- A pesar de que la actividad de asistencia de salud mental ha disminuido un 7% desde la irrupción del covid, el jefe de la Unidad de Gestión Clínica de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa, Xabier Lertxundi, pronostica una futura ola como consecuencia del estrés y la apatía ante más de un año de limitaciones.

Sobre el impacto del covid en las adicciones distingue entre dos fases: la del confinamiento y la del momento actual.

-Desde el comienzo de la pandemia se planteaban un par de hipótesis. Por un lado, que el confinamiento provocaría mayores dificultades para acceder a las sustancias y a las drogas ilegales, por lo que bajaría el consumo. Y, por otro lado, que debido al estrés añadido que supone parar a la población podría traducirse en un aumento del consumo. Dos hipótesis contradictorias para saber por dónde podíamos movernos. Los datos de los primeros meses, los del confinamiento, y que corroboró una encuesta a nivel europeo, hablaban lógicamente de que el consumo de sustancias había disminuido bastante, tanto las ilegales como las legales. En contra, el uso de Internet había crecido en toda la población y con ello el juego online.

¿Y qué situación se ha dado tras el confinamiento?

-Lo que nos hemos encontrado es que siguen pesando las restricciones. Si miramos datos del último año vemos que, en general, todas las sustancias han disminuido o como mucho se han mantenido. Hay una pequeña excepción que son las sustancias sedantes, que parece que han aumentado. No solo las médicas, también las que no llevan receta como las pastillas para dormir y los tranquilizantes. Esto evidentemente se debe a una situación de estrés mantenido.

Se ha juntado el confinamiento con las actuales restricciones. ¿Eso ha hecho que mucha gente haya podido recaer?

-Sí. En el primer momento ya hubo una caída de admisiones a tratamientos. Algo menos en la de opiáceos porque la alternativa a sustancias como la metadona seguían abiertas. Lo que hemos visto en las redes de salud mental este último año es que la actividad ha bajado en torno a un 7%. Por eso creo que la segunda hipótesis de la que hablaba antes tiene todo el sentido, ya que el estrés mantenido por la pandemia ha aumentado el consumo de sustancias. No obstante, las restricciones todavía pesan. Uno puede comprar alcohol o puede acceder a sustancias, pero todo el aspecto lúdico que relaciona los consumos sigue restringido. Por ello, todavía no hay ningún tipo de repunte.

Normalmente, cuando pensamos en adicciones lo hacemos en alcohol o drogas ilegales. Sin embargo, la pandemia ha mostrado otras adicciones a las que no solemos prestar la misma atención.

-Cuando hablamos de adicciones no tenemos que hablar únicamente de las de sustancias, también las comportamentales están ahí. El juego online, por ejemplo, aumentó durante el confinamiento, aunque luego, durante el resto del año, no ha crecido. Se mantiene el aumento de horas de Internet en la población, pero no en el juego. Quizás algo más en los jóvenes.

¿Cómo llevan la situación los adictos a sustancias ilegales?

-Excepto el cannabis, que se comportó sin tantos cambios, el confinamiento trajo consigo un descenso de todos los consumos ilegales: cocaína, heroína, éxtasis... La población encuestada reconocía o que habían reducido el consumo o que habían mantenido la cantidad. Esto se debe a las limitaciones y a las dificultades para acceder a ellas. O incluso a la imposibilidad de hacer otro tipo de actividades asociadas a su consumo. Ahora, está situación ha cambiado un poquito, pero sigue estando a la baja.

¿Hay miedo a que una vez que acaben las restricciones aumenten las adicciones?

-(Risas) Todas mis predicciones en lo que llevamos de pandemia están siendo horribles, así que no sé. La lógica nos dice que sí debería haber un repunte, porque esta es una situación mantenida de dificultad, estrés, de impacto económico y social... Nos tenemos que situar en una hipótesis de aumento. ¿Cuándo? No lo sabemos. Pero al igual que se prevé un empeoramiento de la salud mental de la población, creo que el consumo de sustancias también irá por ahí. Como red de asistencia de salud mental, nuestra actividad todavía no ha repuntado. La apatía, el estrés general... todavía no se han reflejado en datos, pero si las consecuencias son las que prevemos, es más que probable que tengan que salir de algún sitio.

A ese respecto, habla de una ola de asistencia mental.

-Sí. Se puede prever que la salud mental resulte impactada. Llevamos preparándonos para esa necesidad de aumento de actividad unos meses y seguimos a la expectativa. Pero llegará.

¿Cómo han funcionado los servicios de asistencia durante este tiempo?

-Al no haber habido un repunte de actividad, han sido suficientes los actuales ya que estamos en el mismo panorama que antes del covid. Si hay un aumento sí que pueden darse dificultades. Siempre se ha dicho que la salud mental es la hermana pobre de la asistencia sanitaria y es así. Somos los últimos en subirnos al carro de recursos. Ojalá aumenten los recursos públicos, económicos y dotacionales para poder atender a toda esa posible demanda. Nosotros tratamos de, con los recursos actualmente disponibles, ser lo más eficientes posibles.

¿Qué consejos dan a las personas con algún tipo de adicción?

-Cuando antes comentaba que las admisiones habían sido menores, se debía a una situación con un impacto tal a todos los niveles que incluso nosotros tuvimos dificultades lógicas para situarnos. A la población con problemas de adicción se le está atendiendo como se la ha hecho siempre. Seguimos teniendo algún tipo de limitación y hemos apostado por un control más telemático, pero mantenemos un nivel presencial del 70% para que no se vea afectado el abordaje de este tipo de patologías. El consejo para las personas con adicciones es que como siempre pidan ayuda y que serán atendidos.

¿Puede haber gente que se haya hecho adicta, como por ejemplo a los fármacos, durante este tiempo y no sea consciente de ello?

-Sí, probablemente. Pero el tema de los sedantes es muy delicado y están presentes en el día a día de mucha gente. Muchas veces la población no es consciente de las complicaciones que pueden traer, sobre todo cuando no es un tratamiento pautado por un médico, sino el abuso por cuenta propia.

"El tema de los sedantes es delicado y están presentes en el día a día de mucha gente. La población no es consciente de sus complicaciones"

"Siempre se ha dicho que la salud mental es la hermana pobre de la asistencia sanitaria y es así; somos los últimos en subirnos al carro de los recursos"