A los suburbios de París, la ciudad de la luz, no les sobra el fulgor, precisamente, tampoco la luminosidad, aunque el botón de ignición de la París-Niza, la Carrera del Sol, se apretó en uno de sus banlieue. En Les Mureaux, la industria se dedica a la fabricación de accesorios y piezas de cohetes espaciales.

También se producen elementos del cohete Ariane, el dedo europeo que apunta a la Luna y hace dibujos en el espacio en forma de artefacto. De bicis voladoras se recuerda aquella de Elliot, con E.T. en la cestilla y su silueta iluminada por la luna. La imaginación hizo el resto.

Nada mejor para ver las estrellas o el alunizaje de la nave de Georges Méliès en el cine primigenio. Aquel Viaje a la Luna de 1902, basada la película en la obra De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, visionario y escritor, un hombre capaz de desencriptar el futuro.

Esa cápsula espacial que se clavó en superficie de la Luna en la película de ciencia ficción de Méliès la impulsó la patada explosiva de un cañonazo. 

En Les Mureaux también hubo una detonación, la de Olav Kooij, que reaccionó la salva de Mads Pedersen para llegar a su Luna. Allí posó como El principito, el cuento que ideó Antoine de Saint-Exupéry, que fue aviador y escritor.

A la velocidad de los cohetes pelearon dedo a dedo por aterrizar en la victoria Kooij y Pedersen en un llegada en rampa. El danés, sobresaliente en el comienzo del curso, enamorado de las carreteras francesa, fue el primero en despegar. Fuerte, tenso y convencido.  

Una rampa de lanzamiento ideal para el excampeón del mundo salvo por la resistencia de Kooij, que se emparejó sin titubear. Esprintaron en paralelo en un pulso formidable. Pedersen no decaía y Kooij apretaba. Ninguno concedía nada. Un esprint en apnea. Carrera espacial.

Kooij derrotó a Pedersen por unos centímetros. El cosmos en un palmo. Clavó su bandera en el primer acto de la Carrera del Sol. Lució de amarillo, líder inaugural de la carrera. Kooij, joven de 22 años, velocista, 31 victorias desde que se instalara en el profesionalismo, no mira a la atalaya de la general. 

Evenepoel no espera

Ese estímulo propulsa a Remco Evenepoel, Primoz Roglic o Egan Bernal. En el ciclismo en el que cualquier segundo es un pepita de oro y tal vez una fortuna, la bonificación de Montainville sirvió para agitar a los favoritos, dispuestos a rascar.

Evenepoel, piernas nerviosas, agarró cuatro segundos para su petate. Bernal se quedó con un par de chasquidos. El colombiano, tercero en O Gran Camiño, quiere recuperar su mejor versión. Comienza a parecerse al ciclista que fue.

Roglic, debutante en la presente campaña no pudo sumar ventaja para su causa, pero reaccionó cuando el belga y el colombiano se encresparon y trataron de enredar.

El esloveno frunció el ceño e intervino en Herbeville, una de las cotas que daban relieve a la jornada. Remontó con serenidad y facilidad. Lo que pretendía ser una rebelión quedó sofocada.

Pello Bilbao tampoco perdió el paso tras la advertencia. Sólo el chispazo de Turgis trató de prender una mecha alternativa a la rivalidad entre los velocistas, ciclistas con aspecto de astronautas y piernas de fuego en la rampa de despegue de Les Mureaux, donde prendió el cohete Kooij. 

PÁRIS-NIZA

Primera etapa

1. Olav Kooij (Visma) 3h36:28

2. Mads Pedersen (Lidl) m.t.

3. Laurence Pithie (Groupama) m.t.


General

1. Olav Kooij (Visma) 3h36:18

2. Mads Pedersen (Lidl) 4’’

3. Matteo Jorgenson (Visma) m.t.