Pau. 16ª etapa del Tour, 21 de julio de 2009, Bourg-Saint-Maurice. ¿Lo recuerda?
Sí, claro, se cumple un año y siento algo especial en el estómago. Fue el día más feliz de mi vida y eso nunca me lo van a quitar. Ese recuerdo lo voy a tener siempre ahí, aunque luego haya tenido que pasar el año más difícil de mi carrera deportiva.
¿Sigue siendo un recuerdo maravilloso?
Sin duda. Yo siempre he tenido un concepto particular del ciclismo. Para mí andar en bici nunca fue un trabajo, sino mi pasión. Pero lo del año pasado, con la victoria de etapa, cumplí el sueño que había perseguido desde niño. Una etapa en el Tour, en los Alpes, llegando solo, disfrutándolo… Fue impresionante. Ese recuerdo nunca me lo van a quitar.
¿Sigue teniendo fresco el sentimiento que le invadió aquel día?
Hace poco me encontré con un cicloturista que no conocía y me empezó a hablar de aquello, de que cuando gané la etapa se leía en mi boca todo lo que significaba para mí, que gritaba "hostia, hostia" y que mucha gente se quedó con ese desahogo, esa forma de expresar lo que sentía. Creo que soy una persona bastante expresiva, de los que enseguida deja ver sus sentimientos y está claro que aquellas palabras fueron la muestra de la rabia que sentía dentro un ciclista con buenos resultados pero poco acostumbrado a ganar, desde siempre, en todas las categorías. Aquello fue el fin a toda aquella injusticia de no poder levantar los brazos pese a estar bien y ser más fuerte que otros corredores.
La alegría le duró poco.
Me duró poco la euforia, porque aquel momento y la victoria, para mí, siempre van a serán míos. Sé que gané sin hacer ningún tipo de trampa. Siempre sentiré que aquel día fui el mejor y que ese triunfo es mío, me lo quiten o no.
¿Lo que vino después no le ha empañado el recuerdo?
Claro. Este ha sido el año más duro de mi vida.
En el archivo histórico del Tour sigue usted apareciendo como el ganador de la 16ª etapa de la edición de 2009. ¿En qué punto está el proceso?
Ahora mismo tengo una sanción de la Federación Española que finaliza el 26 de junio de 2011 que por mi parte ha sido recurrida para que me la quiten y me declaren inocente. Por parte de la UCI, están esperando que me sancionen hasta el 31 de julio, que es la fecha en la que dejé de competir. Lo que tengo claro es que estoy seguro de que, como tarde, voy a volver a correr a partir de ese día, el 31 de julio, y, si todo sale bien, un mes antes. El proceso está en el tribunal y estoy esperando a que me llamen para declarar o lo que haga falta.
¿No le desespera que todo vaya tan lento?
Soy consciente de ello y lo que más lástima me da es que todo esto le empieza a quedar en el olvido. Noto que la gente ya casi ni se acuerda del tema mientras a mí me toca todos los días salir a entrenar sin un objetivo a corto plazo. El que está viendo el Tour por la tele, sin poder estar ahí, soy yo y eso se hace duro. Estoy en una situación que no he buscado, comiéndome una sanción que no me merezco.
No tiene dorsal, ¿pero se sigue sintiendo ciclista?
Sí, por supuesto, pero reconozco que es duro salir todos los días a entrenar. Siempre tuve claro que no iba a acabar mi carrera deportiva de esta forma. Todo lo que he demostrado hasta ahora lo quiero seguir haciendo sobre la carretera y no en unas declaraciones. Salgo todos los días a entrenar, unas veces más animado que otras, y no sé si por la rabia que tengo dentro o por qué, he trabajado bastante.
¿Cuánto es bastante?
La semana pasada hice cuentas y este año llevo más de 20.000 kilómetros. A estas alturas, en cualquier otra temporada, llevaría menos.
¿De dónde saca la motivación?
De la gente. Si algo he aprendido de todo esto es que a mi alrededor hay más personas que me quieren de las que pensaba. Me han tenido que aguantar días buenos, malos y peores. Me siento en deuda con muchísima gente.
Pasó momentos malísimos y ahora parece usted rearmado, convencido de hacia dónde tiene que ir. ¿Cuándo decide dejar de dolerse, levantarse y seguir adelante?
Reaccioné rápido. El día que me comunicaron el positivo -31 de julio de 2009- me quedé bloqueado porque ni en mis peores pesadillas contaba con que me podía pasar algo así. Al principio estaba en estado de shock. Sólo hablé con mi familia y mis mejores amigos. Era una situación que no entendía. Tardé unos tres días en asimilarlo. Creo que dejé de dolerme el mismo día que di la rueda de prensa. Me pregunté a mí mismo qué era lo que tenía que hacer, y decidí finalmente que en lugar de quedarme en casa esperando a que todo se solucionase tenía que ser yo el que diese la cara. Siempre lo he hecho, ante cualquier problema. Salí a la palestra a decir lo que pensaba.