La Itzulia Women despertó en Ugao, donde siempre hubo un hilo conductor palpitante con el ciclismo. La carrera vasca se quedó sin el filamento de Anna van der Breggen, apagada su luz después de la caída del día anterior a un dedo de Agurain. La neerlandesa, herida y golpeada, abandonó la carrera. 

Era complicado que Van der Breggen se repusiera del accidente de la víspera. Así que el segundo día de competición de la Itzulia Women amaneció más triste a pesar del sol, la buena temperatura y el mejor ambiente. El cielo ensanchó su azul, salpicado con alguna nube, ideal para ser pintado en una cartulina.

Lucía de amarillo verdoso Mischa Bredewold, la líder, antes de perfilar el entreacto de la carrera, que se disputaba en tierras vizcainas, desde Ugao hasta Igorre en otro recorrido nervioso, de media montaña, salpicado con las ascensiones a Bikoitzgane, Lamindao y Gerekiz. Bredewold repitió pose. Doblete para la neerlandesa. 

Otra vez certera en el esprint, que dominó a pesar de que Smulders, Meijering y Reinjnhout estuvieron a punto de desbaratarlo con un formidable ataque al final. Bredewold llegó justo a tiempo para someter a Lippert y Paladin alzar los brazos por segunda vez y abrazar con más fuerza el liderato de la Itzulia. 

Usoa Ostolaza, sexta

Usoa Ostolaza, sensacional, fue sexta tras una gran actuación. La neerlandesa dispone una renta de 19 segundos, gracias a las bonificaciones, sobre Demi Vollering, su principal rival. El cierre entre Donostia-Donostia, decidirá.

El recorrido invitaba a la agitación, a mover la coctelera en territorio Comanche de 116 kilómetros. Vollering, la reina de la Itzulia, se dejó ver, se destapó un rato en Lamindao, donde se conformó un grupo interesante. Respiraban las mejores. 

También Usoa Ostolaza y Ane Santesteban, enarbolando la bandera de Matria, la del Laboral Kutxa, el equipo vasco que derriba techos de cristal por la claraboya del futuro. Esos movimientos cesaron en el instante en que Lamindao quedó en la percha del pasado reciente. 

Se empastaron las nobles de la Itzulia mientras Van de Velde, toneladas de valentía y arrojo el suyo, buscó un imposible, una quimera, porque Bredewold ordenó la caza y captura una vez las favoritas descartaron Gerekiz sin desafiarse. 

La formación de la líder enlazó con la aventurera belga y el resto que trató de hacer descarrilar al carruaje de la líder. Bredewold dominaba la escena desde la atalaya de su 1,81 metros y la potencia de su motor. Smulders, Meijering y Reinjnhout apostaron por la rebelión en los kilómetros finales. 

Se entendieron de maravilla, sin necesidad de aplicarse en el debate y la conversación. El desafío era claro. El pulso con Bredewold y las suyas era muy firme, pero la líder logró desactivar la rebelión a tiempo para festejar su segunda victoria consecutiva, la cuarta en la Itzulia Women, una carrera idílica para ella. Bredewold reivindica su poderío.