Ansiado por niños y adolescentes, temido por sus padres, será una vez más el regalo maldito de la noche de Reyes Magos como también lo fue de Olentzero hace escasos diez días. El teléfono móvil, el smartphone, es hoy el equivalente al reloj de antaño que marcaba de alguna manera esa edad en la que alguien era responsable para llevar algo de cierto valor en la muñeca, sin perderlo ni romperlo. Hoy ese reloj tiene forma de móvil e incluye agenda, cámara de fotos y contacto permanente con los amigos a través de WhatsApp y con desconocidos, incluso, a través de las redes sociales.

En una generación enganchada al smartphone, la edad ideal para regalar a los más txikis estos aparatos de doble filo trae consigo quebraderos de cabeza para aitas y amas que no encuentran el momento justo para autorizar a sus hijos una pieza de tanto valor económico pero que exige sobre todo una responsabilidad y una madurez que no es fácil de alcanzar a esa edad y tampoco después, como vemos en tantos comportamientos erráticos entre adultos enganchados al móvil incluso comiendo o mientras conversan con alguien al lado.

Y es que ni entre los expertos hay un mantra común acerca del momento ideal en el que envolver un móvil en Navidad, cumpleaños o momentos especiales. Hay disparidad de opiniones, pero lo que se debe usar como baremo, lo que hay que tener en cuenta, es “cómo es nuestro hijo o hija, su grado de madurez pero, sobre todo, que los adultos responsables estén preparados para acompañarlos en ese reto importante”. Así lo apunta Jorge Flores, director de Pantallas amigas, que expone que “por lo general, por debajo de los 12 años es inadecuado”.

Sin embargo, recomendaciones aparte, ¿cuándo lo tienen? Según un informe del INE, la utilización de las nuevas tecnologías por parte de los menores de 15 años se encuentra, en general, muy extendida. De hecho, los datos recogidos constatan que más del 97% de los niños de esa edad ha accedido a Internet en los últimos tres meses.

Así lo reflejan también los datos que ofrece el director de Marketing de Euskaltel Koldo Unanue, que apunta a que, aunque la media está en los 10 años, es reseñable que un 30% de los niños y niñas que cuentan con un móvil son menores de 10. Así, señala motivos socioculturales para este cambio. Y es que “mientras hace unos años el primer regalo era el reloj en comuniones, en los últimos años está siendo el teléfono”, asegura. “Y cuando dicen que en la ikastola al de al lado le han regalado un móvil al final muchos padres lo compran”, expone Unanue.

En opinión de Flores, sin embargo, que un menor de 10 años tenga un smartphone “es innecesario, y por otro lado inadecuado. Aporta más retos que oportunidades. Una decisión meditada no sería esa”. Asimismo, respecto a ceder ante la presión de los hijos e hijas aludiendo que “todo el mundo” cuenta con un móvil, el director de Pantallas amigas asegura “aunque influye, no nos engañemos ni echemos balones fuera”. Y lo achaca a al “egoísmo, porque es para quitar ese turre de los hijos. Si sucumbes a las presiones sociales mal vamos; ese no es criterio para educar ni gestionar la salud de nuestros hijos”.

Así, en cuanto al modelo que se suele regalar a los más txikis, Unanue apunta a que suelen ser los móviles que heredan de algún familiar, o cuando es un regalo “suele ser de gama media o baja”. Eso sí, siempre son smartphones “si no no lo aceptarían”. Asimismo, en cuanto a tarifas, la tendencia es contar con llamadas ilimitadas. Sin embargo, según el portavoz de Euskaltel, “el consumo de voz por parte de los críos es muy muy bajo, lo que usan son las apps”.

Uso responsable

Si algo positivo se puede encontrar en el hecho de que el primer contacto con un móvil propio sea a una edad muy temprana es que “puedes influir y compartir”. Así lo sostiene Flores, que alude asimismo a que en edades ya de adolescencia eso se complica, y “difícilmente participarás en nada ni conocerás el uso que esta haciendo”.

Así, comparte un par de pautas para acercarse a los menores: pedir que te enseñen a usar Instagram, por ejemplo, para generar interés o compartir su uso. Además, hay que establecer reglas y generar confianza con ellos.

Por otro lado, insiste en la importancia de tener en cuenta la ciberseguridad. “Hay veces que lo subestimamos, pero es importante”. Así, asegura que “hay que enseñarles cosas básicas como la configuración de privacidad, y haciéndolo con él o ella les transmites la importancia que tiene”. Por otro lado, alude a las herramientas de control parental en los dispositivos. Y aquí, nombra dos vertientes: el qué y el quién. “Es necesario saber qué tipo de apps instala, a dónde accede, con quién se relaciona… y, sobre todo, el cuánto y el cuándo”.

Por ese motivo, defiende que “desde el principio hay que racionar la cantidad y también los momentos. De lo contrario, se puede caer en el uso excesivo o incluso la adicción”, insiste Flores. “Es una cuestión negativa para su desarrollo. Hay que tener conciencia crítica como consumidor y que sepa que el tiempo que le dedica al móvil no lo dedica a ninguna otra cosa”.

Y es que uno de los peligros de los smartphones es que “siempre encontramos cosas que nos satisfacen, es fácil recurrir a él”. Pero recuerda que “si caemos en esa dinámica para distraernos, para obtener estímulos positivos u olvidarnos de sensaciones negativas podemos caer en ese círculo vicioso, ser incapaces de solventar esas situaciones de otra manera”. Por eso, “hay que guiar a los más jóvenes, para que tomen decisiones conscientes”, zanja.