Donostia. Tras reventar en mil y una escapadas, Rémy Di Gregorio explotó al fin de alegría bajo una pancarta. Algún día tenía que llegar un triunfo tras tanta fuga baldía, tantos kilómetros comiendo el viento para no levantar los brazos, como el jueves, cuando fue cuarto en un sprint entre cuatro en Belleville. Ayer, en la séptima etapa de la París-Niza, tras la que Tony Martin mantuvo el liderato, le bastó con un ataque en un momento clave, justo cuando Karsten Kroon era pasto del pelotón tras una larga fuga con Eric Berthou, a solo 13 kilómetros de la meta, en los que Di Gregorio logró la victoria de su vida. La que se sabía que algún día caería, pero siempre volaba.
El marsellés del Astana, que pese a no tener aún 26 años afronta su séptimo año profesional -los seis primeros en Française des Jeux-, estuvo cerca de, otra vez, quedarse con la miel en los labios. Tuvo siempre una veintena de segundos, sobre el pelotón, en el que Movistar quemaba naves, tras haber recibido antes la ayuda de Euskaltel-Euskadi.
Bajo la lluvia, y tras una etapa durísima por el itinerario y la climatología -frío y lluvia-, estuvo a punto de irse al suelo cuando la rueda trasera le patinó sobre la pintura de un paso de peatones, se le cruzó la bici al tiempo que se le escapaba un pie del pedal, pero salvó la caída. Sin embargo, con solo 18 segundos de renta, una paliza encima y una subida de un kilómetro hasta la meta, daba la sensación de que Di Gregorio volvería a caer en las redes del pelotón. Pero detrás no había mucha más fuerza que delante, y si la había, no salieron a relucir las mismas ansias de gloria que el bueno de Rémy. Al final, solo le sobraron cinco segundos sobre un Samuel Sánchez que, para una vez que gana el sprint del grupo, lo hizo tras un escapado. Dolió menos que la primera victoria de Euskaltel-Euskadi en 2011 la impidiera Di Gregorio, cuyo talento y arrojo hallaron, al fin, recompensa.
El fino y espigado escalador francés -mide 1,80m. y pesa 67 kilos- solo corrió un año como amateur, en La Pomme Marseille, tras ser campeón de Francia junior de crono. En 2005, la Française des Jeux lo reclutó con la etiqueta del nuevo Virenque, por su valentía y su facilidad para la escalada. Su triunfo parcial en el Tour del Porvenir (2006, el único hasta ayer) y la montaña del Dauphiné Libéré (2007), a punto de cumplir los 22 años, dispararon las expectativas en torno a su figura en un país tan necesitado de estrellas del pedal. Pero nunca terminaba de explotar: "No es culpa mía. Yo nunca me comparé con Virenque", contestó ayer. "Me gusta atacar, pero no tenía suerte y me solían cazar, como en la etapa de Hautacam del Tour 2008", cuando coronó en solitario el Tourmalet. "Por fin ha llegado, pero esto no me va a cambiar. El año pasado perdí un poco la confianza, pero Alexandre (Vinokourov) confió en mí para el Astana, donde sé que tendré que trabajar para él y Kreuziger".
La ronda acaba hoy con la tradicional etapa de Niza y los altos de La Turbie y Eze en 124 kilómetros. Cabe esperar que RadioShack (Klöden, Brajkovic y Leipheimer) trate de atacar a Tony Martin, que ayer se vio demasiado solo, sobre todo tras las caídas de Siutsou y Van Garderen.