DONOSTIA. El Batallón Vasco-Español (BVE) violó y asesinó el 7 de mayo de 1980 en San Sebastián a María José Bravo del Valle, una estudiante de 16 años cuyo brutal crimen nunca fue investigado y a la que este sábado se ha rendido homenaje con la colocación de una placa en su memoria.

Tras 41 años de silencio, su ciudad le ha rendido homenaje este sábado en el barrio de Loiola, cerca de la vivienda donde residía esta joven, donde el Ayuntamiento ha colocado una placa en el suelo para preservar su memoria como las que figuran ya en otros lugares de San Sebastián donde se cometieron otros atentados.

Familiares y amigos de Bravo, y miembros de la corporación municipal con el alcalde, Eneko Goia, a la cabeza, se han reunido en la plaza de Latsari y en silencio, mientras sonaba la música de la banda municipal de "txistularis", han ido depositando uno a uno ramos y rosas blancas sobre la placa.

Un aplauso ha puesto fin a un emotivo acto que ha llegado, según decía a los periodistas Zuriñe Bravo, sobrina de María José, "un poco tarde".

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El nombre de su tía, la fecha del asesinato y la organización que lo cometió recordarán a partir de ahora a María José Bravo en este lugar. Es la duodécima víctima del terrorismo en cuya memoria el consistorio donostiarra instala una placa dentro de la iniciativa puesta en marcha en la pasada legislatura para "dar visibilidad en el espacio público a las víctimas del terrorismo y la violencia política".

A María José la abordaron miembros del BVE cuando se encontraba en las cercanías del cuartel militar de Loiola junto a su novio, Francisco Javier Rueda Alonso, al que golpearon hasta dejarle sin sentido, y que falleció ocho años después como consecuencia de las graves heridas que sufrió.

A ella la llevaron a un lugar más alejado, a un descampado próximo a la zona de Zorroaga, donde la violaron y le destrozaron la cabeza a golpes. Su cuerpo fue hallado al día siguiente, desnudo de la cintura hacia abajo.

Estos detalles figuran en el documento "Retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco" que la Secretaría General para la Paz y la Convivencia del Gobierno Vasco puso a disposición de los ayuntamientos en 2015.

En ese informe se señala que la organización terrorista de ultraderecha reivindicó el asesinato. "La hemos matado por ser confidente de ETA", dijo entonces. Pero la familia asegura que ni ella ni nadie de su cuadrilla "andaban metidos en nada", según recoge el diario Noticias de Gipuzkoa.

No mucha gente recuerda o sabe lo ocurrido aquel día de 1980 y a su sobrina le parece bien "que se dé visibilidad" al asesinato de su tía, y también "a otros tantos casos que la gente no conoce".

"Está bien que se haga algo. Llega un poco tarde, pero bueno", ha manifestado Zuriñe Bravo, que ha dicho que su familia estuvo "mal, rabiosa" por lo ocurrido y por que "no se hizo nada después".

Ha destacado que su familia intentó que se investigara el crimen, pero "el Gobierno Civil se deshizo de todas las pruebas". "No se pudo investigar nada, las pruebas desaparecieron, desapareció la ropa, despareció todo, qué vas a investigar. No se pudo hacer nada", ha destacado.

"Se ha quedado ahí, en el olvido", ha lamentado la sobrina de María José, que ha precisado que durante la etapa del socialista Patxi López como lehendakari sus padres realizaron una solicitud y el Gobierno Vasco reconoció a su tía como víctima, lo que no ha sucedido con el Ejecutivo central.

"Ahora estamos intentando otra vez moverlo, está en proceso y estamos esperando a ver qué pasa. Es un paso también que le pongan la placa y le den visibilidad. Vamos poquito a poco", ha explicado.

Pese al tiempo transcurrido, Zuriñe, que era un bebé en 1980, asegura que en su familia sigue muy presente el asesinato de María José.

"Obviamente no me acuerdo de ella, pero he vivido el dolor de la familia. Al aita cuando habla se le cambia el gesto de la cara, era su hermana pequeña. Yo tengo una niña de 14 años y le pasa algo así y me muero. Es muy duro, no es sólo que la matasen, es todo. Era una niña", ha manifestado.

El alcalde, por su parte, ha dicho que esta placa es "un paso más" en el trabajo que realiza el Ayuntamiento para mantener la memoria de las víctimas.

A María José Bravo la recordó también Covite en mayo de 2015, cuando colocó en San Sebastián, en los mismos lugares donde se produjeron los atentados, 73 placas en recuerdo a 96 personas asesinadas por ETA y otros grupos terroristas, algunas de las cuales fueron retiradas poco después, según denunció este colectivo.