Las personas con edades comprendidas entre los 20 y 29 años, con un 84,8%, y entre 30 y 39, con un 86,5%, son las que en menor porcentaje han recibido la dosis adicional que el departamento de Salud recomendó para las personas mayores de 18 años desde comienzos de 2022, cuando el azote de la variante omicron se intensificó.

El ritmo con el que se estaba dispensando la tercera dosis (segunda en algunos casos) sufrió una ralentización patente cuando se hizo pública la recomendación de que se debía esperar cinco meses para tomarla tras la infección.

Según ha informado también la consejera de Salud del Gobierno Vasco en respuesta a la pregunta formulada por la parlamentaria del Grupo Popular-Ciudadanos, Laura Garrido, las condiciones de almacenamiento y conservación de las vacunas ha ido ampliando los rangos de su utilización durante la pandemia.

Así, la congelación o ultracongelación durante seis meses de las vacunas de ARN mensajero, utilizadas para inocular las dosis adicionales, posibilita que se pueda disponer de las mismas más tiempo. Tras su descongelación, siempre que se mantengan en las condiciones adecuadas de temperatura, son válidas otras cuatro semanas. Al haberse ampliado la caducidad de las vacunas, estas se han podido movilizar de unas organizaciones a otras “y, hasta el momento, no se ha caducado ninguna por este motivo”.

Los profesionales, en cada punto de vacunación, se han encargado de ajustar los viales de vacuna y el número de las mismas al de las personas que las han demandado.

Por último, Sagardui también ha informado sobre la inasistencia a las citas concertadas para la vacunación, hecho que únicamente ha tenido lugar en un 10% de las ocasiones. A este número habría que añadir los casos en los que no se han podido dispensar al no haber pasado el tiempo suficiente desde la infección.