osé Ramón Andrés Puerta, José Andrés, nació en Mieres (Asturias) hace 51 años. Este Robin Hood de los fogones recibe en 2020, el año de la pandemia, el Basque Culinary World Prize.

Y no es casualidad que el jurado, encabezado por el chef Joan Roca, haya decidido conceder a Andrés esta distinción en un momento en el que la solidaridad más que importante se ha vuelto imprescindible.

José Andrés es hijo adoptivo de EEUU, donde ha luchado por hacer de la cocina un vehículo de transmisión de la solidaridad, de la idea de que un mundo mejor para todos es posible.

Con su ONG World Central Kitchen ha dejado patente que desde los fogones se puede aspirar a cambiar las cosas o, al menos, a lograr que a los que menos tienen no les falte lo fundamental: el pan de cada día.

Coherente con su filosofía de trabajo, José Andrés quiso repartir los 100.000 euros con los que se dota económicamente el reconocimiento con los diez chefs a los que se les otorgaron las menciones especiales: Mariana Aleixo, por su trabajo en la mayor favela de Río de Jainero con su proyecto Maré de Sabores; Elijah Amoo Addo, por su ingente tarea en Ghana con Food for All África; Greg Baxtrom, por su esfuerzo para impulsar una coalición y un intercambio de información gremial; Simon Boyle, que con su propuesta Beyond Food ha tratado de ayudar a salir a personas de la pobreza pasando por la cocina; Tracy Chang, propietaria del restaurante Pagu de Cambridge (EEUU) con una plantilla compuesta principalmente por personal migrante; el colectivo Ghetto Gastro, que apuesta por la diversidad racial y por dar voz a los más jóvenes en la gastronomía; David Hertz, creador de Gastromotiva, una vía para favorecer la inclusión social en Brasil a través de la cocina; Ed Lee, de Lee Initative, iniciativa que apoya un gremio más justo y diverso; Juan Llorca, de Escuela Bien Nutrida, que tras asumir la tarea de mejorar los menús de los comedores escolares se centró durante el confinamiento en ayudar a las madres y padres en la alimentación saludable de sus hijos y Nicole Pisani, de Chefs in Schools, de Reino Unido, una red de voluntarios que ha trabajado para que a los más pequeños no les falte comida cuando los comedores permanecían inactivos.

Con todos ello ha querido repartir Andrés su premio, un reconocimiento que supone un etapa más que este reputado chef cumple desde que decidió que lo suyo era dar de comer. Así, sin más, a los que tienen y a los que no tienen.

José Andrés, que no ahorró palabras de agradecimiento y reconocimiento al Basque Culinary Center y su trabajo, quiso subrayar ayer que "la restauración es mucho más que un restaurante" y que mediante el trabajo colectivo "el mundo poco a poco, plato a plato, es un poco mejor".

Su proyecto, aseguró, nace de la mezcla de sangre. "Soy un inmigrante de profesión. Mi padre era maño, mi madre vasca y yo crecí en Asturias. Mis padres trabajaron como ATS en L'hospitalet, a las afueras de Barcelona, y gente como ellos lo hacían todo para mostrar que siempre se puede dar un extra a los demás", afirmó el cocinero.

"Yo daba de comer a unos pocos pero siempre he querido estar comprometido en dar de comer a los muchos. De ahí nace World Central Kitchen", explicó Andrés.

En un momento en el que esa visión de compartir es esencial, Andrés apuesta por "ayudar a liberarse" a quienes menos tienen y a los que "el sistema hace que sigan siendo pobres".

Esa es su filosofía, la que sustenta la forma de trabajar de un grande de la cocina que repartió el monto de su premio para que "podamos llegar a muchísima más gente". "El mundo puede ser mejor con un plato de comida", concluyó.

Las palabras de José Andrés fueron corroboradas por el director del BCC, Joxe Mari Aizega, y el presidente del jurado, Joan Roca, que en un año especialmente complicado para la humanidad quisieron reconocer a quienes van más allá de la excelencia para llegar al corazón de la humanidad.