- Más de 125.000 escolares guipuzcoanos y 370.000 vascos abordan esta próxima semana el curso de la esperanza renovada y la "ilusión". La vuelta al cole. El pistoletazo de salida es el miércoles, día 8, aunque hay centros concertados que arrancarán las clases mañana mismo. Lejos de la normalidad todavía, con mascarilla y distancia de seguridad; atentos además a las circunstancias que se produzcan, pero sabedores de que el curso pasado sacaron un notable alto en unas circunstancias peores y con la inquietud y la incertidumbre por bandera.

Familias, profesores, trabajadores y responsables de centros de educativos confían en que la experiencia adquirida el año pasado y los elevados niveles de vacunación propicien un año de transición hacia lo reconocible. La vuelta del deporte escolar en circunstancias de relativa normalidad y la habilitación de actividades extraescolares son el aliciente de la comunidad educativa para el nuevo curso. Y de muchos pequeños. Pero las asociaciones de padres y madres de la escuela pública advierten: las deficiencias del actual sistema han quedado al aire. Y corregirlas es el "verdadero reto".

El profesorado se incorporó en masa a sus puestos el pasado miércoles, 1 de septiembre. Lo hicieron con "las pilas cargadas" en muchos casos, después de un curso 2020-2021 "duro, de mucho trabajo". La determinación y la confianza de poder con aquella situación son el combustible para el camino. No es solo que la inmensa mayoría del profesorado y los trabajadores de los centros estén ya vacunados, sino que también lo están la mayoría de los mayores de 12 años.

NOTICIAS DE GIPUZKOA ha compartido sensaciones con Anartz Muxika, director general (gerente) de la ikastola Orereta de Errenteria; con el director de La Salle Berrozpe de Andoain, David Urtasun. Entre ambos centros acogen a más de 2.800 alumnos de la enseñanza reglada no universitaria. También hemos hablado con los padres y madres. Usoa Urbieta, la presidenta de la federación de asociaciones de madres y padres (AMPA) de la enseñanza pública en Gipuzkoa, Baikara, les pone voz.

Lejos queda la montaña de incertidumbres con la que se comenzó la andadura hace justo un año. El nuevo curso huele distinto. El propio consejero de Educación, Jokin Bildarratz, aseguraba en la última entrevista con este periódico, en junio, que en el próximo curso tiene que hablarse menos de salud y más de pedagogía. Aquí está: el año 0 de la nueva era. ¿La era poscovid? El reto, reconstruir el sistema educativo y mejorarlo.

"Empezamos. Y, ¿por qué no decirlo?, con ilusión", reconoce Anartz Muxika, el director general de Orereta Ikastola, un centro de la red concertada de Ikastolen Elkartea. La ikastola de Errenteria acoge a unos 1.500 alumnos y alumnas de 0 a 18 años y 180 trabajadores y la pandemia ya no es desconocida para nadie. "Vamos mejorando y hay que avanzar. Ya sabemos qué evolución ha hecho el covid. Yo mismo pensé que íbamos a llegar a septiembre algo mejor, pero los datos dicen que el 70% está vacunado, y aunque aún hay bastante gente en los hospitales, mejoramos. Y tenemos nuevos proyectos", asegura Muxika.

Aulas al aire libre, sin necesidad de ventilación forzada. El proyecto Baso eskola, una de las apuestas realizadas durante la pandemia, "ha venido para quedarse", augura el gestor del centro. "Hemos creado clases exteriores, empleando los troncos de los árboles para dar en Primaria clases allí y los niños lo han agradecido mucho", afirma satisfecho.

La pandemia ha generado buenas ideas que pueden seguir desarrollándose ahora, dice, pero lo más importante es que "la gente respondió muy bien. Es cierto que terminamos el curso muy cansados, y estos días me preguntaba cómo vendrían los profesores el primer día después de las vacaciones y lo que hemos visto está bastante bien. La gente, contenta, con ganas, y sabiendo que la situación es mejor y que de los alumnos y alumnas de más de doce años, la mayoría estará vacunada durante el curso y en Secundaria eso da una mayor tranquilidad a algunos profesores", indica Muxika.

