Hace treinta años que adolezco de diferentes patologías que han sido y siguen siendo tratadas a día de hoy en ambulatorios y centros hospitalarios. Desde que pasó lo de la pandemia hasta la fecha, he observado que la relación médico-paciente se ha deteriorado en muchos casos hasta la enemistad. A voz en grito estamos unos con otros. Queja va, denuncia viene. Y no tengo nada claro que en un futuro próximo esta situación se vaya a reconducir, sino más bien lo contrario: tengo el pálpito de que va a ir peor. Es un hecho que los pacientes acudimos a las consultas con ansiedad. Por motivos varios. Es un hecho que se precisa de más personal en Osakidetza y que no dan abasto. Pero esto no justifica ciertos comportamientos que suceden en nuestros centros sanitarios y que no se pueden aceptar. Por ello es necesario instaurar cámaras de vídeo vigilancia, con audio, para supeditar tanto el comportamiento que tienen algunos pacientes con los sanitarios –que pueden llegar a la agresión física– como el comportamiento que tienen algunos sanitarios hacia los pacientes. Pues he comprobado en primera persona que algunos son tan inhumanos que procedía haber aplicado de inmediato una sanción disciplinaria o incluso su expulsión. Por tanto, animo al Sistema Vasco de Salud a instaurar los medios de vídeo vigilancia que solicitan los ambulatorios y hospitales. Pero, por supuesto, con la garantía de que dichas grabaciones se pongan igualmente a disposición del paciente, siempre que las solicite porque se haya visto afectado por un maltrato o una mala praxis profesional, para poder demostrarlo. Creo que todos estamos de acuerdo en que las infracciones, vengan de quien vengan, deben ser sancionadas.
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