Veinticuatro horas después de que Dinamarca pusiera el mundo a sus pies, llega la hora de hacer el balance de un Mundial que ha atravesado media Europa entre Croacia, Dinamarca y Noruega.
Siempre Dinamarca
Cuatro de cuatro y con vistas al quinto. Si ya en 2023 rompió el récord de tres seguidas, Dinamarca ya cuenta con cuatro cetros y ha igualado a Rumanía y Suecia en el segundo escalón con cuatro oros, por detrás de los seis de Francia.
Los de Nikolaj Jacobsen encadenan mundiales con cambio de guardia: Mensah Larsen, Mollgaard, Hald, Hansen y Magnus Landin son los que siguen desde el primer oro.
La renovación fue natural en las últimas comparecencias: la vieja guardia liderada por Mikel Hansen y Niklas Landin seguía en las convocatorias, pero había sido superada por Mathias Gidsel, Simon Pytlick y Emil Nielsen, entre otros.
Aquellos arrancaron un ciclo glorioso que tuvo en 2013 un sonoro rapapolvo en Barcelona (35-19), seguido por un quinto y un décimo puesto en Qatar’15 y Francia’17. Desde entonces, son los reyes Midas del balonmano: Mundial que tocan lo convierten en oro… para ellos.
Portugal se confirma
Junto con los daneses, solo Francia aguanta entre los cuatro primeros en estos cuatro mundiales, que en su caso fueron otros dos más, los que ganaron hace diez y ocho años. Con el objetivo de superar el fiasco de los Juegos de París, los de Guillaume Gille compitieron en Croacia con la vitola de equipo más fuerte de ese lado del cuadro. Sometieron a Egipto, pero Croacia les tumbó en Zagreb.
Los balcánicos, que han retrasado un pequeño cambio de ciclo por ser anfitriones, han sabido sacar jugo a sus virtudes y a jugar en casa. En ella han acumulado cinco ‘no hay entradas’ en el Zagreb Arena. Con 15.600 espectadores cada día.
La medalla de chocolate se la lleva Portugal, que ha llegado para quedarse. La selección lusa, de motor Sporting CP —cuyo entrenador y padre de los Costa, Ricardo Costa, estaba en la grada del Unity Arena enfundado en la casaca del mayor—, ha cerrado la competición con dos derrotas: Dinamarca y Francia, ni más ni menos.
Antes, había sido el verdugo de la anfitriona Noruega y de España, amén de empatar con Suecia, para apear en los cuartos a Alemania.
Con España y Suiza, organizará el Europeo de 2028. Una cita cuyo nivel sube a la vista del rendimiento de Portugal, que si sigue así, en cierta medida puede hacer peligrar el estatus de la selección española como principal favorita entre las anfitrionas.
La selección española, entre nuevas certezas y dudas
El histórico bronce tras el traspié del pasado Europeo de Alemania devolvió el estado de alegría a la selección española. El cambio de ciclo arrojaba dudas y también certezas. Ambas se han confirmado en Oslo.
Una versión más solvente que otras veces ante Chile o Japón anticipó un duelo heroico ante Suecia. Supo jugar contra las cuerdas cuando lo tenía todo perdido, pero la jornada siguiente, cuando puso a la anfitriona Noruega en esa misma situación, no acertó a darle la puntilla. Es probable que aquella victoria que iba encaminada hubiera cambiado la suerte de los de Jordi Ribera, que han cerrado la Main Round sin sumar.
A su favor juega el trabajo de largo alcance que bajo la dirección técnica de Ribera se realiza en las categorías inferiores; en contra, sin embargo, que combinados como Dinamarca o Francia no están en un momento de debutantes. Ni siquiera Portugal, que con varios coetáneos a los jóvenes españoles, los ha hecho debutar en torneos seniors anteriores. Y un matiz: varios de ellos, como los hermanos Costa, Salvador Salvador, Branquinho y Joao Gomes comparten equipo en el día a día.
La selección española ya debe pensar en cómo mejorar el centro de la zaga y algunas claves del ataque, principales carencias en el último Mundial. Así afrontará con más garantías la clasificación para el Europeo 2026.
