l reto es mayúsculo y ya no está en regresar a las aulas la próxima semana, sino en abordar el siguiente curso. La vuelta parcial al cole anunciada por el Gobierno Vasco para este mes de mayo, cuando el curso 2019-2020 ya ha muerto y buena parte de los alumnos incluso ha recibido las notas del tercer trimestre, se presenta como un “experimento” que no convence a la comunidad educativa: un test de prueba para lo que se avecina. ¿Es un rodaje para septiembre?

¿Pero qué es lo que se avecina? ¿Cómo será el próximo curso? Nadie se atreve a decirlo abiertamente, porque la “incertidumbre es enorme”, y a día de hoy, todos resoplan cuando les preguntamos si se imaginan un centro de 500 o 1.000 alumnos a pleno rendimiento, con clases presenciales, a la vuelta del verano. La mayoría no lo ve. Todo apunta a que el curso 2020-2021 será un reto gigantesco. Otra aventura de resultado incierto.

Los centros educativos llevan semanas trabajando en sus propios planes de desescalada, tomando medidas y pensando en cómo organizar el regreso; casi todos creyeron que llegaría antes: plano en mano, están adaptando espacios, entradas a los cuartos de baño, rediseñando los cierres y aperturas de las puertas, que preferiblemente tendrán que estar abiertas, los accesos y salidas de los centros, redistribuyendo las zonas comunes... “Cada uno por su cuenta”, aseguran.

Muchos han adquirido ya mascarillas, guantes, geles y desinfectante; han reforzado la limpieza y son varios también los que han aprovechado la ausencia de alumnos para abordar labores de mantenimiento y renovación del centro. A nadie le coge de nuevas, pero el foco, asegura Jabier Larrañaga, director de Elgoibar Ikastola, debe “estar en las necesidades de los alumnos. Cómo cubrir las necesidades de los estudiantes. Eso es lo que nos tiene que guiar”, precisa. La palabra que manejan todos es “prudencia”.

Recuperar las clases presenciales en mayo para que los alumnos de segundo de Bachillerato preparen mejor la Selectividad; también para reforzar a aquellos que han tenido más dificultades con el sistema on line durante el tercer trimestre y atender las necesidades particulares... Ahí sí. “Eso sería muy bueno”, coinciden distintas fuentes, pero “de nada sirve sin garantías sanitarias”. “Las reflexiones están hechas, ahora hace falta un plan”, añaden otros. Pero no más y Lakua quiere de vuelta a los alumnos de 4º de ESO, los dos cursos de bachillerato y los de FP.

El rechazo sindical es total. Unanimidad entre las centrales, que hablan de “improvisación”. Los centros educativos recelan, pero en voz baja, en medio de la polémica. No entienden la vuelta con el curso acabado.

La red pública, tutelada por el Departamento de Educación, guarda silencio y son muy pocos quienes se atreven a salirse de la línea marcada por el Ejecutivo. Ni siquiera para hablar sobre el reto que nos espera en septiembre, “a la vuelta de la esquina”, admiten. Lakua asegura que quiere “proteger a sus centros de la exposición mediática”.

Igone Azpiroz, subdirectora del instituto de Secundaria y Bachillerato Lizardi de Zarautz, es una de esas excepciones. De entrada, anuncia que el consejo escolar de este centro decidió este mismo jueves que no volverán a las clases presenciales este curso. “Los de segundo de Bachillerato lo entiendo, porque las clases presenciales pueden ser más potentes para preparar la Selectividad..., ¿pero los de primero, cuando el curso está hecho, y poner en riesgo a toda la población?, se pregunta.

Jabier Larrañaga es el director de Elgoibar Ikastola, la voz de Ikastolen Elkartea en este reportaje. Fueron los primeros en aceptar el ejercicio planteado por este periódico y lo mantuvieron después de la convulsión que supuso escuchar el jueves, a primera hora de la tarde, al portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka.

Lakua había anunciado al inicio de la semana que la vuelta a las aulas sería el día 18, este lunes; pero tuvo que admitir poco después que había corrido demasiado y que su decisión no tenía garantía jurídica. Su forma de corregirse en público fue decir que cada centro podía decidir.

Para entonces, los colegios públicos y concertados ya habían asumido que el Gobierno Vasco había desistido en su intento de retomar las clases de forma inminente y generalizada. Pero Erkoreka volvió a llamar a la puerta el jueves. Anunció el retraso de la reapertura del 18 al 25, pero era en realidad un nuevo intento de poner en marcha la rueda. Sacar la vara para arrear al mulo.

En pleno vendaval informativo y mucha polémica, la red de centros concertados Kristau Eskola, que se había comprometido a participar en este análisis sobre el rearranque educativo, anunció el mismo viernes a NOTICIAS DE GIPUZKOA que prefería guardar silencio.

Las reservas en la comunidad educativa son máximas ante el temor a intentar responder preguntas inciertas en un campo de minas y desacuerdos. Todos coinciden en que hay que arrancar. La pregunta es cómo. Sin respuesta válida. “Ahora mismo, nadie sabe lo que nos vamos a encontrar en septiembre”, reconocen algunos desde el anonimato. He aquí las reflexiones y argumentos de quienes dan la cara.

El Ejecutivo planteaba el regreso de los alumnos de FP, Bachillerato y 4º de ESO para el próximo lunes, cuando muchos ya tienen las notas