- Dispuesta a consolidar al partido en el ámbito municipal en 2023, Àngels Chacón (Igualada, 1968) enarbola la bandera pactista para ofrecer soluciones al conflicto catalán frente a la política de confrontación que prevalece en Junts. Otro ejemplo de la ausencia de una estrategia independentista común que se visibilizará hoy en la Diada. La misma jornada en que salta por los aires el acuerdo bilateral para la ampliación de El Prat, la secretaria general del PDeCAT exige "coraje" también al Gobierno español en puertas de la mesa de diálogo. Atrás queda su relevo como consellera de Empresa i Coneixement, primera mujer que llegó al cargo, un cese decidido por Quim Torra en cuanto implosionó el espacio posconvergente. "Un president puede destituir a quien quiera y cuando quiera. Le comenté que me quedaba en mi partido por coherencia y me preguntó qué iba a pasar en el Govern. Yo le dije que lo que él quisiera, que por un puesto no iba a venderme. Me supo mal que no me dijera a la cara que me echaba por no irme a Junts. Pero me quedo con que en el actual acuerdo de Govern se mantienen asuntos por los que yo trabajé", evoca.

¿Cómo afronta su partido la Diada en un escenario independentista salpicado por las diferencias?

—Es extraña. Como PDeCAT vamos a participar en todos los actos institucionales programados pero lamentamos la fragmentación del movimiento independentista estos dos últimos años. Hubiese hecho falta una reunión para reprogramar la hoja de ruta para llegar a una intersección común. Algunos están por la confrontación y otros, aun sabiendo que es difícil, por un referéndum pactado con reconocimiento internacional, una cuestión que tarde o temprano habrá que abordar. También hay entidades como la ANC cuyo discurso no está buscando la integración y que solo representa a una parte del independentismo. Todo esto genera frustración en muchísimas personas. Debemos hacer una fotografía del estado real de la sociedad catalana para buscar una hoja de ruta común sin engañarnos ni demagogias. No es ni ético hacer como que no pasa nada o actuar como que todo ha pasado y simplemente hay que implementar la república.

La jornada servirá de prólogo a la mesa de diálogo entre gobiernos. ¿También es usted escéptica?

—El Govern la encara dividido, división no solo entre ERC y Junts, sino que también dentro del mismo JxCat hay distintas intensidades y opiniones. Vemos gente muy escéptica como Laura Borràs y otra que prevé asistir a la cita. El diálogo es la única de las vías, no estamos por la confrontación violenta ni por la unilateralidad, pero se va sin haber hecho los deberes. Esta división de manifestaciones genera cansancio y hastío en la población.

Moncloa tampoco la encara ofreciendo buenas sensaciones. Sánchez obvió a Catalunya en su discurso de inicio de curso, mete en el cajón la reforma del delito de sedición, se rompe el acuerdo de El Prat...

—Al Gobierno español le pedimos coraje para abordar una cuestión política ya que, de lo contrario, pasará como con Rajoy, que dejó morir el tema y se multiplicó el número de independentistas , y vimos lo que después trajo. Sánchez tiene una ocasión de oro y veremos también cómo se posiciona el PSC. Si creemos en las soluciones pactadas y el diálogo, hay que ser también practicantes de ello. Veremos su voluntad real.

¿Qué supondría que Sánchez se bajase y no asistiera a la mesa?

—Una falta de respeto y un menosprecio increíble no solo al Govern sino a la sociedad catalana. Es algo suficientemente importante como para que el presidente del Gobierno español esté presente. Sánchez vino a Catalunya a anunciar los indultos a bombo y platillo, cosa innecesaria cuando además hay aún mucha gente represaliada, como el presidente de nuestro Consejo Nacional, que puede ir a prisión. Hay un Poder Judicial que aún va por libre. Insisto, si Sánchez no aprovecha la mesa se va a encontrar posiciones más radicalizadas. No puede dar más argumentos a aquellos que apuestan por la confrontación. Hay que dar con una solución óptima para el conjunto de la sociedad catalana.

¿Es innegociable debatir en ese foro bilateral sobre referéndum y amnistía, o hay un paso intermedio?

—Tarde o temprano habrá que abordar esa cuestión porque no se puede ocultar bajo una alfombra, pero lo que no compramos es el marco mental del todo o nada. No renunciamos a negociar y buscar soluciones intermedias hasta que se llegue a ese punto de acuerdo, de suficiente madurez democrática, para un referéndum. Nosotros el año pasado aprobamos los presupuestos de Sánchez porque beneficiaban a Catalunya. No será fácil, hay muchas reticencias para que Catalunya vote, y eso requerirá tiempos. Entre tanto, pactemos y hagamos gestión en el día a día. De hecho, nosotros ya lo hemos practicado, no como otros que abogan por la confrontación y el embate democrático, palabras abstractas. Por ejemplo, ahora resulta que JxCat sí que quiere en el Congreso las comisiones de carácter económico que hasta ahora tenía el PDeCAT. ¡No puede ser estar a Dios rogando y con el mazo dando. Sean coherentes, sinceros e integradores!

¿Qué balance hace del Govern de Pere Aragonès?

—Estamos esperando a la prueba del algodón, los presupuestos catalanes, que muestran las prioridades más allá de las proclamas, veremos sin ir más lejos cómo se gestionan los fondos europeos... Y aquí observaremos qué ocurre con el pacto cerrado entre ERC y la CUP, que como se dijo desde Presidència es el socio preferente. Y ese no es nuestro modelo.

