Sonará como suene, pero Tadej Pogacar ganará mañana todo un Giro de Italia llevándose cinco etapas (al menos) por el camino, aventajando en siete minutos (por lo menos) al segundo, y dejando aun así la sensación de no haberse exprimido totalmente. Su superioridad ha sido tal que ha podido avasallar en lo estadístico y ahorrar en lo físico, circunstancia esta última que no va con su forma de ser y de correr, pero que cobra sentido al figurar el Tour en el horizonte. Tras asegurarse el rosa de Italia, el esloveno va ahora a por el amarillo de Francia, con cinco semanas de separación entre ambas rondas. La apuesta resulta valiente y ambiciosa, porque los dos últimos ciclistas que doblaron con todas las de la ley, Froome y Dumoulin en 2018, lo hicieron animados por un calendario muy particular.
El precedente
Los caprichos de la agenda quisieron aquella temporada que hubiera seis semanas de reposo entre carrera y carrera, así que británico y neerlandés decidieron asaltar la general de ambas pruebas. El primero ganó el Giro y fue tercero en el Tour de Geraint Thomas. El segundo firmó dos buenas segundas plazas, sin ofrecer la sensación en la ronda gala de poder asaltar realmente el triunfo. Se instauró así en el mundillo la lectura, muy poco rebatida, de que el ciclismo moderno imposibilita ganar a los mejores en julio cuando has apurado en mayo. A ver qué hace Pogacar en el propio Tour este verano... aunque siempre quedará el asterisco de lo que haya podido guardar durante las últimas tres semanas. Algo de energía sí que ha logrado conservar.
Pantani e Indurain
Los dos últimos corredores que han enlazado en un mismo año victorias en Giro y Tour son Marco Pantani (1998) y Miguel Indurain (1992 y 1993). La hazaña del italiano puede equipararse a la que busca ahora Tadej, porque justo cinco semanas separaron entonces ambas pruebas. Los dobles triunfos del navarro, mientras, pertenecen ya a otra época, a unos tiempos en los que la Vuelta a España se corría en abril y el propio Giro invadía medio junio. El campeón de Villava solo tuvo 20 días para descansar entre los finales italianos y los arranques galos, pero aquel ciclismo no solo resultaba diferente en materia de agenda, también en cuanto a conceptos de preparación. Los grandes líderes comenzaban a competir bien entrada la temporada, y sin grandes objetivos a corto plazo. Este año, mientras, Pogacar ya se estaba exhibiendo el 2 de marzo en la Strade Bianche, manteniendo luego esa tónica en Volta a Catalunya y Lieja-Bastoña-Lieja.
El otro asterisco
Será raro este próximo Tour. Contará con la mencionada interrogante sobre Pogacar: ¿ha nadado en el Giro guardando la ropa? Tiene esa pinta, pero en el cuerpo lleva casi 4.000 kilómetros de tensión, puertos y complicadas condiciones meteorológicas en el norte de Italia. Sucederá también, en cualquier caso, que su principal rival, el único corredor aparentemente capacitado para batirle, se plantará en la salida de Florencia (sí, de Florencia) tras una campaña marcada por el tortazo de la Itzulia. Hablamos, obviamente, de Jonas Vingegaard. ¿Y qué hay de los demás? Durante el mes ciclista de entreguerras, ese junio de campeonatos nacionales y vueltas preparatorias, nos fijaremos más en Dauphiné que en Suiza, porque será en la región francesa donde coincidan Evenepoel y Roglic. La caída en el descenso de Olaeta no les mermó tanto como al propio Vingegaard, una circunstancia que, sobre el papel, igualará la batalla planteada a comienzos de temporada. Se hablaba entonces de cuatro candidatos a ganar el Tour... Pero en realidad solo había dos. Quizás el desgaste esloveno y el infortunio danés equilibren ahora la balanza. Lo contaremos por aquí durante el esperadísimo julio.