Eibar. Y eso que era día de labor. Si ayer llega a haber sido festivo, las rampas que se bifurcan hacia Ixua y Usartza habrían colgado el cartel de overbooking. El de no hay billetes no, porque afortunadamente el ciclismo aún no pasa por caja.

La afición ha respondido durante toda la Vuelta, y en la etapa reina no iba a menos. La climatología contribuyó a la fiesta. Hasta la una de la tarde, solo unas decenas de cuadrillas con mesas de acampada permanecían apostadas en cada txoko de césped. Pero conforme se sucedían los minutos, llegó la muchedumbre.

La peña de Juanma Garate, los seguidores de Amets Txurruka o hasta el propio Marino Lejarreta, exdirector de la Once y Liberty junto a Manolo Saiz, que también siguió la etapa, no perdieron la ocasión de ver pasar dos veces al pelotón.

Lo más comentado por la afición fue la diferencia de ritmo entre la primera ascensión y la segunda. Por ello por Ixua coronó casi un centenar de corredores y por Usartza solo los once que se jugaron la etapa que ganó Samuel.