No es Pello Bilbao un ciclista amante de la grandilocuencia y de la pose. El vizcaino se aleja de los focos. No los necesita. La luz que proyecta emana desde la carretera, su púlpito. Prefiere el trabajo, la laboriosidad y el verbo escueto para expresarse en la competición, que ama.

Inició Pello Bilbao la pretemporada con la idea de siempre, la que le acompaña pegado a su perfil de hilo: quería mejorar. Invirtió mucho tiempo y dedicación para obtener más eficiencia de su pedalada. En el camino buscó un rodar más académico, que respondía a dar con una mayor eficacia. Si la pedalada es más limpia, el desgaste es menor. Quiso dotarse de valor añadido el vizcaino. Pello Bilbao fluye mejor.

Probablemente ese detalle no le concedió la victoria en la última etapa del Tour de Alemania, pero seguro que contribuyó a ello, al igual que le confianza que destila por los resultados de una gran campaña. Pello Bilbao está hambriento. Le pueden las inquietudes, la necesidad de aprender para ser más competitivo en un ciclismo cada más urgente y veloz.

NUEVOS RETOS

El gernikarra, siempre a la búsqueda de nuevos retos, espíritu aventurero el suyo, decidió tachar la Vuelta de su calendario. Tampoco acudió al Tour. Después de dos campañas doblando grandes vueltas quiso explorar otros territorios y adentrarse en la adrenalina que dan la pruebas más cortas, chispeantes y adrenalíticas, donde se busca el frenesí. El gernikarra tiene reprís.

Pello Bilbao se desenvuelve de maravilla en distintos registros. Polivalente. Su paleta de colores es muy amplia. Dispone de un gran catálogo. Por eso conquistó la etapa final del Tour de Alemania, carrera que finalizó en segunda posición en la general, tras resolver en un esprint entre un grupo selecto. Además, se vistió de verde, el mejor de la regularidad. Eso distingue a Pello Bilbao, un excelente competidor. Su palmarés le define.

GRAN TEMPORADA

En lo que va de curso ha vencido una etapa en la Itzulia, logró otra en el Tour de los Alpes y en Alemania obtuvo su tercer laurel de la campaña. Cuando se trata de observar su impacto en las generales, el rendimiento del vizcaino es igualmente ilustrativo. Fue quinto en el Giro de Italia, tercero en el Tour de Polonia, cuarto en el Tour de los Alpes, quinto en la Itzulia, quinto en la Strade Bianche y noveno en la Tirreno-Adriático. En el cierre del Tour de Alemania en Stuttgart, una de las cunas de la automoción, Pello Bilbao mostró su fiabilidad.