Nada que ver con lo vivido hace un año, cuando "todo eran preguntas, incertidumbres. Y este año lo afrontamos con otra tranquilidad, porque el año pasado muchos trabajadores nuestros que tenían sus padres mayores lo pasaron muy mal. Eso se palpaba. Y andaban con mucho cuidado", recuerda Muxika. "No olvidemos, que para nosotros, las relaciones entre personas son imprescindibles en la educación. No solo para los alumnos, sino también para los propios docentes", opina.

"Estamos con ilusión y tenemos proyectos propios", explica el gerente del centro, como son el vehículo eléctrico con el que realizan el reparto de comida entre los comedores de los distintos edificios de la ikastola, o las placas fotovoltaicas con la que generan energía para autoconsumo.

Pero, ¿se han articulado desde el Gobierno Vasco las herramientas y recursos necesarios para superar las dificultades y mejorar el sistema educativo? "Es cierto que las concertadas siempre hemos reclamado que no tenemos recursos suficientes y que necesitamos una mayor financiación que nos permita llegar a lo que queremos. Y así poder mejorar el sistema educativo en su conjunto", reconoce el director gerente de Orereta ikastola. Aún así, añade, "son de agradecer los esfuerzos realizados" durante esta pandemia, porque "se ha puesto en el centro la importancia de la educación". Y esos recursos extraordinarios por la pandemia "deberían mantenerse, consolidarse", dice. "Se está abriendo una puerta para poner encima de la mesa todas esas necesidades. Todo lo veo como un primer paso", añade.

David Urtasun es director de La Salle Berrozpe de Andoain, otro centro concertado, pero este integrado en la red de Kristau Eskola. Cuando nos atiende, acaban de tener la primera reunión del claustro de profesores. Se le ve animado. "Yo creo que todo el trabajo hecho el curso pasado ha merecido la pena y toda esa experiencia va a ayudar mucho para contener y dar la atención en ese arranque", explica.

En junio, admite Urtasun, "terminamos muy contentos y las familias también. Es cierto que trabajamos mucho, más de lo normal, los profesores sobre todo. Y las familias han agradecido ese trabajo. Incluso los alumnos y alumnas han visto que estar en la escuela es bueno, en diferentes edades", asegura.

Y si el punto de partida es bueno, la esperanza es, asegura el director del centro, "poder ir abriendo más cosas cada vez y con más normalidad, aunque haya que hacerlas con escrupulosidad", apunta. Y en la mejoría juega un papel importante la vacunación. Los niveles de vacunación en estudiantes de más de doce años son altos y las pautas, recuerda Urtasun, marcan que desde el centro "hay que animar a los de más de trece años a vacunarse. Por ellos y por la comunidad y por los compañeros de clase. Lo que hace uno tiene repercusión en el otro. Y hay sensibilidad. Es una labor social y comunitaria", dice.

Sin bajar la guardia. "Es cierto que la vacuna ayuda, pero no salva de todo, ni a mí ni a nadie. Lo importante es que tanto alumnos como padres y madres han aprendido que esto nos atañe a todos, no solo al centro. Hay un sentimiento de pertenencia y coeducación", afirma este docente.

Mantener un punto de tensión es esencial, cree Urtasun. Tenemos esa experiencia. Esta mañana lo hemos comentado: en mi casa, por ejemplo, somos cuatro y sabes hasta qué punto te arriesgas en un hogar, pero esto no es una tontería, somos muchos": unos 1.300 alumnos solo en la educación reglada y algunos más en los cursos que se imparten de la no reglada, además de los trabajadores: 130 en plantilla, más los servicios de comedor y limpieza. "Es un efecto dominó", subraya. Si cae uno, el riesgo de contagio se dispara.

