Donostia. Quizá lo hizo porque, una vez superado el susto inicial y tras experimentar "una mejoría progresiva" según el parte médico del hospital de Módena donde continúa ingresado tras ser hospitalizado la madrugada del pasado domingo, era consciente de que su tormentosa carrera se podía detener definitivamente, por reincidente en un caso de dopaje. O puede que solo diga la verdad, algo que, a tenor de las reacciones suscitadas en Italia, pocos creen. Pero Riccardo Riccò negó ayer que el origen de la insuficiencia renal que puso en peligro su vida sea una autotransfusión realizada por él mismo el sábado, como argumentó el doctor Pavullo, uno de los médicos que prestó los primeros auxilios al italiano, quien, según el galeno, le había advertido que la sangre llevaba 25 días en el frigorífico, por lo que temía que la conservación pudiera haber sido inadecuada y fuera el posible motivo de su cuadro médico, reflejado en vómitos, mareos sin pérdida de conocimiento y 41 grados de fiebre. Según su padre, Riccardo ya fue hospitalizado de pequeño con los mismos síntomas.
Según La Gazzetta dello Sport, Riccò podría haber recurrido a la autotransfusión de cara al Tour del Mediterráneo, que arrancó ayer y que normalmente se suele decidir en las rampas de Mont Faron, meta que Riccò tenía marcada con una equis. Tras su indisposición, el Vacansoleil, que esperará a recabar más información antes de tomar posibles medidas contra su corredor, sustituyó a su líder por Frederik Veuchelen.
Registro en su domicilio Por su parte, el Comité Olímpico Italiano ha emprendido una investigación que, de confirmarse la autotransfusión, podría acabar con la carrera deportiva de Riccò, dado que se expondría a una sanción de por vida.
Las pesquisas ya han comenzado y la policía registró ayer el domicilio de Riccò, Vania Rossi y el bebé de la pareja en Serramazzoni, donde no hallaron ninguna bolsa de sangre congelada ni tampoco rastro del material propio de una transfusión sanguínea. Solo se incautó de alguna pastilla suelta y un frasco que serán analizados en un laboratorio.
El pasado viernes, la víspera de sentirse enfermo, Riccò acudió al prestigioso Centro Mapei, con el que inició una relación a través del reputado preparador Aldo Sassi -ya fallecido- a raíz de su regreso a la competición a finales de la pasada temporada tras cumplir una sanción de 20 meses -la pena le fue reducida en un cuatrimestre por colaborar con la justicia italiana- con motivo de su sonoro positivo con EPO Cera en el Tour de Francia 2008, y que fue el comienzo del fin de Saunier Duval.
El doctor Andrea Morelli informó de que el test de hemoglobina realizado el viernes a la Cobra -apelativo al que en foros italianos añaden el calificativo envenenada- fue "normal", recoge La Gazzetta dello Sport.
Hombres como Pozzato, Quinziato, Cancellara o Bettini han sido duros con Riccò. El suizo indica que "quien es idiota, lo es siempre".