- Tres años ha pasado en el infierno el mayor Josep Lluís Trapero, desposeído del mando de los Mossos d’Esquadra y afrontando una petición de más de una década de cárcel en un juicio por rebelión del que salió absuelto y reforzado, y tras el que ha sido restituido en su cargo.

Con una fuerte personalidad, que no deja indiferente, Trapero se refugió en su defensa durante la travesía por el desierto que inició el 27 de octubre de 2017, cuando horas después de la votación de la declaración de independencia del Parlament el Gobierno aplicó el 155 y le destituyó: le hicieron responsable de una supuesta pasividad de los Mossos para evitar el 1-O y le afearon su connivencia con la hoja de ruta independentista del expresident catalán Carles Puigdemont.

Ha sido un trienio que deja huella, pero del que Trapero ha salido aparentemente reforzado después de que la Audiencia Nacional, en una sentencia firme, no solo le absolviera porque no puso a los Mossos al servicio del procés, sino que además elogiara su “prudencia” en la gestión policial para tratar de impedir el 1-O.

Un paréntesis de tres años tras el cual ya nada es igual: de ser idolatrado por parte del independentismo, Trapero rompió su silencio en el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional para alegar que dejó claro a Puigdemont que los Mossos no le acompañaban en su proceso independentista, que no quebrarían nunca la legalidad ni la Constitución y que se ofrecieron para detener al Govern tras la declaración de independencia.

Algunos exconsellers y exdirectores de los Mossos d’Esquadra que durante años trataron con Trapero cuentan que el carismático mayor es ante todo un policía, siempre fiel a los Mossos y que nunca aceptaría directrices políticas ni quebrantar la ley. Cabe destacar que es el primer mando que ha desarrollado toda su carrera en el cuerpo catalán. Con la sentencia de la Audiencia Nacional avalando la labor de los Mossos durante el procés, Trapero dispone ahora de un escudo todavía más potente para blindar a la policía catalana de cualquier intento de injerencia política.

Y la experiencia personal que ha padecido a lo largo de estos tres años en la cueva no será tampoco inocua a la hora de definir cómo aborda en su nueva etapa al frente de los Mossos sus relaciones con los gobernantes, tras compartir una paella con camisa hawaiana con Puigdemont y un grupo de amigos, guitarra en mano, en agosto de 2016.

En su juicio en la Audiencia Nacional, Trapero desveló que había rechazado una propuesta de JxCat para ir en las listas de las elecciones autonómicas que se celebraron en pleno 155 y que también había desestimado posteriormente la propuesta del entonces president Quim Torra de volver a comandar el cuerpo.

Finalmente, el mayor ha sido restituido después de transmitir ayer al conseller de Interior, Miquel Sàmper, que tiene la “firme disposición” de volver a comandar el cuerpo, en sustitución del comisario Eduard Sallent, que desde que asumió la jefatura en junio de 2019 ha recuperado la voz propia para los Mossos y ha ido recomponiendo las maltrechas relaciones con la judicatura, la Policía Nacional y la Guardia Civil.

Pere Aragonès. El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, celebró ayer la restitución del mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero: “Es un acto de justicia y reparación devolver las funciones que la represión te quitó”, le manifestó tras afirmar que la vuelta al trabajo de una persona con “profesionalidad y rigor” es “un acto de justicia y reparación”. Por el contrario, el secretario general del PP catalán y diputado en el Parlament, Daniel Serrano, criticó ayer que la restitución de Josep Lluís Trapero como mayor de los Mossos d’Esquadra es “legal pero perjudicial para el prestigio del cuerpo”. En un comunicado, sostiene que, pese a que es una decisión legal, “no deja de ser una mala noticia para los Mossos, ya que vuelve a situar a la institución en el disparadero mediático”.