Por eso hay que seguir haciéndolo bien. "Lo que veamos viable, lo haremos. Siempre que lo permita la situación. Manteniendo burbujas se hicieron algunas pruebas el año pasado. Y funcionaron", dice. Las mayores dudas surgieron al finalizar el curso, a la hora de organizar los udalekus. Finalmente se hizo. Y, "con mucha escrupulosidad y un poco de suerte, fue un éxito. Y ahora iremos un poco más allá", añade el director.

El virus, añade el responsable del centro escolar, ha "enfriado las relaciones personales. Nos ha vuelto grises" y el objetivo este curso debe ser "templar esa frialdad". Y la cosa no empieza mal. Lo que ve Urtasun en la vuelta del profesorado, es que "vienen más conformes y naturalizados. Este verano hemos hecho cosas que no hemos hecho en los últimos dos veranos y la gente lo ha agradecido. Los profesores están más alegres. La motivación es mayor".

También están preparándolo todo miles de familias. La presidenta de Baikara, la federación de asociaciones de madres y padres (AMPA) de Gipuzkoa, Usoa Urbieta es clara y afirma que "durante el confinamiento se identificaron con claridad las debilidades estructurales del sistema educativo". La primera, dice, es que "sin educación presencial, el sistema educativo no tiene ni capacidad ni fortaleza, ni estructura suficiente para acometer una educación online", Y ello, pese a que "equipos directivos y familias de la escuela pública han reclamado desde hace años un plan de digitalización, pero los avances han sido escasos en las dos últimas legislaturas", lamenta.

En segundo lugar, cree que "la transmisión del euskera, lengua vehicular de la inmensa mayoría del alumnado, se ha visto muy afectada durante el confinamiento en contextos no vasco hablantes". También considera que "la sustitución forzosa de la educación presencial por la educación online ha afectado con mayor severidad a los niños y niñas pertenecientes a familias de menor renta o de origen extranjero. A la segregación escolar, que es un problema de primer orden en el sistema educativo vasco, se le suma la brecha digital. La escolarización del alumnado más vulnerable durante el periodo de confinamiento se ha resentido", observa.

"El reto más importante, por lo tanto, ha sido y sigue siendo garantizar la educación presencial. En ese sentido, hay que poner en valor la profesionalidad y el compromiso de equipos directivos, profesorado, alumnado y familias. Todos ellos han contribuido de manera responsable y cívica a que el curso haya transcurrido con cierta normalidad", destaca.

En lo que respecta al nuevo curso, la representante del 93% de las AMPA de los centros públicos de Gipuzkoa cree que será necesario mantener medidas de higiene y seguridad que permitan enseñar y aprenden en entornos seguros. Entre ellas, "permitir la creación de subgrupos de cuatro o cinco alumnos en las aulas sin mascarilla". Cree que "la organización de actividades extraescolares y complementarias son medidas positivas y contribuirán sin duda a mejorar tanto el aspecto emocional como el curricular del alumnado".

Sin embargo, incide en que "se debe poner el acento en las debilidades" del sistema educativo y activar "un plan de digitalización con su correspondiente inversión económica para la escuela pública vasca, reestructuración de los modelos lingüísticos y reforma urgente de la normativa para combatir la segregación escolar. Este es el verdadero reto", zanja Urbieta.

"El año pasado todo eran preguntas, incertidumbre, y este año lo afrontamos con otra tranquilidad"

"Es cierto que terminamos (la plantilla) el curso muy cansados, pero lo que veo tras las vacaciones está muy bien"

Dtor. general Orereta Ikastola. Errenteria

"Esperamos poder ir haciendo cada vez más cosas. Lo que veamos viable, lo haremos"

"Todo el trabajo hecho el año pasado ha merecido la pena y esa experiencia nos va a ayudar mucho este año"

Director de La Salle Berrozpe. Andoain

"La organización de extraescolares contribuirá sin duda a mejorar tanto el aspecto emocional como el curricular"

Presidenta Baikara. Ampas de Gipuzkoa

"El reto más importante ha sido y sigue siendo garantizar la educación presencial"