de aguantar sin reírse, como hace Urkullu, al leernos las condiciones impuestas para esta Semana Santa por el LABI. No cito a Euskaltel, porque no toca. No se puede anunciar un viernes el confinamiento de una o varias localidades a partir del lunes. El vecindario aprovecha el fin de semana para irse a la costa, propagando el virus. Y eso, con independencia de la fecha de la reserva del agroturismo. Otro éxito en el arte de marear perdices. Apelan a la responsabilidad individual. Veremos la cuarta ola dentro de quince días.

Nuestro sistema defensivo está sustentado en los glóbulos blancos del tipo B -linfocitos B-, cuya misión es neutralizar o destruir las bacterias y sus toxinas -los antígenos- que se han podido colar en nuestro organismo. Sabemos que los virus se introducen en las células del organismo o en las bacterias y en su interior se replican -no se multiplican- y muchas veces, mutan. Mientras los virus se encuentran en el interior de las células, esos linfocitos B no pueden hacerles nada. Entonces actúan otro tipo de linfocitos más especializados, los linfocitos T, que eliminan las células infectadas. A este fenómeno se le llama inmunidad celular. En la pelea con los antígenos, algunas células T se transforman en células T “de memoria”, que patrullarán nuestro organismo durante mucho tiempo, actuando como una vacuna natural. Por eso es tan importante disponer de una cantidad suficiente de células T “de memoria” de este virus para que, en caso de reinfección, actúen con celeridad.

En 2016, Sabra L. Klein y colaboradores de la Universidad de Maryland ya apuntaban en un trabajo publicado en Nature Reviews Immunology la existencia de un mayor número de células T de memoria en niñas y mujeres adultas, que en hombres. Además, comprobaron que, cuanto mayor era la edad de los pacientes masculinos, peor era la respuesta de las células T de memoria, no sucediendo lo mismo con las mujeres.

Recordemos otras zoonosis causadas también por coronavirus. En el brote de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) de 2003 en Hong Kong, casi el 22% de varones infectados murieron frente al 13% de las mujeres enfermas. En el caso del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) padecido durante todo el año 2017, alrededor del 32% de los hombres enfermos murieron, frente al 26% de las mujeres.

En la vigente pandemia del covid-19, se ha observado que, aunque hombres y mujeres contraen la enfermedad en tasas similares, los varones tienen alrededor de un 20% más de probabilidades de ser hospitalizados que las féminas. Una vez hospitalizados, es más probable que ellos requieran cuidados intensivos y, una vez allí, es más probable que mueran, según la revista The Scientist de marzo de este año. Los datos del covid-19 desagregados por sexo no informan, ni tienen en cuenta, la identidad de género, por lo que no hay datos sobre el impacto en personas transgénero y no binarias.

Un estudio publicado el pasado mes de marzo en la revista Science abunda en este planteamiento, afirmando que el covid-19 mata casi al doble de hombres que mujeres, debido a las diferencias en la respuesta inmunitaria entre ambos sexos. De acuerdo con el artículo, titulado Diferencias sexuales en las respuestas inmunitarias, el envejecimiento está fuertemente asociado con un mayor riesgo de muerte en ambos sexos, pero en todas las edades por encima de los 30 años, los hombres tienen un riesgo de mortalidad mayor, lo que convierte a los hombres mayores en el grupo más vulnerable.

Las hembras de los mamíferos tienden a generar respuestas inmunes “más fuertes” a las infecciones virales que los machos, y esta diferencia es particularmente evidente en las células del sistema inmunológico innato, que tienden a responder más rápidamente en las mujeres y lanzan una mayor producción de linfocitos T.

Un artículo publicado en la revista EbioMedicina del pasado mes de marzo, de Margherita Baldassarri, médico genetista de la Universidad de Siena y colaboradores, revela que una variación genética común al 30% de los varones europeos, provoca que la menor actividad del receptor de testosterona se asocia a una respuesta inflamatoria elevada, agravando el cuadro del covid-19 en la mayoría de los casos. La testosterona es la principal hormona sexual masculina, pero también la producen las mujeres en sus ovarios, en mucha menor medida. Los receptores de la testosterona se encuentran en el cromosoma X, y las hembras de los mamíferos disponen de dos cromosomas X frente a los machos que tienen un cromosoma X y otro Y. Parece ser que en el cromosoma X también hay otros genes que pueden permitir tener una respuesta inmune más equilibrada a las mujeres que a los hombres

El sexo masculino se asocia con respuestas inmunitarias más bajas y mayor susceptibilidad y/o vulnerabilidad a infecciones: los pacientes varones tienen cargas virales más altas para el virus de la hepatitis B (VHB) y el VIH. Por el contrario, las mujeres generalmente desarrollan una respuesta inmune más robusta a las vacunas. Quizás por contrarrestar, esa misma biología también parece predisponer a las mujeres a enfermedades derivadas de respuestas inmunes hiperactivas, señala Klein. La desventaja de esta sólida inmunidad es que el 80% de todos los pacientes con enfermedades autoinmunes, lupus, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide, por ejemplo, son mujeres. También ellas tienen un mayor riesgo en algunas infecciones, como la VIH, que progresa a sida más rápido en las mujeres que en los hombres.

Hoy un menú trifásico, como dicen ahora las nutricionistas pijas, monas y simpáticas, que nos invitan a comer quinoa, aceite de coco, aguacates, amaranto, boniatos, chia, arándanos, brócoli, diente de león y jengibre, todo muy saludable y detox. Poca Ciencia. Tienen su público. No es mi caso. Espárragos de Olite y menestra de cordero del caserío Erniope de Asteasu. Leche frita. Crianza Marqués de Vitoria. Como invitada virtual, Izeba Lore.

El sexo masculino se asocia a mayor susceptibilidad y vulnerabilidad a infecciones