Con Los Ángeles 2028 a la vista, Croacia, Dinamarca y Noruega albergan durante las próximas tres semanas un nuevo Campeonato del Mundo para el disfrute de todos los aficionados a este deporte.

Desde 2020, las plazas más codiciadas de cualquier gran torneo han estado copadas por grandes potencias balonmanísticas como España, Dinamarca, Francia o Suecia. Solo Alemania, Noruega, Eslovenia, Egipto o Croacia han conseguido en alguna ocasión colarse en las semifinales, y puntualmente colgarse un metal. En este Mundial que estrenará el ciclo olímpico hacia Los Ángeles 2028, Dinamarca partirá como la gran favorita avalada por los tres oros consecutivos cosechados en 2019, 2021, y 2023, a pesar de que no contará con Niklas Landin y Mikkel Hansen en su plantilla después de 15 años. Francia, por su parte, tratará de resarcirse del mal sabor de boca que le dejaron sus Juegos Olímpicos, y podrá contar finalmente con las presencias de Dika Mem y Elohim Prandi, principales figuras junto a Ludovic Fábregas. La experiencia es un grado, y aunque la presencia de jóvenes talentos entre sus convocatorias sea cada vez mayor, España y Alemania llegarán al Mundial después de subirse al pódium hace unos meses en París 2024. Jordi Ribera y Alfred Gislason aceptaron el gran reto de liderar un cambio generacional en dos de las mejores selecciones, y no les ha ido nada mal hasta ahora. Las grandes favoritas, en cambio, no deberán perder de vista a las selecciones que hasta ahora han sido capaces de colarse entre las mejores haciendo un gran torneo a pesar de no llegar a él con el cartel de favorito.

Alemania, de vuelta

Tras vivir en los 2000 una década exitosa en la que sumó dos oros (2004 y 2007) y tres platas (2002, 2003 y 2004) entre Europeos, Mundiales y Juegos Olímpicos, la selección germana se adentró en un proceso de cambios en el que 2016 fue el único oasis en el camino. Haberse proclamado campeón de Europa y conseguir la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro aliviaron un poco las exigencias de los aficionados alemanes que querían seguir cosechando éxitos. Ha sido ahora, en cambio, cuando de la mano del experimentado Alfred Gislason, Alemania ha vuelto a ser una firme candidata en cada torneo. El técnico islandés, que es un gran conocedor del balonmano germano, asumió el mando en 2020 con un objetivo claro: pelear por las medallas. Cuatro años después, en París, llegó la primera. Fue la de plata tras sucumbir ante Dinamarca en la final. No obstante, ese torneo fue el reflejo perfecto de esta nueva Alemania. Sabia nueva y juego directo. A la experiencia que aportan jugadores como Johannes Golla o Andeas Wolff, se han sumado ya jóvenes talentos como David Späth (22) o Renar Uscins (22) para marcar diferencias que pueden valer medallas. Alemania, renovada, ha vuelto.

Ausencias

Cada torneo tienen además de revelaciones o actuaciones de jugadores que quedarán para el recuerdo una parte negativa: las ausencias. Suelen ser inesperadas, y el mejor ejemplo es el del zumaiarra Kauldi Odriozola, que se lesionó en el último partido amistoso previo al Mundial que disputó España ante Noruega. A tan solo unos días para el arranque, las opciones de disputar un gran torneo se pueden esfumar trastocando los planes de cualquier seleccionador, además de ser un duro palo para el jugador. El extremo izquierdo noruego Alexander Blonz también se ha caído de la lista de Noruega a última hora tras sufrir un coágulo de sangre en la cabeza. Otros, en cambio, han tenido más tiempo para asumir que estarán ausentes en el Mundial después de haber sufrido durante la temporada lesiones que les obligarán a estar más tiempo alejados de las pistas: Yahia Elderaa, de Egipto; Felix Claar, de Suecia; Ómar Ingi Magnusson, de Islandia; Harald Reinkind, de Noruega, o Jannik Kohlbacher, de Alemania. La mayoría de las selecciones participantes contarán con una importante ausencia en su lista, aunque alguna de ellas también contará con refuerzos de última hora, como Francia con Dika Mem y Elohim Prandi, que han finalizado sus procesos de recuperación a tiempo. La única ausencia para el Mundial que tendría su causa en una noticia positiva sería la del portero danés Kevin Möller, que está esperando ser padre por segunda vez, y podría caerse de la lista de Nikolaj Jakobsen para que entrase en su lugar Jannick Green.