La ministra de Industria, Comercio y Turismo española, Reyes Maroto, ha dado respuesta afirmativa a la propuesta del Estado francés, que se mostró proclive a levantar las restricciones fronterizas que obstaculizan el paso entre Hegoalde e Iparralde como consecuencia de la crisis sanitaria siempre que se aplicaran las mismas condiciones para los oriundos de ambos lados del Bidasoa. Ahora bien, esta decisión entrará en vigor el 22 de junio, una vez acabe el estado de alarma al sur de los Pirineos, y no el 15 de junio como se mostró dispuesto el primer ministro francés, Édouard Philippe.

En un desayuno informativo celebrado con los corresponsales extranjeros, Maroto ha explicado esta mañana que la apertura entrará en vigor una vez decaiga el estado de alarma, prorrogado hasta el 21 de junio, y que se levantará de acuerdo a la reciprocidad que Madrid encuentre tanto con París como con Lisboa, y a la vista de la situación epidemiológica de los estados francés y portugués.

La declaración de Philippe hace justo una semana situaba la pelota sobre el tejado del Gobierno español, toda vez que mostraba su disposición a levantar las restricciones a la circulación interna europea, aunque avisaba de que Francia actuaría "con reciprocidad con los países que mantengan sus fronteras cerradas o decidan aplicar una cuarentena" a los ciudadanos franceses.

Hasta este jueves, las declaraciones del Ejecutivo español iban en la línea de levantar la cuarentena a los viajeros a partir del 1 de julio.

El comienzo de la desescalada a ambos lados del Bidasoa ha provocado que trabajadores transfronterizos necesiten emplear hasta una hora para trayectos en los que necesitaban apenas diez minutos. Ante esta realidad, el propio Gobierno Vasco y los alcaldes de Irun y Hendaia han reclamado cambios.

La pasada semana, en la línea de lo expresado en las últimas reuniones de presidentes autonómicos el lehendakari, Iñigo Urkullu, remitió una carta al jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la que le solicitó la ampliación de la movilidad de los habitantes de las regiones de Nueva Aquitania, Euskadi y Navarra para permitir el tránsito por relaciones familiares, socioeconómicas y sanitarias durante la pandemia del coronavirus.

En la carta, que el presidente de Nueva Aquitania, Alain Rousset, remitió a Édouard Philippe, también se pedía autorización para que puedan traspasar la muga los residentes de zonas próximas a la misma que tengan relaciones cotidianas en ambos lados, así como en supuestos familiares, socioeconómicos y sanitarios, tanto para consultas médicas como paramédicas, como sucede con muchos habitantes de Irun, Hondarribia y Hendaia, pero no de ocio.

En la misiva, Urkullu plantea asimismo que se aborde en qué momento de la desescalada "habrá que propiciar la movilidad" de las personas entre Navarra y Euskadi en determinados supuestos.

Semanas con atascos

La movilidad de la ciudadanía en zonas como la Eurorregión Euskadiquedó restringida a la mínima expresión hace mes y medio, cuando el Estado francés redujo los pasos entre Gipuzkoa y Nafarroa, con el departamento de los Pirineos Atlánticos de casi una veintena a 6, entre los que se encuentran el Puente de Santiago, el de la autopista, el de Dantxarinea, Luzaide-Valcarlos-Arnegi y el túnel de Somport.

Hasta entonces, la movilidad entre ambos lados del río Bidasoa se había visto afectada, aunque en mucha menor escala. Los desplazamientos se habían reducido a los imprescindibles, y desde el estado de alarma decretado tanto por La Moncloa como por El Elíseo, los justificantes se convirtieron en más que recomendables y hasta obligatorios desde el 10 de abril para todo aquel que quisiera entrar en suelo galo.

En las últimas semanas, tanto el propio lehendakari y la presidenta navarra, María Chivite, como los alcaldes de Irun y Hendaia, José Antonio Santano (PSE) y Kotte Ecenarro (PSF), han reclamado a ambos gobiernos centrales la reconsideración de los cierres fronterizos. Una realidad motivada en buena medida por la desescalada, que ha provocado que parte de la ciudadanía guipuzcoana que vive en Iparralde deba desplazarse a diario al sur del Bidasoa.

"He llegado a tardar hora y media en cruzar la frontera", aseguraba en este mismo diario Ofelia Aramburu, una bidasotarra que reside en Hendaia pero trabaja en Hondarribia, y que debe cruzar sobre el Bidasoa al menos dos veces al día. La suya es una de las miles de vidas transfronterizas que desde la desaparición de las aduanas hace más de 25 años se han convertido en habituales en este entorno y que con los estados de alarma se han visto dificultados.