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Los árboles y el bosque del ciclismo vasco

La representación vasca en el Tour se reduce a Ion Izagirre y Alex Aranburu, una realidad del declive de la pujanza del pelotón de Euskal Herria, que obligará a un cambio de paradigma para repensar el futuro

Los árboles y el bosque del ciclismo vascoSprint Cycling

Durante los años estimulantes y gloriosos del Euskaltel-Euskadi en el Tour, cuando las laderas de los Pirineos se convertían en marea humana de color naranja, la Grande Boucle se llenaba de dorsales vascos, hijos de la dinastía vasca, de un sistema, rematado por el Euskaltel-Euskadi, que reflejaba la presencia de una cantera bien nutrida y dominante.

En esa cotidianidad que bebía de los fastos de los días felices, de las campanas de boda, de las tracas finales, de la memoria de grandes campeones y del pálpito del ciclismo, floreció un jardín tan exuberante que fue bosque magnífico, repleto de árboles maravillosos de distintas especies. Entre esos árboles paseó silbando el ciclismo vasco, despreocupado porque la raíz siempre ofrecía un fruto magnífico.

Fueron cursos estupendos por la amplitud de la representación más allá de la cúspide de victorias en la carrera francesa. La desaparición del Euskaltel-Euskadi del mapa del Tour fue el aviso de que comenzaba otra época. El ombliguismo es difícil de detectar cuando se desacredita la autocrítica.

El desplome no fue inmediato, pero se inició una decadencia que aflora más de una década después. Los últimos herederos de aquel ecosistema están cerrando sus carreras y el relevo, en cuanto a cantidad y calidad, se antoja deficitario.

El Tour que arrancará el sábado en Lille solo congregará a Ion Izagirre y Alex Aranburu en la línea de salida, la participación más exigua de representantes vascos de los últimos años tomando como referencia el año después del quebranto del lujoso Euskaltel-Euskadi.

El de Ormaiztegi, vencedor de dos etapas en la Grande Boucle, tiene 36 años y es uno de los últimos mohicanos del sueño que movilizó a un país alrededor de un equipo ciclista. Le acompañará el de Ezkio, que pertenece a la generación huérfano del primigenio equipo naranja. Él se subió al profesionalismo desde el Euskadi-Murias. 

En los años posteriores al gran desencanto, el armazón se sostuvo con decoro por la herencia de una sistema robusto (calendario, equipos, organizaciones) que mantenía el rostro fresco. Euskal Herria envió en ese tiempo a una representación notable al gran escaparate del ciclismo.

Sin embargo, el corpus del ciclismo fue mutando hacia un modelo mucho más globalizado e inflacionista que ha ido horadando el arquetipo que resultaba exitoso. Las termitas que agitan los nuevos tiempos exigen revisar el universo del ciclismo vasco para que este continúe manteniendo el pulso y siendo competitivo.

Repensar el modelo vasco

David Etxebarria, vencedor de dos etapas del Tour, director del equipo aficionado Grupo Eulen-Nuuk y seleccionador de Euskadi, sentencia que “o cambiamos de mentalidad y forma de trabajar o estamos muertos. Se necesita otro tipo de apuesta”.

Para Etxebarria “es necesario repensar el modelo del ciclismo vasco para recuperar presencia en el Tour, que no deja de ser la carrera a la que van los mejores y cada vez son menos los ciclistas vascos que están ahí”.

Vascos en el Tour

2025 (2)

Ion Izagirre y Alex Aranburu.

2024 (6)

Jonathan Castroviejo, Pello Bilbao, Mikel Landa, Ion Izagirre, Alex Aranburu y Oier Lazkano.

2023 (7)

Jonathan Castroviejo, Omar Fraile, Pello Bilbao, Mikel Landa, Ion Izagirre, Gorka Izagirre y Aranburu.

2022 (4)

Imanol Erviti, Jonathan Castroviejo, Ion Izagirre y Gorka Izagirre.

2021 (7)

Jonathan Castroviejo, Imanol Erviti, Pello Bilbao, Alex Aranburu, Víctor de la Parte, Omar Fraile y Ion Izagirre.

