- Los partidarios de Alexéi Navalni, mantuvieron ayer el pulso al presidente Vladímir Putin con protestas en toda Rusia para exigir la liberación del líder opositor y expresar su indignación con la situación económica y social en el país, en medio de la represión y la detención de más de 4.400 personas.

Las marchas en apoyo de Navalni tuvieron lugar en más de 140 ciudades, desde Vladivostok en el Lejano Oriente, a Novosibirsk en Siberia, Yekaterimburgo en los Urales, San Petersburgo en el mar Báltico o el centro del poder, en Moscú.

Y eso pese a que miles de policías fueron desplegados en todo el país para tratar de impedir que se repitan las imágenes del pasado día 23, cuando más de 110.000 personas asistieron a la primera convocatoria del líder opositor para desafiar al Kremlin.

En Moscú, las fuerzas de seguridad impidieron a los manifestantes el acceso a la plaza de Lubianka, donde se encuentra el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), por lo que se desviaron a otros puntos de la ciudad cada vez que aparecía la policía.

En San Petersburgo fue imposible llegar a la céntrica Avenida Nevski y los ciudadanos tuvieron que congregarse cerca del Teatro de Juventud, la plaza Sennaya y la Asamblea Legislativa.

Sin embargo, todos los intentos de las autoridades rusas de bloquear los accesos a los puntos de reunión con vallas, cordones policiales y el cierre de estaciones de metro fueron en vano, ya que decenas de miles de rusos volvieron a salir a protestar.

Y es que a la indignación por el caso Navalni se ha sumado el malestar de muchos rusos por la mala situación económica y social en el país, donde los ingresos reales cayeron un 3,5% en 2020 y donde 19,6 millones de personas vive por debajo del nivel de subsistencia. En todo el país se vieron de nuevo escenas de detenciones con un uso excesivo de la fuerza, a pesar del carácter pacífico de las protestas.

Según el portal OVD-Info, que monitorea las detenciones, más de 4.400 personas fueron arrestadas en todo el país, de las que más de 1.400 fueron detenidas en Moscú y casi 1.000 en San Petersburgo.

Allí, los agentes antidisturbios recurrieron a gas pimienta y descargas eléctricas, además de a sus porras para pegar y arrestar a los manifestantes pacíficos, según el portal independiente Meduza.

Entre los detenidos en Moscú se encontraba la esposa de Navalni, Yulia Navalnaya, quien ya fue arrestada una semana antes y quien marchaba hacia la prisión moscovita de Matrósskaya Tishiná, donde está encarcelado su marido.

El que es considerado el mayor enemigo de Putin está en prisión preventiva tras ser detenido a su regreso a Rusia desde Alemania, donde se recuperaba del envenenamiento que sufrió en 2020 y del que culpa a Putin.

El próximo martes se celebrará una vista judicial para determinar si Navalni debe permanecer en prisión para cumplir la condena de 3,5 años de prisión suspendida, una decisión que determinará su futuro político a pocos meses de que se celebren en septiembre las elecciones legislativas.

El líder opositor quiere aprovechar el malestar de muchos rusos y el hecho de que la popularidad de Putin haya caído al nivel más bajo en un año, con un 53% de apoyo, para movilizar a los votantes en contra del partido oficialista, Rusia Unida.

Tensión con EEUU. El nuevo jefe de la Diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, insistió en pedir a Rusia la liberación de los detenidos por ejercer sus Derechos Humanos, "incluido Alexei Navalni". Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso emplazó a Washington a cesar en su "burda injerencia en los asuntos internos de Rusia" y criticó la "promoción de desinformación y los llamamientos a acciones no autorizadas por parte de las plataformas digitales controladas por Washington".

La esposa de Navalni, Yulia Navalnaya, denunció la detención de su esposo tras haber sobrevivido el envenenamiento e instó a protestar.