Al enterarme de lo que está pasando en mi barrio, Amara Berri, con las personas llegadas desde Mali, debido a la situación de sufrimiento que vive su país y viéndolos en las condiciones que les ofrecemos en nuestro país Euskal Herria, no puedo menos que gritar, al escribir esta carta, con tristeza primero, segundo con vergüenza al ver la acogida que les estamos dando por parte de las Instituciones y de la Iglesia. 

Tenemos un nivel de vida bueno, pagamos nuestros impuestos, pero no sabemos reaccionar ante las incertezas o imprevistos. ¿Y la humanidad y los derechos humanos? ¿Cómo los valoramos en este caso? Muchos conciertos, mucho deporte, mucho cine, muchas apuestas y estas personas de Mali nos importan si o no.

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¿El Ayuntamiento no tiene centros de acogida? No serán suficientes, pero hay otros equipamientos, albergues... ¡Ah! No, que estamos en verano… centros educativos vacíos, ¿y la Iglesia? ¿Qué respuesta da ¿Cáritas? Centros, pisos de acogida… Es vergonzoso en un país como el nuestro no acogerlos con respeto y dignidad. Con la ayuda de la gente del barrio no es suficiente, son muchos y sí hay sitio, ¿pero voluntad? O es que con nuestro bienestar social nos volvemos cada vez más egoístas y menos solidarios y más pasotas. 

“Que todo ser humano sea lo más importante en nuestras vidas”.