Suiza
Al hilo de la crítica al último bastión del feudalismo europeo, la isla de Sark, y ahora que todos arremeten contra los países o subpaíses llamados paraísos fiscales, léase Panamá, islas Caimán, Bailiwick of Guernsey (Crown dependencies) Andorra, etcétera, nadie critica, y con dureza, al mayor paraíso fiscal del mundo. Está en medio de Europa, pero eludió intervenir en las dos grandes guerras del siglo pasado, pertenece, pero solo a medias, a la Unión Europea. Es Suiza. País que muchos adoran pero donde se guarda con la mayor seguridad el dinero de todo tipo de mangantes. Ellos no miran si el dinero viene sucio o limpio, simplemente Suiza lo guarda.
Así, recientemente han podido construir el nuevo túnel de San Gotardo para conectar mejor a los países europeos del norte con los del sur, pero lo único (irónicamente) importante que han aportado al progreso es el reloj de cuco, eso sí, montañas y laderas que no se contaminan porque donde les interesa no circulan coches.
Es sabido que muchas personas célebres por su arte o ciencia que hicieron fortuna buscaron su eldorado en sus pacíficas mansiones. Para colmo ponen a disposición de las poderosas potencias mundiales sus mejores alojamientos para celebrar acuerdos o convenciones de paz (hoy día la guerra de Siria) cuando aún no han cauterizado la herida purulenta del Tratado de Versalles de la llamada Primera Guerra Mundial.