Tras el sufrido triunfo ante Italia y el holgado ante Letonia, el parón de marzo significará un doble duelo contra Serbia, para cerrar la liguilla en mayo ante Italia a domicilio y Letonia en casa. Los dos primeros y los cinco mejores terceros estarán en el Europeo.
¿Tiene usted buenos porteros?
Las cuatro selecciones semifinalistas han acabado con al menos un portero que supera los 200 lanzamientos recibidos. Dos de ellos han parado el 43% y el 36%: el danés Emil Nielsen, con un total de 125 paradas a 294 disparos; y el croata Dominik Kuzmanovic, con 88 respuestas a 247 tiros. Sí, los dos finalistas. Junto a ellos, Moller ha firmado un 33% y Pesic, un 31% clave en días como el de Francia.
El galo Rémi Desbonnet evitó el gol en 72 de los 237 lanzamientos que ha recibido (30%), mientras que Charles Bolzinger, decisivo en el desenlace del bronce, ha parado 30 de 94 (32%). Dos porcentajes escasos para las pugnas más elevadas.
Y por último, Portugal, que en momentos de partido tuvo una portería clave, registra los peores guarismos de los cuatro combinados: Gustavo Capdeville vuelve a Lisboa con un 30% (66 de 223) y su socio Diogo Marques, un 28% (43 de 155).
Si tiene un buen portero y lo acompaña de una defensa solvente que contraataque con tino, tiene muchos boletos para ganar los partidos…
Asistencia, un debe
El balance de la organización fue más que positivo antes del Croacia-Dinamarca. La ola era buena, sobre todo en escenarios como el Arena de Zagreb. A Oslo, sin embargo, se le vieron las costuras muchos días, con un España-Chile con 644 asistentes en un pabellón de 13.000 personas, según datos de la propia IHF.
Ni en un día decisivo para su selección, como contra España, superó la barrera del 40% un escenario que a los organizadores deja el buen sabor de boca final de haber roto el récord de asistentes a un partido de balonmano en Noruega, que ahora se establece en 13.384 gracias al ‘sold out’ del domingo final.
Las cifras, no obstante, evidencian que 18 de los 48 de la Fase Preliminar hubieran cabido en pabellones de 2.500 asientos, circunstancia que se repetiría en otros 14 de los 36 de la Main Round. Sin entrar en la Copa Presidente que disputan los colistas de los ocho grupos: su mejor entrada fue un Guinea-Polonia con 356 espectadores.
O sobran partidos en un Mundial que hace poco creció a las 32 selecciones, o algunos horarios, como los de principio de la tarde, no son los mejores o en algunos casos no hacen falta pabellones tan grandes…
Televisión contenta
Donde sí ha sido un éxito indiscutible el Mundial ha sido en las televisiones de muchos países. La IHF ensalzó en gran medida dos mercados suculentos: Escandinavia y Alemania. Principal deporte de un país como Dinamarca, en Alemania su eliminación contra Portugal la vieron 7,08 millones de espectadores, el programa más visto del día con una cuota de mercado del 27,2%.
Y un dato más relevante: los choques han logrado un mayor porcentaje de cuota entre el sector más joven. El de Italia, por ejemplo, cinco puntos más que el 27% general. El balonmano atrae nuevos públicos.
¿Más sedes compartidas?
Organizar un Mundial es complicado y hacerlo en tres países diferentes facilita algunas cargas, pero dificulta otras gestiones. El que terminó en Noruega arrancó en Dinamarca y en Croacia, pese a no ser vecina, por aquello de la diplomacia de los congresos.
Con respecto a la experiencia de Polonia y Suecia, la co-organización mejoró: los equipos iban a jugar la Main Round a uno u otro país en función de cómo quedara en la fase de grupos. En esta ocasión todo ha sido mucho más ordenado y lógico: quien iba pasando fases ya sabía dónde jugaría la siguiente antes de empezar.
Varios países en liza exige traslados a los equipos, a las aficiones y puede restar ambiente a las ciudades anfitrionas. La pregunta flotaba en el ambiente de la sala de prensa del Unity Arena y la dirección de la IHF la tuvo que responder: la posibilidad no queda descartada.
La siguiente cita, eso sí, será en un único país, una garantía de éxito como Alemania.