.

La investigación pretende encontrar "nuevas formas de almacenar la información digital que ocupen menos espacio, sean seguras, sostenibles, baratas y consuman menos energía", dado que el consumo de electricidad de los centros de datos supone un 2% del total de emisiones de gases de efecto invernadero y se calcula que alcanzará el 8% para 2030.

Ibón Santiago González, director de este proyecto en el CIC donostiarra, recuerda que el ADN "tiene la capacidad de almacenar y transmitir información genética", aunque también cuenta con "un enorme potencial para almacenar información digital".

Está previsto que el proyecto reciba una subvención de 2,5 millones de euros, que se destinará a la adquisición de equipamiento y a la constitución de un equipo de trabajo

"Basta señalar que puede guardar en el mismo espacio un millón de veces más información que los discos duros magnéticos", aclara Santiago, quien desvela que de esta manera "toda la información contenida en una habitación llena de discos duros puede almacenarse en un grano de arroz".

El científico detalla asimismo que, "a diferencia de los discos duros, el ADN no necesita energía eléctrica para su mantenimiento y puede conservarse a largo plazo sin sufrir daño alguno".

No obstante admite que "el desarrollo de materiales adecuados para contener el ADN es todo un reto". Además "resulta imprescindible compaginar el almacenamiento de ADN de forma segura a largo plazo con la posibilidad de extraer o recuperar esa información cuando se desee", subraya Ibón Santiago.

"La clave está en almacenar de forma estable el ADN durante un largo período de tiempo", prosigue el experto, quien desvela que su equipo trabaja ya en "el análisis y desarrollo de los materiales poliméricos y nanofibras más adecuados para almacenar DNA que contenga información digital".

"Deben ser materiales que puedan ser almacenados a largo plazo pero que a su vez permitan obtener la información rápidamente si es necesario. Deben ser materiales que no sean tóxicos y que no dañen el ADN", revela.

En su opinión, "del mismo modo que hoy los datos digitales se almacenan en la nube, en el futuro se utilizarán máquinas capaces de escribir y leer ADN".

"De hecho, ya existen en la actualidad pero el objetivo principal es reducir el coste del proceso de síntesis del ADN y crear plataformas útiles para todos", concluye el científico del CIC Nanogune.