a crisis del COVID-19 ha puesto en jaque la vida social de una población que, encerrada en sus casas y obligada a renunciar a ritos tan arraigados como funerales y velatorios, está aprendiendo a despedir a sus seres queridos desde los balcones, como lo hizo el pasado domingo Pasai Antxo por Cristina, una joven convecina fallecida.

Los aplausos que cada día a las ocho de la tarde los ciudadanos dedican a los sanitarios que luchan con la pandemia se han convertido en el ejemplo a seguir para quienes quieren dar, arropados por amigos, el último adiós a un ser querido a la espera de unas honras fúnebres libres de confinamientos.

Así lo pensaron anteayer los vecinos de Pasai Antxo que hicieron sonar la tamborada de San Fermín desde sus viviendas en honor de Cristina Mota, una vecina del pueblo fallecida de muerte súbita, que recibió el cariño de centenares de amigos y allegados desde el aislamiento de sus pisos en forma de redobles de tambor y repiques en las barandillas de los balcones.

"No tengo palabras para agradecer todo lo que ha hecho el pueblo. Ha sido inesperado. Pero ha sido, tan, tan bonito, tan cálido, que no sé como expresarlo", admite Inma, hermana de Cristina, sin poder reprimir sus emociones.

"Antxo es un pueblo y el pueblo lo hace la gente, que ha demostrado tener un corazón inmenso. Creo que es lo más bonito que han podido hacer nunca a mi hermana. Gracias, gracias y gracias", refiere compungida Inma, en nombre de toda su familia.

La muerte de Cristina cayó el pasado sábado como un jarro de agua fría sobre el distrito pasaitarra de Antxo, cuyos vecinos, confinados por el coronavirus al igual que el resto de la población, conocieron la mala nueva a través de los grupos de Whatsapp.

La noticia corrió como la pólvora. Parecía imposible, pero era cierto. A sus 40 años, Cristina, una mujer muy activa y deportista, que recientemente había dejado la práctica del fútbol en el club Intxaurdi, había fallecido súbitamente y las restricciones de movilidad impuestas por el COVID-19 harían imposible su funeral.

Aunque aún quedan más de tres meses para las fiestas de San Fermín, organizadas cada año en Antxo con tanta intensidad como en Pamplona, alguien recordó la verdadera devoción que Cristina y toda su familia sienten por esta celebración, de cuya tamborrada había sido nombrada "barril de honor" en 2015.

El grupo de antiguas cantineras del desfile tomó entonces la iniciativa y propuso que los aplausos de apoyo a los sanitarios en su lucha contra el coronavirus, fueran dedicados a Cristina en señal de duelo.

Con la colaboración de la página de Facebook: Fermintxo, el pato de la ría de Antxo, el mensaje pasó de casa en casa, de ventana en ventana y finalmente se decidió que el homenaje tuviera lugar a los sones del Tatiago, la marcha tamborrera que Cristina tantas veces había interpretado junto a sus allegados y amigos.

Espontáneamente, algunos decidieron sacar del armario las txapelas y los gerrikos rojos y vestirse de blanco, como manda la tradición. Otros anunciaron que también se pondrían el pañuelico al cuello. Y todos prepararon sus palillos para aporrear con fuerza barandados y tambores aquella misma tarde.

Desoladas por la pérdida de su compañera, las jugadoras del Intxaurdi quisieron sumarse al homenaje pero, ante las limitaciones del estado de alarma, pidieron a amigos y conocidos que les grabaran vídeos con los móviles para, por lo menos, poder seguirlo en la distancia.

La banda de dulzaineros de Antxo también se sumó a la iniciativa con dos de sus miembros, cada uno residente en una parte del pueblo, quienes, a las 20.00 horas, de forma coordinada, dieron inicio al emotivo acto con un aurresku de honor que, como un desgarrador lamento, recorrió de una punta a otra las vacías calles del pueblo.

Al término de la pieza, las personas que seguían conmovidas el desarrollo del homenaje desde las ventanas, viendo tan solo a sus compañeros más cercanos pero sintiendo la proximidad del resto, prorrumpieron en un emotivo y prolongado aplauso.

Improvisados altavoces aparecieron entonces en algunos balcones y arrancaron los redobles del Tatiago en lo que, en palabras de su hermana, fue el homenaje más bonito que ha podido tener Cristina.

Gente tocando el tambor, adultos, jóvenes, niños y ancianos, unos golpeando barandillas con cucharas y tenedores de madera, otros vestidos de San Fermín, mientras el resto grababa el momento con sus móviles en una comunión de solidaridad.

Las imágenes han sido editadas ahora en un único vídeo por Unai Martín, uno de los promotores de la iniciativa, que ya las ha hecho llegar tanto a las compañeras de Cristina en el Intxaurdi como a su familia, con el más sentido pésame de todos sus convecinos.

Algunos decidieron sacar del armario las txapelas y los gerrikos rojos y vestirse de blanco, como manda la tradición sanferminera

"Creo que es lo más bonito que han podido hacer nunca a mi hermana. Gracias, gracias, gracias", dice Inma, hermana de la joven