La hostelería está de enhorabuena. Primer día sin restricciones y las barras de los bares, por ejemplo, vuelven a tener vida. Ya no es necesario sentarse para poder pedir. Atrás quedan muchos meses de limitaciones, aunque los dueños de los establecimientos son conscientes de que "la gente ha cambiado de hábitos" y va a ser "complicado" retomar una tradición que, para muchos, "ha quedado en el olvido".

Txema Martín de M Martin estaba ansioso por "recobrar la normalidad". En su opinión, "va a haber un poco más de alegría". Y es que "psicológicamente hablando, la clientela se va a encontrar mucho mejor". No olvida que "llevamos mucho tiempo" sin que los clientes puedan consumir de pie en la barra y "la gente ha cambiado los hábitos". Así las cosas, "nos hemos tenido que adaptar y hemos puesto taburetes, mesas altas y hemos funcionado bien". Su caso, por ejemplo, no tiene nada que ver con muchos locales de la Parte Vieja. "Amigos míos que tienen bares han sufrido muchísimo por no tener ese consumo de barra", declara. Uno de estos establecimientos es el Irrintz, situado en Arrandegi Kalea. Su dueño, Jesús González, se toma "con ilusión" el fin de las restricciones. "Ya es hora de ir recobrando, poco a poco, la normalidad. Guardando, eso sí, las medidas que tenemos hasta ahora, el bar ventilado, mascarillas, la distancias, y los geles en las mesas, pero estamos ilusionados", reconoce Jesús para quien "el hecho de que nuestros clientes puedan consumir de pie en la barra o que nos puedan pedir por la ventana, hace mucho", considera, como también que "las cuadrillas puedan estar de pie y que no tengan que estar dando vueltas para buscar una mesa".

Al Bar Irrintz también le influirá de manera positiva que el ocio nocturno no se acabe a la una de la mañana. "Que los restaurantes cierren más tarde, hará que la gente pueda tomarse algo con una mayor tranquilidad antes de ir a cenar, ya que no tienen la espada de Damocles que se tienen que ir rápido porque a la una les iban a echar", explica el dueño del mítico Irrintz, del que se hizo cargo en julio de 2020. "He echado mucho de menos esta normalidad", confiesa. "Dolía mucho ver que la gente pasaba, no pudiera entrar y se marchara enfadada, que tuviera que decirle a gente conocida que no podía atenderle porque no había sitio", recuerda Jesús, que sí espera que ésta sea la definitiva. También que "seamos todos un poco más responsables" teniendo en cuenta la cercanía de festividades como Carnavales o Semana Santa. A futuro, desea vivir "un verano tranquilo. Si yo tengo que estar con mascarilla, me aguantaré, pero que la gente pueda estar a gusto, venir y disfrutar de la vida que teníamos, que parece que se nos ha olvidado ya lo bien que vivíamos", se lamenta.

A Txema Martín le da "miedo" pensar más allá que del día a día. "Más que nada porque cuando te vienes arriba un poco, igual nos vuelven con otra ola, con otro zarpazo, y como somos la cabeza de turco, vienen a por nosotros", advierte. Pese a todo, "nos hacemos ilusiones porque hay mucha gente que ya está vacunada y tenemos que empezar a cambiar el chip", desea. Eso sí, "aunque no queramos, tenemos que obedecer. Estaría bien ser todos unos insumisos y hacer lo que nos dé la gana, pero eso no está bien. Respetamos las normas, pero que nos respeten también a nosotros", exige.

Atxen Guruceta, del Bar Antonio, también espera que esta sea la definitiva, aunque no se hace muchas ilusiones. "En verano estábamos trabajando normal y luego volvieron las restricciones", recuerda. Agradece que se pueda volver a consumir de pie en la barra: "La gente se va a volver a acostumbrar. Va a depender del tipo de bar, también. Este al ser un bar pequeño y de comida, se ha establecido sentarse y comer tres, cuatro pinchos o un primer y segundo plato. Aquí sí ha cambiado la costumbre. Pero, por la noche, empezaremos todos a ir a la barra a tomar algo en los pubs. Nos iremos haciendo", señala Atxen. Vive la vuelta a la normalidad "en un equilibrio entre bien y no muy bien, porque estamos acostumbrados a las rutinas de las restricciones y le hemos cogido el truco y cuesta un poco volver a la normalidad. Pero es positivo para nosotros que la gente, por ejemplo, pueda estar ahora fuera tomando algo esperando a poder sentarse para comer".

"Se han cargado el consumo de barra"

Miguel García, socio fundador del 'Pescaito de la Bahía de Cádiz" se muestra muy crítico pese al fin de las restricciones. Es de los que piensa que la gente "ha dejado de utilizar la barra y se ha acostumbrado a lo que hay". De hecho, reconoce que en su bar "vamos a seguir por la misma línea con la que hemos venido trabajando. Se ha perdido la tradición. Para mí se han cargado el consumo de barra, sinceramente", lamenta. Considera que la hostelería ha sido el sector "más afectado y el menos ayudado" en todo este tiempo. Pero, en su opinión, lo que vaya a pasar a partir de ahora "ya no tiene que ver con el tema de las restricciones en sí, si no por la conciencia de la persona, del cliente, del ciudadano. A mí me da igual que haya o que no haya restricciones, mientras que la persona siga pensando que está en riesgo y no puede consumir. No lo va a hacer aunque le quiten las restricciones. Ese miedo al que están sometidos nos ha complicado bastante la existencia a este sector. Poder decir que estamos vivos hoy ya es un gran éxito".