Donostia. "Simple y llanamente, lo sentimos, y lo sentimos mucho; nunca fue nuestra intención". El dirigente de la izquierda abertzale e impulsor de Sortu Pernando Barrena participó ayer en Barcelona en una jornada sobre Euskadi y las víctimas en la que mostró su "profundo pesar tanto por las consecuencias trágicas derivadas de la actividad de ETA como por nuestra posición política a las mismas, en la medida en que esta haya podido suponer -aunque no de manera intencionada- un dolor añadido o un sentimiento de humillación para las víctimas".

No fue un discurso nuevo -la propia izquierda abertzale y su principal líder, Arnaldo Otegi, ya se han pronunciado en términos similares-, pero sí fue la primera ocasión en la que un dirigente de la formación lo hizo frente a víctimas directas de ETA como Robert Manrique (el atentado de Hipercor, 1987) o Gorka Landaburu (paquete bomba, 2001).

Barrena, que participó en la capital condal en una jornada titulada Hablemos de Euskadi. Las otras víctimas y su papel en el nuevo escenario acompañado por Txelui Moreno, calificó la de las víctimas, en su conjunto, como "la asignatura pendiente" del proceso de paz. A su entender, existe "una necesidad real, colectiva de abordar el tema como personas que viven su sufrimiento de una manera individual y única, sin caer en uniformizaciones ni falsas equiparaciones".

El eje en el que basó el dirigente de la izquierda abertzale su intervención fue el concepto de "justicia transicional", que desgranó como ha hecho en otras ocasiones la izquierda abertzale y que consideró "necesaria" para cinco aspectos: "el cese definitivo de toda violencia", "responder a las consecuencias del conflicto", "promover la reconciliación desde el reconocimiento mutuo", que "el pueblo vasco pueda conocer la verdad, suma de todas las verdades sobre lo ocurrido" y para "situar el diálogo y el acuerdo democrático como garantía de no repetición".

En este sentido, Barrena reclamó "dar pasos ya, incluso sin modificación alguna de la legalidad" para cambiar la política penitenciaria, "abordar la desmilitarización del país" -donde incluyó que ETA disuelva "sus estructuras militares" y ponga "fuera de uso todo su armamento"- y emprender un camino "largo" hacia la reconciliación que "no será posible sin un acuerdo de convivencia democrática".

El dirigente de la izquierda aber-tzale, según el discurso que envió la formación a los medios, propuso la puesta en marcha de una comisión de la verdad "de naturaleza internacional e independiente, políticamente imparcial, con una participación abierta y de carácter incluyente". Su función, en palabras de Barrena, sería "analizar las causas y consecuencias del conflicto y los abusos cometidos durante el mismo".

En el apartado de la reconciliación desde el reconocimiento mutuo, Barrena dijo que "la izquierda abertzale desea mostrar con total sinceridad su absoluto respeto hacia todas aquellas personas que han sufrido y padecido vulneraciones de derechos humanos, sin querer proceder a ninguna clasificación del dolor y el sufrimiento ni a ninguna equiparación".

"La izquierda abertzale acepta que mediante sus declaraciones o actos ha podido proyectar una imagen de insensibilidad frente al dolor causado por las acciones de ETA", señaló un Barrena que, lejos de esa "insensibilidad", saludó de manera afectuosa a Rosa Lluch, la hija del exministro del PSOE, Ernest Lluch, asesinado por ETA tal día como ayer hace doce años. "Nos ha faltado hacia unas víctimas la sensibilidad mostrada con otras", resumió el dirigente de la izquierda abertzale.

Son en buena medida expresiones que ya recoge el último libro-entrevista a Arnaldo Otegi, El tiempo de las luces, y que Barrena repitió ayer "por expresa indicación" del dirigente encarcelado. Otegi "conocía la celebración de esta jornada desde hace tiempo y me dijo que le parecía muy importante habilitar canales de comunicación, los que fueran posibles, para dialogar con las víctimas que tengan disposición a ello". La izquierda abertzale se mostró dispuesta a un "diálogo pendiente" con los damnificados que "sin duda sería beneficioso para todos".

Barrena fue el último de los participantes en intervenir antes de que Rosa Lluch clausurara la jornada organizada por la Universitat de Barcelona y la Fundació Ernest Lluch. Antes hablaron Manrique, Landaburu y el obispo emérito de Donostia Juan María Uriarte, entre otros.

"Ni Lluch ni las demás" Más allá de la influencia del principal ideólogo de la "redefinición estratégica de la posición política" de la izquierda abertzale -tal y como calificó el proceso Barrena ayer-, el impulsor de Sortu señaló a ETB que la cita de Barcelona fue "una experiencia humana de gran valor. Nuestra presencia quiere significar que para nosotros el reconocimiento y la reparación de las víctimas es fundamental a la hora de pensar en la reconciliación que tanto necesita nuestro país".

En declaraciones a la misma televisión, el expresidente de la AVT catalana Robert Manrique también consideró "positiva" la presencia de Barrena y Moreno en la jornada de Barcelona "desde el momento en el que la izquierda abertzale se plantea que las víctimas del terrorismo, en este caso de ETA, tenemos ciertos derechos y vienen al menos a dialogar y a ver cómo está el tema".

Aun así, Manrique también se refirió a las declaraciones que Barrena hizo en la víspera y en las que señalaba que el atentado contra Ernest Lluch, que "entra dentro de ese tipo de sucesos que revuelve personal y políticamente", "nunca debió suceder".

Manrique, que acudió en junio a Nanclares para verse con un preso de ETA, reconoció las declaraciones de Barrena, pero reclamó un paso más: "Estoy de acuerdo en el hecho de que el de Ernest Lluch no se tenía que haber producido, pero los demás tampoco. Quizá falta esa coletilla".