os cita en la misma cafetería de Gernika-Lumo en la que, años atrás, lo hicieron el hijo del lehendakari Aguirre y el del corresponsal de guerra George L. Steer. Se llama Crucita Etxabe Garro y ayer, Primero de Mayo, cumplió 91 años.

Sus ojos azules de cuento son supervivientes del bombardeo aéreo que la Alemania nazi, la Italia fascista y la España militar golpista causaron contra la villa foral vizcaina el 26 de abril de 1937. De aquel sangriento día bajo las llamas, la grabadora recoge una frase que nunca ha olvidado y que escuchó a su ama: "Giltzak poltsikoan, baina etxerik ez". Es decir, las llaves de casa en el bolsillo, pero sin hogar. Aquella vivienda de la calle Ocho de Enero fue una de las que las bombas incendiarias de apenas 30 centímetros redujeron a polvo, convirtiendo los sueños familiares en pesadillas.

Minutos antes del ataque de la Legión Cóndor y de la Aviazione Legionaria, Crucita vivía una cuenta atrás de seis días para celebrar su séptimo cumpleaños. Estaba feliz. Sin embargo, el ataque aéreo le cambió la vida. "Yo en ese momento estaba con mis amigas y la muchacha que cuidaba a una de ellas merendando en Cuatro Bancos, en sentido a Lumo. Nos metimos en una cuneta y justo pasó mi hermano mayor que era gudari y le dijo a la muchacha que se quitara el delantal blanco porque estaba delatando a los aviones. Recuerdo esto perfectamente, sin embargo no preguntes quién hizo la comunión conmigo".

Mari Cruz es la menor de seis hermanos. "La única viva", levanta el dedo índice. Los dos mayores fueron gudaris: José María y Vitorino. Le seguían por edad María Luisa, María Dolores, Javier -futbolista que militó en el Alavés y el Racing de Santander- y ella es la benjamina.

A escasos metros de la zanja en la que trataban de camuflarse cayó una bomba que "dejó ocho muertos". Al anochecer, volvieron a la villa que estaba ardiendo y humeante. "Era un desaguisado. Te venían preguntando si habías visto a tal persona y tú lo mismo. Horrible. Igual que el cuadro de Picasso", equipara.

El matrimonio compuesto por la tendera aulestiarra Francisca Garro y el carrocero zumaiarra Pello Etxabe partió con su prole a casa de unas primas en Bilbao. De allí, buscarían paz en Gordexola, pero Crucita y sus hermanos María Luisa y Javier la acabarían hallando en París, vía marítima a Burdeos. "Fuimos con Segundo Olaeta que era de Gernika y formamos parte del cuadro artístico infantil Elai Alai, antes de que creara los Ballets Olaeta".

Ella era la segunda más joven. La primera, Lide, hija de Segundo. "Yo tenía recién cumplidos siete años e inauguramos el Teatro Trocadero". Etxabe hace referencia al denominado Teatro Nacional Chaillot que se construyó para la Exposición Universal de 1937 en la que se dio a conocer el cuadro pintado sobre lienzo de lino y yute, el Guernica de Picasso. Se halla al lado de la Torre Eiffel, en la orilla derecha del Sena. "No recuerdo que nos llevaran a ver el cuadro", duda.

De allí, se asentaron en Bry Sur Marne a trece kilómetros de la ciudad parisina. "Olaeta era muy religioso y lo primero que hizo es ir a la iglesia a ofrecer que el Elai Alai cantara en misa", evoca quien aprendió francés en aquel enclave. "Estando allí yo hablaba euskera y francés. Ni idea de castellano. Luego perdí el francés, lo que me da pena", valora e incide en sus recuerdos: "Segundo no nos dejaba hablar en castellano bajo la multa de pagar una chiquita por cada palabra".

Permanecieron en Francia dos años y medio. En aquel tiempo conocieron al coro vasco del exilio Eresoinka. "Recuerdo a Matilde Zabalgogeaskoa creo que era, Miren Derteano, a la madre de Plácido Domingo Pepita Enbil que era encantadora y tenía una voz prodigiosa cantando Haurtxo Txikia, o a Luis Mariano, cariñosísimo y que nos comía a besos. ¡Eran todos maravillosos! De hecho, muchos hombres de Eresoinka se echaron novias de Elai Alai", se ríe.

Y llegó el momento de retornar. "Cuando volvimos a Gernika, el pueblo nos recibió con la banda de música en el andén. Fue muy emocionante", enfatiza. Pasó de vivir en chalets a una chabola que, por suerte, pudo construir su padre con ayuda de unos albañiles. "Tenía una habitación, cocina y la tienda de guarnición y estaba junto a la estación, ante el Banco Hispano Americano. A los hermanos nos mandaban a dormir a dos habitaciones alquiladas".

Con el tiempo, gracias al dinero que iban ahorrando y con el padre trabajando como tasador de montes, lograron una vivienda propia. "Tanto mis hermanos como mi marido, hace cuatro años, han fallecido, pero tengo unos hijos maravillosos", sonríe mientras muestra alegres fotografías de cuando formaba parte de Elai Alai en Francia.

84 años después, el pasado lunes, la ahora cumpleañera participó en el acto de conmemoración oficiado en el cementerio de Zallo junto al también superviviente Paco García, residente en Irun. "Siempre que voy me emociono, no lo puedo evitar. Lloro", dice, y va más lejos: "Esta vez, Urkullu me causó muy buena sensación. Yo siempre he sido muy nacionalista pero cuando la escisión lo pasamos mal y no veíamos bien a Arzalluz. Sin embargo, me alegro de haber votado la última vez a Urkullu porque se me mostró muy cercano y me emocioné cuando me preguntó lo mismo que me has preguntado tú antes: ¿Se murió algún familiar? No. Le dije que no".

Pasando por delante del busto de Steer en Gernika, Crucita mira al futuro. "Es duro hacerse mayor y tengo pena de que cada vez quedamos menos supervivientes. Ahora tenemos que preocuparnos por que la gente joven si lee esto que no viva otro Gernika, que sepan lo que es y que no se vuelva a repetir. ¡Jamás!".

A escasos metros de la zanja en la que se refugiaron cayó una bomba que dejó ocho muertos. Por la noche volvieron a una villa que estaba en llamas

Crucita Etxabe y dos de sus hermanos encontraron la paz en París, donde formaron parte del cuadro artístico infantil Elai Alai