La Audiencia de Gipuzkoa juzgará el lunes a un comercial que supuestamente se aprovechó de la amistad con un empresario dedicado a la venta de pescados y mariscos para presuntamente estafar a su compañía más de 30.000 euros con falsos encargos de cientos de kilos de calamares y gambas que al parecer luego vendió por su cuenta.

La Fiscalía de Gipuzkoa reclama cuatro años de reclusión para el procesado, comercial de una empresa con sede en Murcia, dedicada a los productos congelados, de la que ya ha sido despedido. Según recoge el escrito del Ministerio Público, la presunta estafa habría tenido lugar en cuatro operaciones realizadas por el inculpado a lo largo de 2017.

Un año antes, en su labor de comercial, el procesado había contactado con el administrador único de la empresa estafada, con quien entabló una amistad "que fue a más con el paso del tiempo", hasta el punto de que "era relativamente frecuente" que el inculpado utilizase "con total libertad" las instalaciones de la empresa, así como las de una segunda sociedad dedicada a alquilar espacios para la conservación en frío, también gestionada por la víctima.

De esta manera, "aprovechándose de una ficticia reputación de buen comercial, solvente y cumplidor", el 1 de junio de 2017 el inculpado, "abusando" de sus relaciones personales con el perjudicado, presuntamente le encargó 26 kilos de calamares para ofrecérselos como "muestra" a un comprador, quien finalmente le encargó 1.373 kilos del mismo producto por un importe total de 15.192 euros.

El documento de la Fiscalía aclara que, no obstante, la mercancía "nunca llegó a los almacenes" del comprador, porque supuestamente el acusado "lo comercializó por su cuenta, lucrándose con su venta".

Un mes más tarde, el 11 de julio, "con idéntico ánimo de enriquecimiento ilícito, el procesado repitió el mismo comportamiento, solicitando a la empresa afectada una muestra de 31,7 kilos de calamares para otro cliente que finalmente le encargó 1.302 kilos de este producto por un importe total de 14.994 euros.

No obstante, este pedido tampoco llegó nunca a su destino porque presuntamente el procesado lo comercializó "por su cuenta, lucrándose con su venta".

Poco después, el 28 de julio de aquel mismo año, el encausado presuntamente encargó en nombre de la compañía estafada 761,5 kilos de calamares, valorados en 7.706 euros, a un mayorista, "con el ánimo de enriquecerse ilícitamente", "arrogándose facultades de las que carecía" y "abusando de las relaciones personales" que mantenía con la víctima.

El documento de la Fiscalía aclara que también en esta ocasión el comercial vendió este pedido "por su cuenta y riesgo" y "sin conocimiento" ni beneficio alguno para la empresa perjudicada.

Con anterioridad a estas tres operaciones, el 31 de mayo el comercial había pedido a la compañía afectada que le sirviese 128 kilos de gambas blancas, por un importe de 3.691 euros para un cliente, al que "nunca" hizo llegar el pedido, ya que el procesado lo almacenó en congelación.

De esta manera, el 29 de agosto de 2017, pudo reintegrar a la comercial presuntamente estafada 112,57 kilos de estas gambas que aún conservaba.

El Ministerio Público considera que estos hechos son constitutivos de un delito continuado de estafa por el que solicita cuatro años de reclusión para el encausado, así como una multa de 3.000 euros y que compense a la empresa afectada con un total de 30.278 euros más los correspondientes intereses legales.