"Llevo un año, bueno, 360 días, esperando a defender el dorsal 1; tenía ganas de volver"
Chris Horner asegura estar "motivado y en forma" para intentar "ganar" la VueltaJunto a Klöden y Leipheimer, lidera un potente RadioShack en el que Haimar Zubeldia causa baja por un fuerte resfriado
Donostia. Chris Horner está repitiendo los pasos que le condujeron al triunfo en la Vuelta al País Vasco 2010. Entonces los recorrió en silencio, casi de incógnito, anónimo, agazapado en un segundo grupo de outsiders. En los prolegómenos de la ronda, la atención mediática la acaparaban Alejandro Valverde o Samuel Sánchez. Pero ahora, tras su formidable éxito en la pasada edición y su gran rendimiento en la reciente Volta a Catalunya, los flashes alumbran a este californiano entre los grandes favoritos a calarse la txapela en Zalla.
Horner ha calcado los hábitos del último abril. El viernes por la tarde condujo desde Denia, donde se ha estado entrenando tras la Volta a Catalunya, hasta Donostia, a la casa de Imanol Aiestaran: "Coincidimos juntos en el equipo Webcor, e hicimos muy buena relación", explica el exciclista donostiarra.
Esa noche cenó en un restaurante italiano con los hermanos Imanol y Patxi Aiestaran y Asier Maeztu, y ayer, junto al pistard y su compañero en RadioShack Markel Irizar, se entrenó durante 70 kilómetros para supervisar la parte final de la primera etapa de la Vuelta al País Vasco, en especial el repecho de La Antigua. Luego, Maeztu, que ya le hizo de cicerone el año pasado en las etapas de Orio, le guió en coche por el trazado de la segunda jornada: "Hemos visto Huitzi, Leaburu y Azpiroz. Me parece una etapa durísima, más que la primera, que es muy ratonera, con muchas subidas y bajadas, muchas curvas, muy estresante", opina Maeztu, quinto en la persecución olímpica y octavo en la individual del reciente Mundial de Apeldoorn.
A Horner, que ayer se concentró ya con su equipo en Donostia, le gusta lo que ve. "La Vuelta al País Vasco es una gran carrera, dura y con grandes nombres. Es uno de mis mejores triunfos de mi carrera", valora. Su voz desprende cierto entusiasmo. La ilusión de un niño de casi 40 años. "Tenía ganas de volver a esta carrera. Se ha acabado la espera de 365 días, bueno, mejor 360, para defender mi triunfo de 2010, mi dorsal 1".
En las 50 ediciones previas de la carrera, solo cinco ciclistas se han impuesto en años consecutivos: Maurice Dewaele (1928 y 1929), José Antonio González Linares (1977 y 1978), Sean Kelly (1986 y 1987), Tony Rominger (1992, 1993 y 1994) y Alberto Contador (2008 y 2009). Horner aspira a ser el siguiente: "Estoy en buena forma y muy motivado. Los directores y el equipo me apoyan, y vengo a ganar", arropado por un potente RadioShack, en el que compartirá galones con Levi Leipheimer y Andreas Klöden, que vienen de brillar en Volta y Critérium Internacional, respectivamente: "Venimos a ganar", advierte de nuevo. A su lado no estará Haimar Zubeldia, al que la lluvia de la última etapa de la Volta le generó un resfriado del que no se ha recuperado a tiempo.
No le preocupan los adversarios: "El nivel es muy alto, parecido al del año pasado: Valverde ganó dos etapas, Joaquim Rodríguez, primero del ranking mundial, otra; Samuel Sánchez, campeón olímpico, ganó en Arrate; Freire, varias veces campeón mundial, también venció, aunque luego le descalificaron. Este año será igual de duro. Quizá Basso es la novedad más importante respecto al año pasado", reflexiona el californiano.
SE MACHACA ENTRENANDO Horner nació circunstancialmente en Okinawa, en Japón, donde su padre estaba destinado en una base militar de las fuerzas armadas estadounidenses. Tiene fama de bohemio, de sentirse incómodo encorsetado en los estereotipos convencionales. De cuidarse lo justo: "Si no se cuidara, no habría llegado a los 40 años y a este nivel", reivindica Aiestaran, "lo que no quita que, como buen americano. le apasionen las hamburguesas".
"Mi dieta varía. Cuando no estoy entrenando mucho, me cuido más. Pero hoy -por el viernes-, por ejemplo, he tomado cuatro cocacolas, un snickers, dos kit-kats, alguna galleta... pero he entrenado seis horas", puntualiza Horner.
Más que sus explicaciones, convence un dato: este año no había corrido nada hasta la Volta a Catalunya, y acabó cuarto. Se había entrenado en casa. "Quise retrasar el inicio de temporada porque iba a acumular muchas carreras seguidas que quiero hacer bien: Volta, País Vasco, las clásicas de las Ardenas y la Vuelta a California", su tierra.
Vive en Bend (Oregon), donde también lo hacen sus tres hijos y la madre de ellos, pero "cuando quiero entrenar bien con buen tiempo, bajo unas semanas a San Diego (California)", la ciudad donde están sus orígenes: "Allí crecí y fui a la escuela".
CHRIS Y LANCE, VIDAS CRUZADAS En su trayectoria, se ha topado en varios momentos con Lance Armstrong, un mes mayor, con quien hubo un tiempo con el que mantuvo cierta frialdad para unirse después en Astana y RadioShack. El propio tejano promocionaba ayer en su twitter la celebración en agosto de la Cascade Gran Fondo, un stage cicloturista con Horner como protagonista.
Horner debutó como profesional en 1996 con el Nutra Fig, cuando Armstrong ya era campeón mundial y ganador de la Clásica y dos etapas del Tour. Ese año, Chris logró un triunfo en el Tour Dupont, en el que Lance se anotó seis etapas y la general.
En una prueba sudafricana, le descubrió su gran valedor, Alain Gallopin. El ahora director de RadioShack entonces estaba en la Française des Jeux y recomendó su fichaje a Marc Madiot. Pero no triunfó en sus tres años en Francia. "Me resultó muy difícil vivir en Europa. Parece increíble, porque solo han pasado 14 años, pero entonces nadie tenía un ordenador portátil. Eso demuestra lo viejo que soy", bromea. "Ahora es más fácil hablar con mi novia y mis tres hijos, de 13, 11 y 9 años. Entonces me era difícil estar fuera de casa con un niño pequeño. Ahora, estoy entrenando, paro a descansar y les mando una foto de donde estoy o adonde voy. En 1997 no podía hacerlo".
En 2000, volvió a Estados Unidos, al Mercury, en el que en 2001 volvió a reunirse con Gallopin. En 2002 (Prime Alliance), 2003 (Saturn) y 2004 (Webcor) ganó el ranking norteamericano. "Andaba un montón -apunta Aiestaran-. Ganaba muchas carreras, sobre todo vueltas con montaña y alguna contrarreloj. Quería volver a intentarlo en Europa. Le hacía ilusión correr un Tour, y hablé con Matxin (Joxean Fernández) para que lo fichara para Saunier Duval. Era una bomba que debía explotar. Anduvo bien en Saunier (2005) y en Lotto (2006 y 2007, trabajando para Evans), pero es ahora cuando se ha visto al gran Horner que yo conocí". Entonces descubrió la verdad de su popular autocaravana: "En ella viajaba a las carreras por todo Estados Unidos, pero no vivía en ella arruinado. Eso es una leyenda", la del ciclista que mañana portará el dorsal 1.