2020 (9)

Jonathan Castroviejo, Mikel Landa, Pello Bilbao, Imanol Erviti, Omar Fraile, Ion Izagirre, Gorka Izagirre, Mikel Nieve y Romain Sicard.

2019 (7)

Jonathan Castroviejo, Mikel Landa, Pello Bilbao, Imanol Erviti, Omar Fraile, Gorka Izagirre y Sicard.

2018 (8)

Jonathan Castroviejo, Mikel Landa, Imanol Erviti, Gorka Izagirre, Ion Izagirre, Mikel Nieve, Omar Fraile y Romain Sicard. 

2017 (8)

Mikel Landa, Mikel Nieve, Jonathan Castroviejo, Imanol Erviti, Markel Irizar, Haimar Zubeldia, Ion Izagirre y Romain Sicard.

2016 (8)

Mikel Landa, Mikel Nieve, Imanol Erviti, Gorka Izagirre, Ion Izagirre, Markel Irizar, Haimar Zubeldia y Romain Sicard. 

2015 (6)

Jonathan Castroviejo, Imanol Erviti, Gorka Izagirre, Markel Irizar, Haimar Zubeldia y Romain Sicard.

2014 (9)

David López, Mikel Nieve, Xabier Zandio, Imanol Erviti, Beñat Intxausti, Ion Izagirre, Markel Irizar, Haimar Zubeldia y Egoitz García.

Sostiene el seleccionador de Euskadi que la herencia que dejó el Euskaltel-Euskadi ha servido para maquillar el declive de una propuesta que exige una profunda reformulación.

“Mirábamos el escaparate pero se nos olvidaba mirar a la base. Es evidente que después de la generación de Izagirre, Pello, Landa o Castroviejo, no hay un relevo claro. Además ya son muchos los que se han retirado o están a punto de hacerlo. Hay un valle y en los dos o tres próximos años esa tendencia se va a acentuar. El modelo que había y que funcionaba se ha agotado. Está claro. Éramos dominantes a nivel estatal y eso también está cambiando. Las cosas no ocurren porque sí”.

Consciente de que el ciclismo base de Euskal Herria cuenta con un gran calendario respecto al número de pruebas, Etxebarria señala que la carencia es el nivel de la citas y la querencia desmedida por lo territorial.

Subir el nivel

“Hay que subir el nivel de categoría de las carreras. Si no compites con los mejores es difícil que puedas generar buenos ciclistas. En la Copa de España sub’23, ningún ciclista vasco ha hecho podio. Eso es significativo. Además, aquí existe una tendencia a que cada federación defienda su calendario propio y eso es contraproducente para el futuro del ciclismo de Euskal Herria", expone Etxebarria.

"En ocasiones unas carreras se solapan con otras y eso imposibilita un mayor competitividad. Por ejemplo, las dos mejores vueltas de juveniles coinciden en fechas. Eso no tiene sentido”, describe el seleccionador, que aboga por una concentración de carreras, un calendario unificado, para elevar el nivel de las mismas y fortalecerlas, así como la internacionalización del calendario. 

Internacionalización

“Hay que olvidarse del modelo tradicional porque con lo que valía hace unos años ahora no llegas y te quedas fuera de juego. Ahora las grandes estructuras pescan entre los juveniles y creo que estos tienen que correr un calendario con incursiones en carreras de Francia, Italia o Bélgica para que puedan mejorar el nivel, al igual que se hace en otros países”, analiza Etxebarria.

Es consciente el seleccionador vasco de que el desafío exige “una reformulación profunda de lo que hemos conocido. Tenemos que hacer autocrítica y buscar entre todos, instituciones incluidas, una solución. Ya vamos tarde y tenemos que espabilar. Si en dos o tres años no hemos cambiado el modelo, estamos muertos”.

Tal vez el ciclismo vasco se acomodó mirando, hamacado desde la terraza de la suficiencia, los bellos y floridos árboles que impidieron ver el bosque, cada más enfermo y deforestado.