Me gusta su saber estar y ser coherente en su labor de lehendakari. Le veo con inteligencia, aplomo y saber gestionar. La vivencia de la ética cuesta sacrificios concretos, en cambio su proclamación es relativamente fácil, porque del dicho al hecho hay un trecho, y este no siempre se supera. La proclamación de los grandes principios ético-políticos y la lucha por ellos son muy importantes, pero su realización y vivencia todavía lo son más. Sin esta coherencia, la actuación política no se sostiene y queda desprestigiada. Los políticos que no son claros ni coherentes entre lo que piensan y dicen hacer y lo que luego hacen, en realidad son castigados en las urnas y no reciben la confianza de sus ciudadanos para ser reelegidos. Veo a Pradales como un gran lehendakari, hombre de gobierno bien preparado para servir al bien común, persona íntegra y con una buena formación intelectual y humana que cometa los menos errores posibles y siga siendo un buen gestor de los bienes públicos. La vocación de gobierno es una vocación difícil que exige una gran entrega: 1) saber lo que se quiere, 2) tener el valor de decirlo, y 3) mantener el coraje de realizarlo.
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