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Samuel es el más vivo de una Vuelta aún con vida

El asturiano de Euskaltel-Euskadi logra su segundo triunfo en Arrate, que no decidióOnce ciclistas se disputaron la etapa y se jugarán en Zalla la Vuelta, que sigue encabezada por Joaquim Rodríguez

Samuel es el más vivo de una Vuelta aún con vida

Samuel Sánchez (Euskaltel)4h42:37

Andreas Kloden (RadioShack)m.t.

Alexander Vinokourov (Astana)m.t.

GENERAL

Joaquim Rodríguez (Katusha)17h12:43

Andreas Klöden (RadioShack)m.t.

Samuel Sánchez (Euskaltel)m.t.

La etapa de hoy, 4ª: Eibar-Zalla, 179 kms. ETB 1, 15.30 horas. ETB-Sat, 20.30.

Eibar. Samuel Sánchez volvió a ser Samuel, el cheque en blanco para Euskaltel-Euskadi, ese ciclista astuto y hábil capaz de leer la carrera como pocos y hasta arrebatar el Olimpo a un viejo zorro como Davide Rebellin. Recientemente las ansias le habían jugado una mala pasada ante rivales más lentos, pero ayer no le hirvió la sangre. Lo único que se calentó fue la climatología. Se había cegado con Andy Schleck en Morzine Avoriaz y tampoco fue capaz de doblegar a Andreas Klöden en un eterno sprint en la París-Niza, aunque entonces las fuerzas también contaban. "No me gusta mirar atrás, solo tomo nota para aprender", había dicho el asturiano, ayer un torrente de sangre fría. Una horchata sobre la caldera de Arrate. Durante la subida echó el ancla a la cola del grupo de favoritos, resguardado del viento sur que resecaba la garganta. Para abajo, camino de meta, cuando el reloj de Tondo apuraba el último puñado de la arena que amasó para arriba, Samu dejó hacer a Andy Schleck y a Alexandre Vinokourov, protagonistas a falta de 1.100 metros del ataque que parecía el bueno. El destino le tendía el cebo de la etapa, pero esta vez no picó a destiempo. Aguardó, templó, soltó el hilo para que otros tiraran de él, y a 500 metros del final empezó a recoger pita hasta pescar su segunda victoria consecutiva en el santuario eibarrés, donde Joaquim Rodríguez mantuvo su túnica amarilla.

"Las ganas de ganar me han dado el triunfo", indicó el asturiano, que remató la gran labor de Euskaltel-Euskadi durante la etapa, pero bien se pudo haber hecho con el liderato. Su trazada en la amplia curva a izquierdas que huele a meta fue media victoria. Pero el amarillo se le escapó en el siguiente viraje, a derechas, el último antes de la raya. Antes de negociarlo, disponía de un segundo de ventaja que Andreas Klöden enjugó mientras Samu se dedicaba a mirar para atrás y saborear la victoria. La ocasión lo merecía: "Mi difunto abuelo siempre venía a esta etapa a verme. Va por él, esté donde esté". Amén.

Tras 673,2 kilómetros y 25 puertos superados en cuatro días, tres de ellos bajo la canícula, las fuerzas están justas. Quedó patente en la ascensión a Usartza, camino del santuario, donde el viento en contra aniquiló cualquier idea de ataque y quien más quien menos se agarró al virgencita, virgencita… por lo que Arrate no decidió la Vuelta. La dejó como estaba. De los quince primeros de la general en la salida de Amurrio, que estaban en un margen de 18 segundos, once se disputaron la victoria parcial. Solo faltaron Vasil Kiryienka, Frank Schleck, Jurgen Van den Broeck y Damiano Cunego. Da igual lo que se dejaran bajo la pancarta. Esta Vuelta no perdona: si un día fallas, adiós, amigo.

La etapa contó con tres valientes, escapados desde el kilómetro 20: Michael Albasini (Highroad), el suizo que en 2009 ganó en Güeñes tras una jornada dantesca, el ruso Maxim Belkov (Vacansoleil) y el extremeño Julián Sánchez Pimienta, que, por fin, daba al Caja Rural -que ayer perdió a Iñigo Cuesta- el protagonismo de una escapada que el equipo navarro venía buscando desde Zumarraga: "Lo estábamos intentando, pero no hay más que fijarse en qué ciclistas las han ido cogiendo", valoraba Xabier Artetxe. Y bastaba reparar en la etapa como para pensar que la empresa era una quimera. "Ganar en Arrate da prestigio y sabe especial", indicó Samuel. Por ese motivo Euskaltel-Euskadi no dudó en colaborar con el Katusha del líder para que la aventura no prosperara. Les dejaron 12:20 antes de afrontar los siete puertos de la jornada, lo que les permitió superar seis de ellos. Les faltó uno, el gordo. El de sabor especial.

Katusha, Euskaltel y Leopard A pie de Arrate se llegó a bloque. Leopard-Trek dio el último acelerón, pero el trabajo de verdad lo hicieron primero Juanjo Oroz con Vladimir Karpets y Eduard Vorganov y, después, Iñaki Isasi e Iván Velasco, con el paréntesis de Sergio Paulinho en el primer paso por Ixua. La cadeneta luxemburguesa fue clara: Voigt aprieta las clavijas desde la entrada de Eibar y Fuglsang exprime el pelotón en la primera rampa, a la espera de que los Schleck explotaran la lanzadera, pero el eslabón de los hermanos se rompió.

Fabio Duarte, cómo no, fue el primero en salir, demasiado pronto, y, ante la parsimonia de los favoritos, Frank Schleck arrancó a más de 5 kilómetros de meta. Con él se fue Xavier Tondo, lo que apaciguó cualquier tentativa de ataque en tromba del Movistar. El catalán, ese ciclista que despegó cuando se enteró de que entrenaba demasiado, enfiló solo los últimos 4 kilómetros, cuando atesoraba 20 segundos de ventaja. Por detrás, la vigilancia era total, aunque a varios se les escapaba la carrera. Luis León, menguado por una caída, contribuyó a que el grupo no parara, siguiendo la inercia que marcaba el viento en contra. El murciano era el único que no se exponía a ser remachado y tiró de Gesink mientras pudo, hasta que Vinokourov arrancó la moto cerca de la cima. Esta vez el kazajo no ganó, pero afianzó las credenciales que presentó en Murgia: "Día a día voy mejor, y voy a pelear", dijo. Lo ha hecho siempre.

La Vuelta se la jugarán entre once ciclistas. Diez si se descarta a Andy Schleck, que está a 18 segundos y en la crono se dedicará a amortiguar la caída. En cualquier caso son muchos. Más de los esperados cuando la ronda arrancaba de Zumarraga. De cara a la cronometrada, Purito, Hesjedal y David López también pensarán más en defender que atacar. Si no lo evita hoy un sorpresón, al resto le puede valer con cerrar los ojos, apretar los dientes y esperar que salga la contrarreloj que son capaces de soltar. Mañana no valdrá otra cosa. La astucia solo decidía ayer, y Samuel fue el más vivo.