Nuestros diarios están llenos de noticias buenas y malas. Lo importante es colaborar a ser activos en la buena noticia. A ser activistas de la paz, la concordia, la solidaridad y el compromiso. De esto estoy convencido: si un pequeño hombre, en un pequeño lugar, hace una pequeña cosa buena, el mundo está cambiando, está cambiando a bien. Nada del bien que hacemos se pierde. Esta es una idea muy positiva que no debemos olvidar. El bien en el mundo moral no es un elemento estático, sino enormemente dinámico. Es como una piedra echada en un estanque que remueve las aguas con una irradiación imparable que se mueve en todas las direcciones hasta llegar a todos los extremos de la superficie líquida. El bien, por muy pequeño, secreto e insignificante que sea, regenera el tejido moral de nuestra sociedad y hace que el aíre ético que respiramos sea más puro. Es importante seguir haciendo el bien, porque ninguna “molécula” de este bien se pierde. Posiblemente el bien que hagamos no producirá en el mundo ningún cambio espectacular, pero ejercerá en él una repercusión muy positiva que ayudará a transformarlo paulatinamente. Casualmente esta semana entrante es la Semana Santa, la semana no de la oscuridad y del mal, sino de la luz y de la esperanza. Creo que merece la pena colaborar a escribir la buena noticia del día.
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