- En ocasiones se dice que vivimos anclados en el pasado y es necesario mirar hacia el futuro. Sin embargo la mejor manera de aprender de nuestros errores o de nuestros avances es observar a nuestros antecesores, y eso es lo que trata de conseguir la arqueología.

Por ese motivo, en el año 2013 la Sociedad de Ciencias Aranzadi creó un programa de investigación sobre lugares de memoria histórica. Durante este año se han centrado en el que fue el punto de resistencia Saseta en agosto y septiembre de 1936, donde los milicianos vascos se enfrentaron a las tropas franquistas tras la caída de Tolosa el 11 de agosto de ese mismo año.

A través de este programa, durante este verano un equipo de jóvenes arqueólogos voluntarios trabaja en una de las trincheras del sistema defensivo en busca de restos de la contienda.

Ayer se presentaron los resultados obtenidos durante la campaña de este año a los pies de la trinchera en la localidad de Zizurkil, que ha resultado ser la que mayor cantidad de materiales ha proporcionado.

Entre los restos históricos hallados en los siete metros que llevan excavados, principalmente se han encontrado restos bélicos, como casquetes de bala de diferente calibre, bolas de plomo o fragmentos de mortero.

También se han encontrado objetos de la vida cotidiana, como latas de sardinas, una botella de vidrio, o un zapato. Además, lo más destacable que han podido hallar han sido elementos de cuero, que puede ayudar a conocer el tipo de vestimenta de los gudaris durante la contienda civil, ya que se conoce que en ese momento de la guerra no tenían uniforme.

La meteorología no ha acompañado a los jóvenes voluntarios en la campaña de este año, ya que debido a las lluvias de estos meses “el ritmo de excavación ha sido más lento”, explica Julien Blanco, arqueólogo responsable de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. A pesar de ello, “es la primera vez en este frente que encontramos tanta riqueza de material más allá de lo bélico y el buen estado de conservación nos da juego para interpretar lo que pasó aquí”, aclara Blanco.

El año pasado, la pandemia afectó a las excavaciones, ya que los jóvenes voluntarios no pudieron participar, y únicamente tomaron parte los técnicos de la sociedad, que realizaron un examen sistemático de todo el territorio.

La intención del proyecto de Aranzadi es documentar todos estos puntos para no perder información histórica y fijar estos enclaves como lugares de memoria histórica.

El proyecto está promovido por los ayuntamientos de la zona (Asteasu, Zizurkil, Aduna y Larraul), que han costeado con cargo a sus arcas los trabajos arqueológicos.

Además, la excavación 85 años después de este sistema defensivo cuenta con la colaboración de la dirección de Derechos Humanos de la Diputación Foral de Gipuzkoa.

Como representante de este último organismo, Ion Gambra, su director, estuvo presente en el acto acompañando a los alcaldes de los pueblos vecinos.

Gambra puso en valor el trabajo de los municipios por costear año tras año este programa memorialístico y señaló “la gran importancia de este proyecto” porque “acerca lo ocurrido en el pasado a los jóvenes, para así garantizar la transmisión generacional”. Gambra también agradeció la labor de todos los voluntarios que participan en la excavación.

Por su parte, Iker Urruzola, alcalde de Zizurkil, señaló que estos hallazgos “son para nosotros la memoria histórica que recibimos de nuestros abuelos, y es ese pequeño legado que queremos dejar a nuestros herederos”.