Bañarse es una de las partes más importantes de nuestro cuidado personal, al igual que lavarnos las manos antes de comer, cepillarnos los dientes y mantener nuestras uñas cortas y limpias. Pero, ¿es fundamental ducharse todos los días? La frecuencia y el método para hacerlo han generado mucho debate entre los especialistas y la sociedad en general.

Algunos estudios defienden que una ducha diaria puede no ser necesaria, siendo suficiente cuatro veces a la semana, ya que el exceso de higiene puede ser incluso un inconveniente, especialmente para quienes padecen afecciones cutáneas.

Nuestro sistema inmunológico necesita una cierta cantidad de estimulación por microorganismos normales, suciedad y otras exposiciones ambientales para crear anticuerpos protectores y memoria inmunológica. Esta es una de las razones por la que algunos pediatras y dermatólogos no recomiendan los baños diarios para los niños.

De todos modos, en el caso de que el clima sea muy caluroso o se haya realizado mucho deporte, una segunda ducha en el día tampoco será un pecado, para así refrescarnos y eliminar el sudor y la tensión.

Algunos estudios defienden que una ducha diaria puede no ser necesaria.

Ahora ha surgido un nuevo tema de discusión que ya no gira en torno a la cantidad, sino al orden correcto para ducharnos. En un principio, según los expertos no hay un protocolo definido como tal, pero sí es conveniente seguir un orden lógico para que todas las partes de nuestro cuerpo queden limpias. Es por eso que nosotros te explicamos cuál es el mejor orden y por qué debes seguirlo.

El orden correcto para ducharnos

Los especialistas explican que hay que lavar el cuerpo de arriba hacia abajo, comenzando por el pelo. El primer paso debe ser aplicar el champú en el cabello, dejándolo actuar y luego enjuagarlo. Si la persona usa acondicionador, este se deberá aplicar después del champú y, mientras actúa, se puede proceder a lavar otras partes del cuerpo siguiendo la misma secuencia descendente: cuello, hombros, brazos, torso e ir bajando por las piernas hasta los pies.

Por el contrario, si comenzamos lavándonos con jabón todo el cuerpo y dejamos para el final el pelo, el problema estará con el champú que caiga a nuestro cuerpo. Este tiene agentes químicos que pueden dañar nuestra piel dejándonos impurezas y rastros de acné.

Los expertos aconsejan comenzar lavándose el pelo.

Otros aspectos a tener en cuenta

En muchas ocasiones nos olvidamos de las zonas que suelen acumular más microorganismos, como son los tobillos y los pies. Al pensar que basta con el agua que va cayendo de la ducha, nos centramos mucho menos en su limpieza, lo cual es un grave error. Asegurarse de limpiar bien estas partes puede ayudarnos a prevenir infecciones y malos olores.

Además, los dermatólogos advierten que algunos champús y acondicionadores contienen ingredientes que pueden no ser del todo adecuados para nuestra piel y podrían causar problemas como brotes en la espalda o el escote al obstruir los poros. Por ello, es importante enjuagar bien el cuerpo después de aplicar estos productos para evitar residuos que podrían afectar a la piel.

Una mujer aprieta un dosificador de gel durante el baño.

La ducha ideal

Otra cuestión que también está en duda sobre las duchas es cuánto tiempo debemos tardar. Esto depende mucho de cada persona: hay gente que se puede pegar horas bajo el chorro de agua, mientras que otros cuanto más rápida sea la ducha, mejor.

La doctora Ana Molina, en uno de sus vídeos de su perfil de Instagram, explica que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la ducha nunca debe sobrepasar los 5 minutos. Tampoco se deberá consumir diariamente más de 95 litros de agua, con el objetivo de apostar por un estilo de vida sostenible y ecológico.

Seguir este orden no solo asegura una limpieza efectiva, sino que también contribuye a un uso más eficiente del agua. Y ahora, ¡ya sabes cómo es darte una ducha ideal!