dONOSTIA - Katearen Loturak es una asociación que nace de "la impotencia, la rabia" y, sobre todo, de la inmensa preocupación de una decena de madres de Arrasate y alrededores. Tener un hijo o una hija con un grave problema de adicción, que en muchos casos se complica con algún trastorno de personalidad, y no encontrar la atención necesaria ha hecho que se unan para funcionar "a modo de altavoz" y poder tocar las aldabas necesarias para que el destino directo de estos jóvenes, casi niños, no sea la cárcel.

Katearen Loturak echa a andar desde el convencimiento de que el problema de sus hijos requiere "un abordaje integral" que tenga su sustento en una atención psicosanitaria adecuada.

Por ello, una de sus principales demandas, según explica la madre de unos de estos jóvenes, es que la consejera de Salud del Gobierno Vasco, Nekane Murga, les atienda y "no haga oídos sordos" a sus solicitudes de reunión y de búsqueda de recursos para que estos chavales, la mayoría de entre 18 y 22 años, puedan encarar una salida a su complicada situación.

Ante el contexto de estos jóvenes atrapados en la espiral de las adicciones que deriva, en ocasiones, en trastornos psicológicos y de comportamiento, este grupo de madres y padres considera vital contar con la atención de "profesionales" en distintos ámbitos que den respuesta a "los nuevos retos en adicciones y patologías derivadas, como es la patología dual", que suma al problemas de las adicciones distintas patologías mentales.

Esta madre, miembro de Katearen Loturak, hablaba hace unos meses para este periódico después de que diversos robos cometidos por un grupo de chavales, que generaron una importante alarma en la zona, motivaran que la entonces alcaldesa en funciones de Arrasate, María Ubarretxena, pidiera públicamente la intervención de la Fiscalía para atajar la situación

Conscientes de lo que ocurría y de que la realidad vigente provocaba enfado y malestar en la zona, pero con la gran preocupación de ver cómo sus hijos e hijas no contaban con los recursos asistenciales necesarios para poder salir del laberinto en el que se hallaban inmersos, estos padres y, sobre todo, madres, decidieron entonces unirse, sumar eslabones y crear una asociación que, según explica esta integrante, ya cuenta con número de registro y que, si nada se tuerce, podrá estar plenamente activa a partir de enero.

Será entonces cuando se reúnan con el Ararteko, porque ya lo han hecho con la diputada foral de Políticas Sociales, Maite Peña, y con el presidente de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, Iñaki Subijana, quienes se mostraron muy receptivos y comparten su visión de que es necesario actuar de forma global ante este problema que saltó a la luz pública en Arrasate pero cuya afección es mucho más amplia.

"En Proyecto Hombre, por ejemplo, nos han dicho que no hay plazas", explica esta madre, que ha trabajado para dar con una solución para su hijo y lo que ha hallado es económicamente inasumible. "He encontrado en Barcelona un centro que responde al tratamiento que necesita, pero que cuesta 5.000 euros al mes y necesitaría el apoyo institucional para poder hacer frente a estos gastos".

Detrás de cada caso hay un problema que, insisten, afecta a muchas personas y tiene numerosas y complicadas ramificaciones.

Su abordaje debe plantearse de abajo arriba, comenzando desde el sistema educativo en el que funcione una buena "coordinación escuela-familia", y que cuente con profesionales que puedan responder a las necesidades especiales de estos jóvenes con dificultades.

preparación La profesionalización o la adecuada preparación en la atención debe llegar, a su entender, a todos los sectores que se relacionan con estos jóvenes, desde la Ertzaintza al personal sanitario, las trabajadoras sociales y los educadores.

Y es que, subraya esta madre, en muchas ocasiones la atención que reciben les sirve de poca ayuda. Ilustra esta crítica con distintos ejemplos, como el del joven al que sus padres encontraron "muy pasado". Tras llevarlo un hospital, se le derivó al psiquiatra, que "le dejó en la calle" después de tratarle. "Al día siguiente estaba en prisión", recuerda.

Con estos jóvenes, lamenta, de momento "no hay plan B" y los padres y madres trabajan "a contrarreloj", no solo para evitar nuevos ingresos penitenciarios, que aseguran que les supone cualquier cosa menos beneficios, sino para poder ofrecerles y ofrecerse a sí mismos una tabla salvavidas a la que agarrarse.

"Necesitamos una solución global, que se visualice nuestro problema para que el destino de estos jóvenes no sea la prisión, el psiquiátrico o la cuneta", afirma.

Katearen Loturak también se ha dirigido al Consistorio de Arrasate para trasladar sus demandas y su preocupación. Una de estas peticiones pasa por disponer en la zona de un centro que preste a sus hijos la atención integral que necesitan.

Requieren ayuda en la tarea de hacer más visible la situación y lo quieren hacer con todos los medios a su alcance, incluso las redes sociales. El parón navideño dificulta ese arranque a pleno gas, pero pasadas las fiestas, Katearen Loturak quiere hacer oír bien alto su mensaje, aunque sea un trabajo ingente y no exento de dificultades porque, subrayan, "somos madres, no entendemos de todo, no controlamos todo".

En busca de asesoría y apoyo han llegado a contactar con Desirée Bujanda. Esta mujer venezolana, autora del libro Yo, madre de un adicto, ya les ha respondido diciendo que cuenten con ella en esa lucha por la visibilización.

El tratamiento, insiste esta madre, debe tener una abordaje integral para que no se repitan situaciones como las que narra. Uno de los jóvenes, tras pasar por prisión, fue derivado a Proyecto Hombre, donde fue tratado por espacio de siete meses, tras lo que se le dio el alta. "A los dos meses llegó la recaída", y la carrera de su madre, que decidió dar parte a todas las instituciones y organismos sobre lo que estaba pasando. Otra joven del municipio "acabó en Aita Menni", porque allí le derivaron, y otra, después de que sus padres "se gastaran más de 3.000 euros en psicólogos", trató de suicidarse.

En la actualidad, constatan con preocupación desde Katearen Loturak, solo hay en Euskadi un centro preparado para el tratamiento de la patología dual, y cuenta únicamente con catorce plazas.

De ahí que subrayen y enfaticen la necesidad de que se les preste atención desde el sistema sanitario, del que no han recibido respuesta.

Katearen Loturak, en su nómina de demandas, aboga por trabajar en la sensibilización tanto de la sociedad como de administraciones y organismos para que, entre todos, se logre abordar el problema desde "un trabajo multidisciplinar y coordinado que permita a cada joven iniciar una recuperación a la medida de sus necesidades personales" y haga posible llevar a cabo "una rehabilitación individualizada".

La nueva asociaciones se perfila como "un ámbito de reunión" de las familias y allegados de los jóvenes inmersos en el mundo de las adicciones, donde "podemos hablar con otros familiares en el mismo idioma e intercambiar emociones", además de contribuir ofreciendo "formación específica" en la materia.

Respecto al sistema judicial, consideran que "los enfermos que han delinquido como consecuencia de muchos trastornos y adicciones, deben ser derivados mediante sentencias apropiadas" a centros especiales que favorezcan su recuperación "en lugar de ser ingresados en prisión".

Para avanzar por esta línea creen fundamental "interactuar" con los jóvenes con problemas, "escucharles" y, "si fuera posible", lograr su internamiento en centros especializados "o ir trabajando en pro de su reinserción social", algo para lo que resulta de gran interés la realización de actividades "de ocio y tiempo libre sano" que les ayuden a dejar atrás una situación de la que, sin esa respuesta coordinada y profesional, es muy difícil salir.