donostia. Eufórico, aún incrédulo por la magnitud de su victoria, Ion Izagirre (Ormaiztegi, 4-II-1989) no paraba de repetir para sus entrañas: "¡Esto es la hostia!". Ha pasado más de una hora desde que el de Euskaltel-Euskadi lograra la victoria de etapa y, sin tiempo de haberse podido reunir con el resto de sus compañeros de equipo, no paró de recibir las felicitaciones de todos los que se cruzan con él.

Ha hecho una lectura de carrera perfecta. Ha sabido aguantar al principio de la subida y ha asestado el golpe definitivo en el instante preciso. ¿Cómo ha vivido la etapa desde dentro?

Tenía muy buenas sensaciones al principio de la jornada. Sabíamos que era la última etapa en la que la fuga iba a tener opciones de llegar a meta y no he dudado en intentarlo en todo momento.

El alto ritmo del pelotón en la primera hora ha impedido que la fuga se realizase antes del kilómetro 60.

Yo estaba tranquilo. Al principio hemos rodado como balas y así era imposible que alguien pudiera coger distancia con respecto al grupo principal. He sabido mantener la calma. Cuando el ritmo ha bajado, a la segunda ha ido la vencida.

Con otros nueve compañeros de fatiga, ¿qué corredores eran los que más le preocupaban para luchar por el triunfo de etapa?

En el llano las ruedas a vigilar eran las de Lars Ytting Bak y Nikolas Maes. Por suerte entraba el aire de cara y eso ha hecho que fuésemos todos juntos hasta justo antes del repecho final. Hemos entrado todos al relevo y el entendimiento ha sido total. Domenico Cavallo me ha dicho que la rueda a vigilar en la última subida era de la José Herrada y he intentado tenerle vigilado y pegarme a él lo máximo posible.

Cuando ha atacado nadie ha podido seguirle y poco a poco ha ido abriendo hueco con respecto a sus perseguidores. ¿Ha temido en algún momento por la victoria de etapa?

Al principio de la subida he aguantado bien los movimientos de Herrada y de Frank. Luego he cogido unos metros de ventaja con el corredor del BMC y, a falta de poco más de 3 kilómetros para la meta he pegado el último hachazo. He tratado de controlar la ventaja con la mirada y en un momento de la ascensión ha habido un instante en el que me ha dado la sensación de que De Marchi se estaba acercando mucho a mí. He apretado los dientes y he seguido a mi ritmo. Los dos últimos kilómetros, una vez acabado el repecho, se me han hecho eternos, la carretera picaba bastante hacia arriba, aunque no daba esa sensación.

Ha tenido tiempo de saborear la victoria. ¿A quién le dedica este triunfo?

Por suerte he podido entrar tranquilo en meta. Tenía suficiente ventaja como para poder disfrutar de la victoria. El triunfo se lo dedico a todo el equipo, que está haciendo un grandísimo trabajo en el Giro, entrando en muchas fugas. También a mi familia, a los amigos... y a mi novia, que está aquí siguiendo la carrera.

Han cumplido uno de los objetivos que se marcaron para la carrera italiana, ganar una etapa. Ahora toca disfrutar.

Y seguir luchando. Podremos afrontar las últimas jornadas con mayor tranquilidad, pero tenemos unos objetivos marcados con Mikel Nieve y tenemos que estar a su lado para ayudarle. Ojalá repita el éxito del año pasado. Esta noche -por ayer- tendremos una buena cena y brindaremos con champán. a. martínez