La capacidad innata de los niños para despertarse al más mínimo movimiento o ruido durante la noche es conocida mundialmente. Aunque estés oficialmente formado como ninja, el sigilo que hay que tener frente a estos sensores humanos es algo indescriptible. Desde que los padres son padres, no ha habido una manera que resulte totalmente eficaz para no despertar a los hijos tras acompañarlos al dormitorio y mecerlos hasta que sueñen con los angelitos. Siempre habrá un juguete, un suelo de madera o una puerta chirriante que haga que esta operación sea imposible.
La contradicción de este sufrimiento es la sencillez que tienen los más pequeños de la casa para quedarse absortos en cualquier coche durante un viaje o en una siesta con los gritos del parque de atracciones de fondo. También podríamos añadir el famoso teatrillo, que todos hemos hecho alguna vez, de quedarnos fritos para que nos lleven cual monarca a nuestros aposentos sin hacer el más mínimo esfuerzo.
En torno a estas historias de delicadeza y prudencia, se ha hecho viral la ingeniosa forma de un padre para huir de la habitación de su hijo. Este padre (@Vctr333 en X) ha colgado las imágenes de la cámara de seguridad del dormitorio de su hijo. En este vídeo se ve claramente la operación salida sigilosa tras la rutina nocturna: se le quedó atrapado el brazo izquierdo bajo la almohada en la que reposaba la cabeza de su hijo. Esta complicada labor de salir ileso se cumplió satisfactoriamente tras dejarse caer de la cama por el efecto de la gravedad. Rodando como una croqueta consiguió llegar al suelo e irse cumpliendo su misión de no despertar a la criatura.
La satisfacción de Víctor es visible: “Solo los padres… entendemos esta secuencia… El momento de mayor tensión que he sentido en mi vida”. Varios de los usuarios de X que han visto este chistoso relato han comentado la dificultad que surge en este momento del día que pasa de ser un instante familiar a una operación quirúrgica: “Un mínimo movimiento mal dado es tu perdición” o "es como tener al lado una bomba”.
