ecesito mantener la esperanza viva porque quiero seguir viviendo". Esta pasada semana he podido leer, impactado y emocionado, diversos testimonios de mujeres con cáncer de mama metastásico. Personas como Almudena que, con enorme entereza, asumen que en la actualidad no existen tratamientos efectivos para erradicar la enfermedad que sufren; pero que, a pesar de encontrarse en la recta final de sus vidas, se comprometen a visibilizar esta realidad con el objetivo de mejorar la calidad y la esperanza de vida de otras mujeres, tanto en la actualidad como en el futuro.

"Confío en que dentro de muchos, muchos años, llegado el momento de partir, sea yo quien me lleve esta enfermedad y no sea la enfermedad la que me lleve a mí antes de tiempo. Necesito seguir disfrutando del cariño de mi hija, que es el motivo más grande que tengo para seguir viviendo, de mi familia y de mis amigos. Me quedan muchos planes y sueños por cumplir". El testimonio anteriormente citado se completa de esta manera, describiendo el estado de ánimo de esta paciente de manera tan personal, tan humana.

Para la mayoría de quienes hemos perdido a un ser querido por esta enfermedad, por el cáncer, en general -una hermana, una amiga, una hija, una compañera de trabajo-, sabemos que no siempre es fácil hablar de ello. Siempre quedan atrás palabras sin decir, sentimientos que expresar, sueños que compartir. Porque, para muchas pacientes, el silencio y la privacidad son herramientas necesarias para seguir adelante, para seguir viviendo de la manera más plena posible. Lo que sí me atrevería a afirmar es que, aun sin palabras, todas estas personas transmiten un sentimiento común: sus ganas de vivir. Lo que en euskera calificamos como "bizimina". Sensación que, a su vez, nos embarga al resto cuando nos acordarnos de ellas. Incluso cuando ya no se encuentran entre nosotros y nosotras.

Hoy me he atrevido a escribir estas líneas, desde la humildad y el pudor, con el ánimo de contribuir a la concienciación y a la visibilización del Cáncer de Mama Metastásico, cuyo Día Internacional acabamos de celebrar la pasada semana, el día 13, más concretamente. Espero y deseo de corazón que así sea.

Esta enfermedad se produce cuando un cáncer primario de mama se ha extendido a otras partes del cuerpo. Las estadísticas nos dicen que, para una de cada cinco pacientes afectadas de cáncer de mama, a día de hoy, no existen tratamientos efectivos capaces de erradicar la enfermedad. Se trata, probablemente, de la cara más amarga y cruda de esta dolencia.

El pasado día 13, las mujeres afectadas por esta dolencia han alzado la voz, agrupadas en la Asociación Cáncer de Mama Metastásico y bajo el lema #MásInvestigaciónparaMásVida, dando a conocer sus problemas, preocupaciones y prioridades propias. Principalmente, demandan el incremento de los fondos destinados a investigar nuevos tratamientos para los y las pacientes afectados de metástasis, así como el estudio de sus problemas personales y familiares específicos, para analizar vías de solución.

Se trata de reivindicaciones justas que, como sociedad, deben llevarnos a la conciencia social sobre una dura realidad que existe y que no podemos ni debemos obviar. Una llamada de atención sobre la importancia que adquiere la investigación y la ciencia para quienes padecen cáncer, más si cabe cuando la enfermedad avanza inexorablemente. Siempre, con la esperanza de seguir dando pasos hacia tratamientos que mejoren la calidad de vida de las pacientes -las de ahora y las del futuro- y que lleguen a cronificar la dolencia cuando se encuentra en una fase irreversible.

Un esfuerzo del que no es ajeno el sistema sanitario público vasco, en el que la investigación y la detección precoz son valores fundamentales, con la participación en 71 proyectos de investigación y ensayos clínicos en cáncer de mama. Sin olvidar el compromiso y la labor concienzuda de todos los y las profesionales sanitarios que dan lo mejor de sí para ofrecer una atención eficaz, integral y humana a las mujeres afectadas.

Mañana, día 19, se celebrará el Día Internacional del Cáncer de Mama, jornada que servirá también para visibilizar, sensibilizar, apoyar y acompañar a las mujeres que padecen cáncer de mama. Dos semanas más tarde, el día 31, con el apoyo de la Diputación, Donostia volverá a teñirse de rosa gracias a la marcha anual convocada por la asociación Katxalin, que agrupa a mujeres afectadas de cáncer de mama y ginecológico de Gipuzkoa. Se trata de una cita que vuelve a la calle tras el parón obligado de la pandemia y que, además, busca recaudar fondos, precisamente, para la investigación.

Tras los meses más duros de la pandemia, ambos días internacionales servirán sin duda alguna para devolver al primer plano una realidad social de enorme calado humano y social. Son jornadas para acordarnos emocionadamente de aquellas personas que ya no están con nosotros, a las que echamos mucho de menos. Para apoyar a las mujeres que afrontan el cáncer de mama desde la convicción de que podrán superarlo, pero también a aquellas que, sabiendo que están afectadas de metástasis y de que su esperanza de vida disminuye cada día, tratan de vivir con esperanza. A todas ellas, nuestro cariño, nuestro reconocimiento. Biziminez.

Diputado general de Gipuzkoa