Con el acuerdo, ahora mismo roto, del aeropuerto de El Prat, la CUP ya lanzó un serio aviso a Aragonès.

—Un acuerdo confuso, nosotros pedimos detalles, el calendario, el qué y el cómo... Nos sorprendía que se prestase poca atención a la gestión de la infraestructura porque hace más de diez años los agentes socioeconómicos catalanes ya pedían la gestión del aeropuerto. Es tanto o más importante que tener la infraestructura.

¿Por qué dio el paso de optar a seguir al frente del PDeCAT después de quedarse sin representación?

—Nos faltaron muy pocos votos para entrar en el Parlament. Hice un periodo de reflexión para seguir o volver al sector privado, y pregunté a nuestra gente visitando los territorios. No fue una decisión mía sino de lo que palpé en el conjunto de asociados del PDeCAT. Hay voluntad de ocupar ese espacio central, integrador y dialogante. De hecho, ERC empieza a ocupar de facto ese espacio y una parte de Junts, también hace lo propio. Habrá que reformular el proyecto y actualizar el discurso una vez que tenemos la visión estratégica y de cara al congreso del próximo 2 de octubre.

El PNC de Marta Pascal, Lliures o la Lliga aspiran también a conectar en ese espacio. ¿Han hablado con ellos?

—Sí. Con ellos y con otros partidos. Evidencian que esta microfragmentación no conduce a ningún lugar, pero es el PDeCAT quien aglutina a más de 5.000 asociados y quien tiene representación institucional. Seguro que coincidimos en muchos aspectos. La propuesta no puede ser una suma de partidos, ahí nos equivocaríamos. Hablamos de proyecto de país.

¿Qué activo juega en el PDeCAT Artur Mas después de que no fuera un movimiento tractor de voto?

—Artur Mas es un referente en el PDeCAT. A nosotros en elecciones nos dio lo mejor, que es permanecer en el partido. La mayor parte de sus compañeros están en Junts y hay vínculos emocionales de muchos años. Ha tenido un papel más neutral a la hora de posicionarse pero se quedó aquí. Él siempre va a estar ahí pero prefiere mantener una distancia, lamentando, eso sí, la falta de unidad.

¿Es Carles Puigdemont el reverso del PDeCAT? ¿Qué sentimiento hay respecto a su figura?

—Él, como otros muchos compañeros de Junts que han estado en prisión, tiene nuestro afecto. A nivel personal no hay ningún problema pero hay que separar esto de la respuesta de JxCat. Esto no va de personas. El PDeCAT ha demostrado solidaridad sufragando muchos gastos... -no quiero presumir, es lo mínimo que podíamos hacer-. Pero esto no va de simpatías personales sino de proyectos políticos. El proyecto de Junts, cuando su candidata (Borràs) afirma estar más a la izquierda que ERC y que la CUP es socio preferente, no casa con nosotros. El modelo de país de Junts, que tampoco lo conocemos bien porque unos se visten de blanco, otros de negro y otros de gris, pues no es el del PDeCAT. Esto no va de personas ni tan solo de lealtad al movimiento independentista. No va solo de independentismo. Podemos ser tanto o más independentistas los que no apostamos por la confrontación, y luego ya veríamos en qué se traduce.

¿Es imposible la reconciliación con las elecciones municipales en el horizonte? No le hablo de fusión sino de consensos.

—Las declaraciones en los medios de unos y otros hablan por sí solas. Al PDeCAT nadie habrá escuchado una diciendo que no vamos a pactar nada. La estrategia municipal no tiene nada que ver con la nacional catalana. Adquiere más relevancia la personalidad de cada uno de los alcaldes. Pero esta división se ha trasladado a nivel local pese a que nosotros pensábamos en algún mecanismo de pacto de no agresión. Se explorará pero si hay una negativa a cualquier tipo de acuerdo solo nos quedará presentar las máximas candidaturas posibles.

¿El término convergente sigue siendo una losa?

—En un primer momento, con lo que ocurrió con Jordi Pujol y los casos de supuesta corrupción, era un término con connotaciones negativas -aunque muchos partidos pasan por esa situación y no cambian de siglas-, pero después me he encontrado con mucha gente, incluso en zonas donde no es nuestra bolsa de votantes, que añora la política de la antigua Convergència, de suma, transversal.

La representación en el Congreso les da visibilidad, ¿qué esperan de la negociación de las cuentas?

—Iremos abiertos a negociar. Estamos viendo con nuestro portavoz, Ferran Bel, qué propuestas presentar. No como otros. Buscaremos conseguir cuanto más y mejor para Catalunya.

La actualidad la preside estos días el cisma por el Poder Judicial y el crecimiento de los delitos de odio.

—Evidencia que la confrontación no construye nada. No solo hay que creer en el diálogo sino practicarlo.

"Se acude a la mesa de diálogo sin los deberes hechos, con un Govern dividido y una división en Junts, y eso genera frustración y hastío"

"Sánchez tiene una oportunidad de oro y le pedimos coraje; si creemos en soluciones pactadas, hay que ponerlas en práctica"

"No compramos el marco mental de todo o nada, no renunciamos a soluciones intermedias hasta que se pueda abordar el referéndum"

"Puigdemont tiene nuestro afecto pero esto no va de personas; el proyecto de Junts no casa con el nuestro, que es central e integrador"