SI hubiera hecho caso a su familia, Wouter Weylandt no habría practicado nunca el ciclismo. Sus padres, maldito destino, lo consideraban un deporte peligroso y preferían que su hijo siguiera en el atletismo, pero Wouter, con 15 años, se empeñó en ser ciclista. Durante todo el invierno previo a la temporada 2000, se encontró con la oposición paterna y no pudo entrenarse. Y así, sin preparación, fue a la primera carrera, en el segundo año cadete, en la que abandonó por una avería de su bicicleta. En la siguiente competición, abandonó al verse envuelto en una montonera, pero no se rindió. A la tercera fue la vencida: se clasificó en el puesto veinte y lo tuvo claro: “Sentí una gran pasión por el ciclismo”, explicó en su biografía.

En su primer año junior, con el maillot del Vanhulle que dirigía el exciclista Erwin Delanghe, acumuló “un montón de experiencia”. En 2002 recaló en una de las mejores formaciones belgas, el Mez Team Belgium, que le permitió salir a correr a Europa. Logró cuatro triunfos, y casi no se bajó del top 10, lo que le abrió las puertas del Bikeland Bornem, con el que completó sus dos temporadas sub’23, que compaginó con sus estudios de Educación Física.

En la segunda campaña, 2004, se adjudicó el prestigioso GP de Waregem por delante de Sébastien Minard, primer líder de la Vuelta al Bidasoa de aquel año. Asimismo, fue tercero en la París-Roubaix, en la que Koen de Kort remató el dominio del segundo equipo de Rabobank.

Esos resultados llamaron la atención de Patrick Lefevere, que le hizo un hueco como stagiare en el Quick Step, y ya fue duodécimo en la general del Circuito Franco-Belga. Con 20 años recién cumplidos y un contrato firmado por dos temporadas con la formación de Tom Boonen, sintió “vergüenza y decepción” al retirarse en el Mundial de Verona al acusar los esfuerzos de un año intenso.

Su debut profesional (2005) no fue sencillo, pues una mononucleosis detectada en el Tour Down Under le tuvo en el dique seco hasta agosto. Pronto se hizo un hueco en la guardia pretoriana de Boonen, “una referencia” para él. Su progresión siempre fue al alza. En 2008 le batió a Koldo Fernández de Larrea en la meta de Valladolid de la Vuelta a España y en 2010, hace justo hoy un año, venció en Middelburg otra etapa del Giro de Italia en una jornada plagada de caídas. Ayer, en cambio, no pudo esquivar la guadaña.