dONOSTIA - Los funerales civiles no terminan de cuajar en Gipuzkoa, donde una decena de ayuntamientos tiene aprobada una ordenanza para poder celebrar una despedida en un local cerrado o en un espacio público. Pese a ello, los guipuzcoanos siguen optando por la misa religiosa, casi el último reducto de la práctica católica en un territorio donde la fe está en claro descenso.

La desconexión de los guipuzcoanos con respecto a la religión no se percibe en el último adiós. Y resulta sorprendente que las despedidas civiles no acaben de arrancar, teniendo en cuenta que en el territorio el 26,9% de la población se declara atea y desde 2007 se celebran más matrimonios civiles que católicos -en 2016 se oficiaron 2.499 bodas, de las cuales 2.022 fueron civiles y tan solo 474 por la Iglesia, según los últimos datos del Instituto Vasco de Estadística (Eustat)-.

Sin embargo, el no tener un protocolo establecido, la falta de costumbre y, en muchos casos, el no conocer los lugares donde se pueden celebrar estos homenajes lleva a muchas familias a acabar optando por un funeral católico. “La Iglesia da facilidades, es un recinto establecido, con espacios habilitados y una mecánica que ya conocemos todos. Para que se celebren más actos civiles tendremos que dar facilidades, tanto de locales, como infraestructuras e, incluso, oradores”, afirma Eneko Barberena, portavoz de EH Bildu en Arrasate, un Ayuntamiento que cuenta con dos espacios habilitados para celebrar estos actos, el parque Aldai y el cementerio de San Cristóbal, los dos al aire libre.

En lo que va de 2018, solo se han celebrado en estos lugares dos despedidas civiles, mientras que en 2017 tuvieron lugar seis y en 2016 un total de cuatro. EH Bildu recogió más de 1.760 firmas para solicitar un “espacio cerrado, más acogedor, más goxo”, fundamentalmente en invierno, explica Barberena, pero aún no se ha habilitado.

Uno de los municipios pioneros en estas celebraciones es Eibar, que también dispone de un espacio público al aire libre habilitado para estos homenajes desde el año 2000. Se realizan en el templete, una especie de kiosko, y el Consistorio facilita la megafonía, la iluminación o las sillas necesarias. Aquí los actos religiosos “siguen ganando” a los cívicos, ya que no se celebran más de seis al año. “Es algo simbólico en comparación con un funeral religioso”, afirman desde este Ayuntamiento.

Lo mismo ocurre en Azpeitia, donde cuentan, desde hace seis años, con un local cerrado para estas celebraciones en el conocido como Sindicato Zaharra, aunque no es de uso exclusivo. “Surgió tras una petición que nos hizo un ciudadano, que había fallecido su mujer y no era católico. A partir de ese momento regulamos estos actos y pusimos a disposición esa sala, que también se utiliza para otros fines”, afirma el alcalde, Eneko Etxeberria.

No obstante, reconoce que de momento se celebran muy pocos, “un par al año”. “Lo de las bodas civiles es una barbaridad, es un sin parar, fin de semana, entre semana, es impresionante. Pero en funerales civiles todavía no”, indica.

En pueblos más pequeños como Eskoriatza el número de despedidas civiles es prácticamente inexistente. Desde 2009, cuando se aprobó la ordenanza para poder acoger estos actos en el Museo Ibarraundi, solo se han celebrado un par. Lo mismo ocurre en Legazpi, donde el espacio definido para los homenajes civiles “se usa muy poco”. “En 2018 se ha utilizado una vez”, señala la alcaldesa, Koldobike Olabide, que, sin embargo, insiste en que en el municipio sí tienen lugar despedidas civiles, pero en distintos entornos como en el monte.

Pese a que estos actos aún no son frecuentes, cada vez son más los ayuntamientos que han aprobado ordenanzas para habilitar espacios que acojan este último adiós. En Irun se celebran desde noviembre de 2017 en el edificio Ikust Alaia; en Errenteria, en la sala Añarbe de la residencia municipal de ancianos; y también se llevan a cabo en Usurbil o Lasarte-Oria.

Por el contrario, tras año y medio debatiendo sobre este asunto, aún no se ha concretado nada en Donostia. La semana pasada, el Gobierno municipal se comprometió a compartir el listado de las opciones que ha analizado hasta el momento y que, según confirmó el concejal Juanra Viles, no cumplen las condiciones necesarias.

Crecen en las funerarias Pese al lento arranque que están teniendo estos actos en los municipios, donde sí perciben que es un servicio cada vez más demandado, es en los tanatorios. Así lo confirma el gerente de la funeraria Polloe, Antxon Oruesagasti, que asegura que “va in crescendo, cada vez tiende a más”. En el tanatorio de Zorroaga, en Donostia, tienen una sala habilitada para unas 30 personas y en la nueva instalación que abrirán en el barrio de El Antiguo la capacidad se duplicará.

En el de Rekalde, perteneciente a la Funeraria Vascongada, la familia puede organizar ella misma un acto civil o que la celebración sea guiada por el personal de la funeraria.